La verdadera reforma tributaria que Chile necesita

En Chile la carga tributaria la llevan las y los pobres, no solo porque el IVA implica un enorme porcentaje del sueldo de las y los trabajadores, sino además porque en la última década descubrimos que los ricos eluden de múltiples formas no solo el pago impuesto, sino que además reciben subvenciones de parte del Estado. Desde las boletas ideológicamente falsas, pasando por el FUT y el no pago de contribuciones por sus casas de veraneo de los dos presidente de Caburgüa: Bachelet y Piñera.

Por Joaquín Pérez

Hoy en el parlamento se ha instalado la discusión en torno al impuesto a los súper ricos, los mismos que han multiplicado sus fortunas durante la pandemia de la Covid-19, mientras la inmensa mayoría de la población se empobrece.

Sin embargo esta discusión resulta a todas luces insuficiente, no solo por los montos que podría recaudar, sino además por establecer un mínimo de justicia en materia tributaria en nuestro país.

Hoy en Chile hay una serie de medidas que pueden tomarse, que implican una reforma tributaria de fondo, algunas de las cuales ya se han planteado públicamente. Entre ellas, la de terminar con varios beneficios tributarios para distintos sectores de la economía y que no tienen ninguna justificación.

Por ejemplo, el régimen de renta presunta, por el cual empresas no pagan impuesto sobre sus ganancias reales sino sobre una renta menor que la ley presume. Otra medida importante sería terminar con el beneficio que tiene la compra y venta de acciones de sociedades anónimas en bolsa, cuya ganancia actualmente no paga impuesto a la renta, una franquicia aberrante que viene desde el gobierno de Ricardo Lagos.

También el beneficio que goza la industria del transporte de carga, los camioneros, respecto al petróleo diésel, que tiene impuesto muy menor, inexplicablemente menor que el impuesto a las gasolinas. Claramente un beneficio fiscal a un grupo de interés específico.

Por otra parte, una medida estructural que puede tomarse es la de «desintegrar» el impuesto que grava a la empresa y el impuesto que grava a sus dueños, por las utilidades que retiren o se les distribuya. Actualmente, el impuesto que pagan las empresas sirve de crédito contra el impuesto que afecta a sus dueños, o sea, les sirve como un descuento. Eso se presta para figuras de ilusión y evasión tributarias.

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Fuera de eso, una medida importante es dotar al Servicio de Impuestos Internos (SII) de autonomía constitucional para evitar que sea inhibido en su accionar por poderes fácticos y entregarle herramientas eficaces para la disminución de la elusión tributaria.

En el gobierno de Bachelet, se estableció una norma antielusión negociada en la «cocina» con la derecha, solo para cumplir con la exigencia OCDE de adoptar una norma como esa en la legislación, pero que en realidad no servía absolutamente para nada. Quedó una norma contradictoria inútil. El SII nunca la ha aplicado, desde el 2015 hasta hoy.

Por último, está también el establecimiento de un verdadero royalty a la minera. Actualmente existe un royalty en la ley sobre impuesto a la renta que no es propiamente un royalty y que es ínfimo en cuanto a recaudación. El Estado debería al menos cobrar una renta por las concesiones de explotación minera a las compañías. Aunque la solución de fondo en ese punto esté en una nueva nacionalización.

La adopción de todas esas medidas implicaría allegar gigantescos recursos al fisco, que podrían garantizar una serie de derechos sociales básicos como educación y salud, pero además una Renta Básica Universal.

Por otra parte, una medida importante que puede adoptarse, sería devolver el IVA pagado por las personas que pertenezcan a los sectores económicamente vulnerables del país, en la adquisición de alimentos, medicinas y otros bienes y servicios fundamentales.

Actualmente, el IVA es un impuesto que afecta en mayor medida a los sectores populares, porque pagan ese impuesto en todos los bienes de sobrevida que deben adquirir, representando una alta proporción de sus ingresos. Eso le da un carácter regresivo al sistema tributario chileno, porque los impuestos afectan más a los que ganan menos.

Fotografía principal: edig.cl

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