Negligencia parece ser la definición acertada para calificar la gestión gubernamental en la política sanitaria para enfrentar la pandemia del coronavirus Covid-19, particularmente en los días recientes. La vacunación masiva no resulta suficiente para impedir la propagación del virus y disminuir la mortalidad que está causando. La población sigue cayendo en contagio y enfrentándose a la muerte sin darse cuenta que no está siendo víctima sólo de una enfermedad sino de la negligente actitud de un gobierno indolente y de la voracidad de un empresariado sin escrúpulos que fuerzan una normalidad con total desprecio por la salud y la vida de la población. No es que las autoridades no sepan qué hacer ante estos escenarios de riesgo sanitario, sino es que no quieren hacerlo para privilegiar los intereses empresariales. El engaño gubernamental es la peor variante a que nos vemos enfrentados.
El ingreso al país de personas portadoras de nuevas y más mortíferas variantes del virus viene a dejar en evidencia que no existe de parte del gobierno chileno un real cierre de fronteras y un efectivo protocolo preventivo respecto de las personas que por diversas razones llegan a Chile. El arribo de una ciudadana procedente de Estados Unidos y portadora de la peligrosa variante Delta del Sars-Cov-2, reveló que es una constante el flujo diario de vuelos y de pasajeros que transitan sin restricciones ni controles por el principal aeropuerto del país. Las tardías explicaciones dadas por el impávido e inasible ministro Paris resultan burdas y grotescas. Aducir razones humanitarias para justificar su negligencia y encubrir las responsabilidades que le caben a él, a su ministerio y su gobierno, no son respuestas admisibles de una autoridad competente; esas licencias se las permite este ya patético personaje investido de ministro por un decadente presidente que lo sostiene por su servilismo crónico.
La ausencia de protocolos preventivos y la absoluta falta de control y vigilancia sanitaria sobre las personas que arriban al país es una cuestión de gravedad extrema que parece no importar a las autoridades. El ingreso y actividades realizadas por la persona portadora de la variante, dejó al descubierto lo que se presumía: que no existían las tales medidas de prevención y control. Llegó, viajó al día siguiente a la Región del Maule sin cumplir la supuesta normativa de protocolo sanitario, y realizó diversas actividades y reuniones sociales que representan un grave peligro de propagación comunitaria y de pérdida de control de la enfermedad. Pretender explicar, como lo hace la Seremi de Salud Metropolitana, Paula Labra, que los pasajeros que ingresan están obligados a completar un formulario parece un chiste de humorista o una respuesta de un funcionario demasiado mediocre. Sin embargo, otorgar ese tipo de respuestas ha sido la conducta habitual de la Seremi Metropolitana durante los ya más de16 meses de pandemia.
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Los protocolos sanitarios son establecidos por las autoridades de gobierno y de salud; ellos, por tanto, son los llamados a velar por su efectiva aplicación y no en buscar las formas de vulnerar sus propias determinaciones. Pero no ocurre así en la realidad, tanto en los viajes de pasajeros internacionales como de los pasajeros de viajes interprovinciales, los protocolos de control son una comedia legal. No es un hecho menor que la Fiscalía del Maule haya tenido que abrir una investigación de oficio acerca de los riesgos que representan los desplazamientos de la persona portadora pues ello lleva inevitablemente a investigar y establecer las responsabilidades de las autoridades. Aunque ya sabemos en lo que terminan estas investigaciones de Fiscalías cuando los implicados son personeros de gobierno, o cercanos a las esferas del poder; como pasó con las investigaciones en torno a las infracciones sanitarias cometidas por Piñera, o las fiestas clandestinas protagonizadas por cuicos en los balnearios de Zapallar.
Igual suerte puede correr la querella criminal interpuesta en un juzgado de Santiago por un abogado en contra del ministro Paris, la subsecretaria Paula Daza, y la referida Seremi Paula Labra, por la violación de la norma sanitaria, omisión de control y eventual falsificación de instrumento público en lo relacionado con el ingreso al país de la persona portadora de la variante Delta. Tal vez estas investigaciones solo sirvan para corroborar que los protocolos sanitarios del Minsal, así como las contraproducentes medidas del Plan Paso a Paso, son una pantomima para dar la impresión de que están gestionando la pandemia sanitaria cuando en la práctica están gobernando para hacer funcionar la economía a como dé lugar. Lo demás es challa.
La suerte que puedan correr estas acciones judiciales no es el hecho esencial de esta engorrosa situación respecto de los protocolos sanitarios. Lo preocupante son los efectos desastrosos que puede causar un actuar negligente de autoridades autocomplacientes. Es indigno que un ministro apele al humanismo y al humanismo cristiano para encubrir su responsabilidad en la propagación de una variante cuyas consecuencias son mucho más letales que la cepa originaria. Cabe mencionar que las vacunas que se han estado aplicando, están producidas en función de anular o neutralizar las afecciones relativas a la cepa Sars-Cov-2 y no garantizan efectividad respecto de las variantes que se han ido generando en diversas realidades del mundo.
La reciente propuesta del Colegio Médico (Colmed) de realizar un corto circuito sanitario consistente en un cierre productivo y una cuarentena estricta por dos o tres semanas, con la finalidad de controlar la propagación y establecer prácticas de trazabilidad, fue respondida con una nueva burla de parte del ministro Paris, el que organizó una amplia mesa de conversaciones con organizaciones comerciales y sociales a las que sólo les interesa la reapertura de sus negocios y actividades. Ahora, frente a los riesgos que implica la llegada de la variante Delta a la zona del Maule, específicamente a la comuna de San Javier, el Colmed insistió con la idea de corto circuito aplicándolo solo a esa comuna, para frenar la propagación de inmediato y hacer el ejercicio de su propuesta. Pero, lo más probable es que reciba otra burla y ninguneo de parte del inmutable ministro.
Entretanto, sigue inalterable el constante fallecimiento de personas a causa del Covid-19 teniendo como pantalla de fondo la indolencia complaciente de un gobierno decadente y mezquino. Aunque parezca un cuento de nunca acabar, las cifras son una tragedia diaria. Según los datos del Informe Epidemiológico N° 132, en los últimos siete días han fallecido a causa de esta enfermedad 1.090 personas; lo que representa el escabroso número de 155 muertes por día, y el fondo de pantalla sigue inmutable. Durante los 10 meses de pandemia del 2020 fallecieron 22.204 personas por esta causa; en lo que va corrido de 2021, la cifra de muertes alcanza ya las 19.251 personas, pero el fondo de pantalla continúa inalterable. Lo que a este gobierno y al negligente Minsal le interesa, es que los números de las ganancias del gran empresariado no tengan quejas, ni bajas, ni caídas. Y así será hasta el fin de los días de esta administración.
Mientras ese instante se acerca con una lentitud de funeral, el presidente en funciones está empeñado en profundizar su lógica belicista en el territorio del Wallmapu. Ante su fracasada "guerra" contra el conjunto del pueblo, y ante su frustrado paseo por Europa, lanzó una nueva acometida sobre los territorios en disputa ofreciendo un incremento en los medios y recursos bélicos ya instalados para intensificar el actuar criminal en la demencial política de guerra contra el pueblo chileno y el pueblo mapuche.
El país y su población siguen sufriendo los embates de la pandemia y los estragos materiales originados en la deplorable gestión gobernante en esta crisis sanitaria, no obstante, el gobierno en funciones sigue pensando en oprimir, reprimir, explotar y abusar de su pueblo.
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