Las plantaciones de monocultivo forestal de pino y eucalipto están constituidas por especies de alta inflamabilidad. La plantación masiva de estos monocultivos es el principal factor para la rápida propagación de incendios forestales en el centro sur del país. Los grandes grupos económicos como Forestal Arauco y CMPC se presentan como víctimas de estos incendios, pero han sido los principales propulsores de un modelo forestal que tiene en llamas al país.
Por Nicolás Salazar Maleras / Director de documental «Llamas del Despojo: Incendios del Negocio Forestal»
Más de 50.000 hectáreas se han quemado en el país en los últimos días. No es coincidencia que las regiones afectadas tienen parte importante de su superficie plantada con monocultivos de Pino y Eucalipto.
Grandes empresas forestales como CMPC (grupo Matte) y Forestal Arauco (grupo Angelini) han sido los principales promotores de un modelo forestal que hoy mantiene a miles de personas en medio de una catástrofe social, económica y ambiental.
Dentro del mundo científico se habla de que el pino y el eucalipto son especies «Pirófitas». Las especies pirófitas o pirófilas son especies vegetales que son «amigas» del fuego (piro: fuego y fila: amistad). Los eucaliptos rebrotan vigorosamente tras los incendios, mientras que los pinos propagan sus semillas luego de estos eventos. Ambas especies tienen aceites y alcoholes inflamables.
Regiones como la del Biobío se encuentran literalmente plagadas de estos monocultivos, esto las hace muy susceptibles a la rápida propagación de incendios.
No existe en Chile un diseño territorial que privilegie el mosaico de paisajes, por ejemplo, alternando monocultivo forestal con praderas, uso agrícola y otros usos de suelo que permitan mayor control de los incendios. Las grandes empresas forestales han gozado de libertad para plantar en casi cualquier lugar, incluso en las riberas de ríos, lagos y sobre humedales, ecosistemas fundamentales para combatir los incendios, mantener la humedad ambiental y ser cortafuegos naturales.
El Estado ha sido cómplice de esta situación, sin tener una regulación clara al respecto ni una función fiscalizadora real ante estos hechos. El Estado ha fomentado el desarrollo de este modelo forestal desde la dictadura hasta la fecha, sin grandes modificaciones. Gobiernos de izquierda y derecha han perpetuado el modelo.
Quienes vivimos en las regiones afectadas sabemos que por lo general estas plantaciones cuentan con mínimas condiciones de seguridad como por ejemplo: escasos cortafuegos, muy poco manejo preventivo y una nula planificación territorial para evitarlos. Prácticamente casi toda la interfaz urbano y rural en las regiones de 'uble, Biobío y Araucanía se encuentran rodeadas de monocultivo forestal, lo mismo para las principales carreteras de la zona.
Más allá de la intencionalidad o no de un incendio, el elemento más importante para la rápida propagación es la presencia de combustible. Las plantaciones de pino y eucalipto son la principal fuente de biomasa y combustible en la zona. A esto se suma la gran densidad y extensión de este combustible por gran parte del territorio, esto hace que un incendio avance sin ninguna barrera atravesando varias comunas en pocos días.
Ante toda esta catástrofe los grandes medios de comunicación presentan a las grandes empresas forestales asociadas en la CORMA como víctimas de los incendios, argumentando que las perdidas económicas son enormes. A su vez hacen alarde de las acciones para combatir el fuego con equipos aéreos y brigadistas financiados por ellos.
Junto con esto se repite la frase de que el 99% de los incendios son por «obra humana» y no por «causas naturales». La obsesión siempre es buscar a los responsables de los incendios dentro de la sociedad civil, apuntando a ciudadanos negligentes o personas que con mala intención prenden fuego intencionalmente.
Pero lo que no se nombra nunca es la responsabilidad histórica y estructural de estas grandes empresas que mantienen enormes extensiones de monocultivo de pino y eucalipto, el combustible principal de los incendios. Es por esto que los grupos económicos detrás de la industria forestal no son víctimas, sino más bien los culpables de la lamentable situación que afecta actualmente al centro sur del país.