El nuevo ciclo de irrupción política en la Convención Constitucional por parte de independientes, organizaciones socioambientales, feministas y representantes de organizaciones territoriales, es muestra de la reconfiguración de un nuevo Chile, que debe reflejarse también en las próximas elecciones parlamentarias de noviembre.
Felipe Soto Cortés / resumen.cl
El ciclo abierto por el Estallido Social chileno de octubre del 2019 sigue arrinconando el poder secuestrado por la clase política y el empresariado durante la dictadura y los últimos 30 años.
Las elecciones celebradas el pasado fin de semana remecieron nuevamente el escenario de la clase política, que intenta resistir los embates con nuevas alianzas frente al espectáculo de sus quiebres internos, hundiéndose en sus putrefactos intereses de clase.
La clase política busca a como de lugar la gobernabilidad de un sistema neoliberal que ha colapsado, primero con el Estallido y luego con la pandemia, e intentan tomar las riendas del asunto. Sin tener riendas, ni asunto.
Lo cierto es que el conservadurismo chileno, representado por la derecha tradicional y los partidos de la Concertación, saca cuentas con calculadora en mano para intentar, de alguna manera, bloquear con su tercio no alcanzado en la Convención, cualquier medida de transformación profunda del modelo.
El desembarco de las y los nadie en masa en la Convención Constitucional impone nuevos criterios que no deben ser ignorados si queremos construir un mejor país. Son la prefiguración del nuevo Chile. La ley que permitió los escaños reservados para pueblos indígenas, listas de independientes y paridad de género, jugó un rol fundamental en la reconfiguración de fuerzas de un escenario mucho más representativo de los intereses de la población en general.
Esta realidad debe ser replicada en las elecciones parlamentarias de noviembre, espacio en que las maquinarias electorales de los partidos han dominado por décadas. Si bien hoy están venidos a menos, ven en este escenario la posibilidad aceitar los engranajes de los mecanismos de su pútrida continuidad.
Para que las posibilidades de que el nuevo Chile que nace se vea reflejado en la conformación de un nuevo Congreso, dependerá también de que se legisle favorablemente por mantener la paridad de género, las listas de independientes y los escaños reservados no solo para esta elección, sino para cualquiera que se celebre de aquí en adelante.
Foto: Paulina Barrenechea Vergara