Hoy el humedal Rocuant-Andalién no es más que un vestigio de lo que un día fue nuestra espectacular geomorfología, hábitat único e invaluable, pero prácticamente desconocido para la ciudadanía.
Con 71 especies vegetales y 127 de aves, el humedal presenta una oportunidad turística insospechada y es esta riqueza ornitológica la que le ha dado su relevancia mundial y nos debiese inspirar a todos a velar por su conservación.
En efecto, la marisma está seriamente amenazada. La descontrolada expansión urbana, entre otros factores, la está llevando prácticamente a su total destrucción. El desinterés de la comunidad frente a este hecho solo puede entenderse como resultado de la desinformación generalizada.
Cada día son más las amenazas a las que se encuentra sometido el humedal y que ponen en riesgo el futuro de este valioso ecosistema que presta un sin número de beneficios ya que dada su ubicación geográfica, cumple con la importante función de proteger la línea costera al reducir los daños generados por maremotos y temporales, además de reducir la contaminación en las aguas, purificándolas y aportando así agua dulce utilizable por la población humana. Estas áreas inundadas, que regulan la temperatura de la ciudad y así mitigan los efectos del cambio climático, reciben el crecido volumen de las aguas generadas durante los periodos extremadamente lluviosos impidiendo de este modo las inundaciones urbanas .Movimientos de tierra producto de la ampliación de la ruta interportuaria y construcción de la plataforma logística, rellenos para proyectos habitacionales, contaminación e introducción de animales domésticos son las principales causas que lo ponen en riesgo de desaparecer y no parecen existir alternativas reales para proteger y conservar este hábitat único y de importancia global.
El Siete colores (Tachuris rubrigastra) -foto1- y el Trabajador (Phleocryptes melanops)-foto 2- son dos de las especies que se han visto más afectadas, principalmente a causa de los rellenos para uso habitacional en los sectores de Carriel Norte ya que solamente están presentes en zonas anegadas con presencia de juncos y totoras, y es este el último refugio que les queda en el Humedal Rocuant-Andalién.
A estas amenazas hoy se suma una más, el ya tan bullado proyecto Octopus, que contempla la construcción de un gasoducto que en una de sus etapas intervendría gran parte del lugar en cuestión, lo que echaría por tierra las numerosas iniciativas de conservación se han ejecutado desde hace años y que han sido lideradas por organizaciones locales que a través de diferentes acciones y no menores esfuerzos buscan, entre otras cosas, la protección legal para este sitio, proyectando un área de conservación y protección del humedal dentro del plano regulador de Talcahuano. Esta valiosa área sería proclamada a futuro como santuario de la naturaleza, priorizando así los hábitats y refugios de aves migratorias y amenazadas a nivel nacional y global.
El Pilpilén (Haematopus palliatus), es un ostrero residente que nidifica a lo largo de toda la costa de la Bahía de Concepción (Talcahuano), habiéndose registrado y monitoreado cerca de 70 nidos a lo largo de la Marísma Rocuant durante la última temporada (primavera/verano), lugar donde se pretenden realizar los trabajos de construcción de las tuberías para el proyecto Octopus.
Otra especie que verá afectada con este proyecto es la Gaviota de Franklin (Leucophaeus pipixcan), especie que migra en enormes bandadas desde el Neártico recorriendo entre nueve y catorce mil kilómetros en vuelo buscando zonas más cálidas donde encuentra refugio para descansar y alimentarse, emprendiendo el retorno a Norteamérica al final de nuestra época estival.
El humedal Rocuant-Andalién como lugar relevante para aves migratorias y residentes merece toda gestión que le asegure su continuidad en el tiempo. A través de la conservación de la avifauna se protege la biodiversidad y ayuda a mejorar con creces la calidad de vida de la población.
Texto y datos Daniel Mora y Julio Canifrú, Pajareros del Sur, TEC cerrado 2013.
Todas las fotografías capturadas por Daniel Mora Pereira en el Humedal Rocuant-Andalién, sector marisma Rocuant de Talcahuano.