Largo y doloroso camino a una Constitución democrática

Chile este año cumple 212 años de historia republicana si consideramos su origen en aquel primer cabildo de 1810. En este devenir hemos tenido de todo, incluidas guerras civiles y dictaduras civiles y militares. Pero también tenemos un germen democrático inclaudicable, cada vez que ha sido ahogada la democracia por la tiranía, vuelve a emerger con más fuerza popular abriéndose camino con protesta social y luego se organiza para avanzar en su objetivo democrático.

Por Ariel Ríos 

Es así como la dictadura de O’Higgins, llevó al proceso de lucha constitucional de la década de 1820, impulso democrático de las regiones que fue aplastado por las armas conservadoras en la batalla de Lircay en 1830, hecho que terminó con la instauración de la Constitución dictatorial de 1833, bajo la tiranía del comerciante Diego Portales.

La Constitución Portaliana se mantuvo casi inalterable hasta la Constitución de 1925, otro proceso de origen democrático frustrado por la clase política encabezada por Arturo Alessandri Palma, quien terminó gobernando con los más ricos. Es innegable que esta última carta fundamental fue un avance en comparación a la Constitución anterior, pues con todas sus limitaciones fue el marco que permitió el desarrollismo y superar la grave crisis económica mundial de los años 30. Fue la Constitución que permitió la creación de la CORFO y con ella PETROX, HUACHIPATO, IANSA, ENDESA… Bajo esta Constitución se consolida la educación bajo el lema «Gobernar es educar» en el gobierno de Pedro Aguirre Cerda y la que permitió que Salvador Allende impulsara la vía democrática al socialismo en Chile.

La Constitución de 1980, fue creada por la dictadura de Pinochet sin participación del pueblo y aprobada bajo un evidente plebiscito fraudulento que vino a sepultar los logros de la anterior. Esta Constitución en estricto rigor entrega todo el poder estatal a la derecha mas conservadora y las riquezas de Chile a las grandes empresas, principalmente, transnacionales. Por otra parte, viene a quitar todos los derechos sociales que el pueblo chileno había conquistado con tanto esfuerzo, privatizando absolutamente todo; salud, pensiones, educación, vivienda, economía, etc. Incluido un elemento tan vital como es el agua.

En octubre de 2019, después de 40 años de evidente fracaso del modelo neoliberal, el pueblo chileno se levanta en una rebelión social que pone en jaque a clase política amparada en la Constitución de 1980 y
abre un camino para elaborar una Nueva Constitución vía una Convención Constitucional elegida democráticamente, la cual será sancionada el 04 de septiembre de 2022 por un plebiscito de salida, proceso que ha sido duramente combatido por la derecha política que espera nuevamente frustrar la dignidad y soberanía del pueblo chileno.

El futuro aún es incierto y solo nos queda preguntarnos:

¿Triunfará la justicia social de millones de chilenos y chilenas que anhelan un mejor futuro, o nuevamente un pequeño sector de la derecha logrará arrebatar de las manos esa posibilidad?

La decisión es del pueblo chileno y esperemos que la memoria viva triunfe frente al engaño y la ambición de sus verdugos.

 

*Profesor de Historia

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