[resumen.cl] «La Tierra es azul, qué maravillosa» fueron las contemplativas palabras de la primera persona en mirar a nuestro planeta desde afuera. Un día como hoy hace exactos 60 años, el 12 de abril de 1961, despegó la nave Vostok 1 desde el Cosmódromo de Baikonur en la URSS, que llevaba al cosmonauta soviético Yuri Gagarin, quien se transformó en el primer ser humano en llegar al espacio.
En el punto más álgido de la carrera espacial, la hazaña de la Unión Soviética transformó al carismático Yuri Gagarin en una figura mundial, o más bien dicho, cósmica. El hijo de campesinos que de niño soñaba con volar por los cielos, llegó más alto que nadie antes de él.
A las 9 de la mañana del 12 de abril de 1961 Gagarin gritó ¡POYEJALI! (¡vámonos!) la clave para indicar el lanzamiento del Vostok 1, el cohete que lo llevó a él y a toda la humanidad consigo, fuera de los límites del que había sido nuestro único hogar durante millones de años para contemplarlo desde afuera y expresar «la Tierra es azul, qué maravillosa» para luego agregar «Pobladores del mundo, cuidemos esta belleza, no la destruyamos», esto en los años de la carrera armamentística nuclear entre Estados Unidos y la Unión Soviética que mantenía la paz en base a la «Destrucción Mutua Asegurada».
El programa espacial soviético
La carrera espacial es quizás el elemento simbólico más distintivo que caracteriza a la guerra fría, y fue un campo que la Unión Soviética le sacó siempre una amplia ventaja a Estados Unidos.
Apenas tres años antes del vuelo de Gagarin, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas había puesto en órbita el Sputnik 1, el primer satélite artificial. Un mes más tarde, lanzaron el controversial Sputnik 2, que llevaba al primer ser vivo al espacio, la perra Laika, una «quiltra» como decimos en Chile, elegida precisamente por no ser de raza pura y representar así de forma simbólica la fortaleza del proletariado.
En mayo de 1958, fue lanzado el Sputnik 3, un satélite mucho más grande que sus predecesores y diseñado principalmente con objetivos de investigación científica.
Con el éxito del Programa Sputnik, el cosmódromo de Baikonur, en las estepas de Kazajistán, así como el gran maestro de la cosmonáutica soviética, el ingeniero ucraniano Serguei Koroliov (1907-1966), se convertían en leyendas y un elemento de propaganda muy importante para la URSS.
El siguiente paso: llevar a un ser humano al espacio.
Los Cosmonautas
En 1960 el programa espacial soviético eligió a 200 jóvenes pilotos de la Fuerza Aérea para su lista de potenciales cosmonautas. para sumarse a la lista de sus potenciales "cosmonautas". La lista se redujo a 20 potenciales candidatos tras un estricto proceso de selección.
Mientras su rival, Estados Unidos, intentando apurar su paso para no seguir tan atrás de los soviéticos, había conseguido una serie de lanzamientos exitosos , entre ellos el vuelo espacial del chimpancé Ham. Con ello, la NASA avanzaba con su programa Mercury, y se preparaba para una misión tripulada.
Con la presión de ser los primeros y con un proceso mucho más avanzado, en marzo de 1961 el programa soviético ya había seleccionado a seis finalistas que viajaron Baikonur y se había establecido la fecha para uno de los momentos más importantes de la historia de la humanidad: el 12 de abril.
Y finalmente llegó el día, sólo dos eran los candidatos a pasar a la inmortalidad tras haber pasado todas las estrictas pruebas de forma sobresaliente, Gherman Titov y Yuri Gagarin, ambos empatados en casi todos los aspectos, sin embargo sería finalmente fue Gagarin el elegido, según comentaron las autoridades soviéticas, porque al ser hijo de campesinos representaba mejor los ideales del comunismo, además poseía una cautivante sonrisa y gran carisma que le hacían irresistiblemente simpático, como comentarían todas las personas que le conocieron, por lo que era ideal para convertirse en un héroe soviético.
«La Tierra es azul, qué maravillosa»
Eran las 9:07 de la mañana del 12 de abril de 1961 cuando Yuri Gagarin gritó desde el interior del Vostok 1 con los motores listos la mítica frase ¡Poyejali! (¡Vámonos!) y el cohete comenzó a elevarse por los cielos dejando una enorme columna de humo tras de sí.
Gagarin que había aceptado una misión en la que tenía más probabilidades de morir que de regresar a la Tierra, continuaba elevándose hasta alcanzar los 327 kilómetros de altura, abandonando la atmósfera terrestre y alcanzando el espacio exterior. Poco antes de colocarse en esa órbita, Yuri dijo: "La Tierra es azul. Qué maravillosa. Es increíble".
Por primera vez la especie humana salía a dar un paseo fuera de casa. El sueño del primer homínido que miró el cielo una noche estrellada, probablemente junto a fogata, se hacía realidad.
En el viaje de Gagarin por 108 minutos orbitando alrededor de nuestro planeta, pudo observar la tierra desde afuera, ver las enormes nubes, los océanos, la zona en que era día como de noche, así como las franjas de amanecer y atardeceres, experimentando la gravedad cero comiendo unos dulces y escuchando Tchaikovsky, compositor que también tiene el honor de ser el primer compositor musical en ser escuchado fuera de la Tierra.
Tranquilidad que fue completamente opuesta a su reingreso a la atmósfera terrestre, pues cuando sobrevolaba Egipto algo falló en el mecanismo de desacople entre la cápsula y el módulo que no se desacopló y que con la fricción con el aire terminó incendiándose. para luego desprenderse y hacer girar la cápsula de Yuri a gran velocidad: "todo daba vueltas. En un momento vi África, en otro momento vi el horizonte, y en otro, el cielo", comentaría más tarde recordando el momento. Sin embargo, mantuvo la calma y en una cápsula convertida en una bola de fuego por fuera y a 10G por dentro, pasó como meteoro por los cielos del Mar Caspio mientras comunicaba a la base "Seguimos, seguimos. ¡Estoy bien!".
Cuando alcanzó la altura 7 mil metros salió eyectado de su cápsula y se abrieron sus dos paracaídas y cayó lentamente en una granja la región de Saratov, y a unos 1500 kilómetros del lugar desde donde había despegado dos horas antes, mientras su cápsula cayó kilómetros más allá dejando un cráter en el suelo.
En el lugar una anciana y su nieta trabajaban la hurta quedaron atónitas al ver a un hombre descender en paracaídas con un traje naranjo y un casco blanco, en ese rincón lugar donde no tenían ninguna idea del Vostok ni de lo que acaba de pasar. Comentaría Gagarin más tarde que al caer poner los pies en tierra la anciana se le acercó muy asustada y le preguntó: "¿Vienes del espacio exterior?" a lo que respondió "Ciertamente sí. Pero no se alarme, soy soviético. ¡Tengo que encontrar un teléfono! ¡Tengo que llamar a Moscú!".
Y lo demás es historia, comunicada la noticia al mundo, Yuri Gagarin no sólo pasó a ser un héroe de la Unión Soviética, sino de toda la raza humana.
"¡poyejali!" forma parte de la cultura popular rusa, y se grita cada vez que se comienza un trabajo duro o en los brindis.
Su fama trascendió a la URSS y viajó por todo el mundo convertido en una celebridad mundial, cósmica. Tanto que hasta el día de hoy es muy fácil encontrar personas con el nombre «Yuri» en distintos lugares del mundo, también Chile.
Dos años más tarde, Valentina Tereshkova se convirtió en la primera mujer en salir de nuestro planeta y con 48 órbitas alrededor de la tierra sumó más tiempo que todos los astronautas hombres de Estados Unidos. La superioridad soviética en la carrera espacial era tan grande que la NASA se vio obligada a dar un sólo gran golpe que equiparara el juego: llegar a la luna.