Las internacionalistas que combatieron al fascismo en la guerra civil española

[resumen.cl] Aproximadamente 700 mujeres de diversas nacionalidades llegaron hasta la península ibérica como combatientes internacionalistas durante la guerra civil española para defender la República en contra de las fuerzas que lideró el general Francisco Franco y que fueron apoyadas por Hitler y Mussolini. Ellas debieron luchar contra la barbarie fascista, pero también contra el machismo de sus propios compañeros del bando republicano, que en muchas divisiones les relegó a papeles de logística o enfermería, sin embargo. no fueron pocas las que demostraron su valor en la primera línea de combate.

Una de ellas fue la periodista neerlandesa Fanny Schoonheyt, que desde el mismo día en que varios cuarteles militares de Barcelona se alzaron en apoyo al intento golpista en las guarniciones militares en las colonias españolas en el norte de África, salió a buscar un arma para unirse a las milicias populares que rodearon los cuarteles.

La tiradora holandesa Fanny Schoonheyt. (Ministerio de Cultura y Deporte. Centro Documental de Memoria Histórica (ARCHIVO CENTELLES)

Muchos y muchas corrían por las calles de la capital catalana buscando un arma e intentar sumarse a las milicias anarquistas, comunistas, del POUM, o de las centrales sindicales obreras, aunque pocas como ella sabían manejar un fusil con la precisión de Fanny, quien en Países Bajos practicó tiro como deporte y obtuvo varios premios en diversos torneos.

Ese mismo día también corría por las calles de Barcelona la pintora inglesa Felicia Browne, quien llego hasta la Plaza de Cataluña, epicentro de los combates en la capital catalana.

Fanny en una carta enviada a una amiga en Roterdam le comentaba "tuve que robarme un arma". Con aquel fusil rápidamente se unió a un grupo de francotiradores que trepaba por los techos del paseo de Colón hacia el edificio de la Capitanía, donde los militares alzados se habían hecho fuertes.

La tiradora llevaba dos años en Barcelona y había llegado para organizar la "Olimpiada Popular", una alternativa a los Juegos Olímpicos oficiales que en agosto del 36 se desarrollaron en el Berlín nazi.

Durante su estadía en la ciudad se había hecho amiga de Marina Ginestà, una joven catalana francesa de 17 años, que el corresponsal del diario Ruso Pravda, Mijaíl Koltsov, inmortalizara en una fotografía que la transformara en el símbolo de la miliciana española (imagen de portada).

Fotos de milicianas en los techos también serán conocidas gracias a la arriesgada periodista alemana Gerda Taro, quien siempre resaltaba mensajes a las mujeres de Europa de que serían bienvenidas en la lucha contra el fascismo.

Tras aplastar el alzamiento en Barcelona, Fanny Schoonheyt se unió al Grupo Thälmann, un pelotón de 20 extranjeros de la columna Carlos Marx, que partió a Aragón a sofocar el alzamiento militar. Sus miembros eran exiliados alemanes y algunos atletas que habían venido por las Olimpiadas Populares. Entre ellos había tres parejas de alemanes y suizos además de la alemana-británica Liesel Carritt.

El periodista Luis de Oney del diario La Noche visitó a Schoonheyt cuando ingresó en un hospital de Barcelona por problemas con su hígado. "A Fanny la quieren todos, desde el coronel Villalba hasta el miliciano desconocido, por su arrojo en la línea de fuego, por su simpatía personal, por su firme valentía... Mientras las balas silban, los obuses aúllan y las granadas atruenan, Fanny hace crepitar su ametralladora". La francotiradora hablaba en aquella entrevista de "lo fácil que era matar a soldados enemigos cuando avanzaban como idiotas en fila india". Esperaba que su ejemplo sirviera "de estímu­lo a todas las mujeres del mundo" para que mirasen con simpatía "la defensa del pueblo español".

Felicia Browne también quiso apuntarse a las milicias, pero éstas le negaron el acceso al no hablar castellano ni catalán y nunca haber manejado un arma. Aun así, la artista, formada en la prestigiosa escuela londinense "The Slade" finalmente fue aceptada por un grupo de internacionalistas, aunque como enfermera.

Para demostrar su coraje, Felicia se ofreció para una acción de sabotaje tras las líneas enemigas, pero tras intentar asistir a un compañero italiano de su milicia gravemente herido, al cual arrastró hasta unas rocas, fue atravesada por una ráfaga muriendo en combate.

No fue la única internacionalista en caer en combate en aquellos primeros días de la guerra, en una nota publicada en el periódico La Vanguardia de Barcelona se informa que además de Felicia, las alemanas Margarita Zimbal, Augusta Marx y Georgette Kokoeznynsgy también fueron víctimas, de la "barbarie fascista".

Mika Feldman

La comandante de milicia del POUM, Mika Feldman

La argentina Mika Feldman había llegado a Madrid solo semanas antes de iniciada la guerra, para encontrase con su marido Hipólito Etchebéhère, un argentino de origen vasco-francés. Con él se involucraron desde un comienzo en el conflicto, se sumaron a las personas que deambulaban las calles de la capital buscando armas una vez se supo del alzamiento de militares fascistas.

En ese deambular se encontraron con un local del POUM (Partido Obrero de Unificación Marxista), Mika observó que había mujeres, algunas de ellas "de aspecto raro". "Me entero de que entre ellas hay varias de un burdel vecino que vienen a enrolarse en las milicias". Mika era de clase media, hija de padres judíos, las prostitutas le inspiraban en un comienzo tanto miedo como los generales sublevados. Sin embargo, nadie le preguntó nada, si pertenecía al partido ni de qué país era. "Por derecho revolucionario, todo aquel que quiere combatir merece empuñar un arma", y se sintió entre compañeras y compañeros.

Cuando consiguieron algunas, su marido que tenia conocimiento armamentístico, fue nombrado jefe de una milicia en la que había más de 100 hombres y mujeres. Cuando Hipólito cae en combate a mediados de agosto, Mika a sus 34 años, toma el mando de una columna que ya contaba con dos camiones, tres coches, una ametralladora, 30 fusiles y otras tantas armas cortas.

"No necesito imponerme. Cuando llega una orden, la comunico a la compañía y la cumplimos entre todos", señalaba Mika. En su columna se observaba una igualdad rigurosa de géneros, incluso reclutó dos mujeres de una columna del Partido Comunista, donde solo hacían tareas de limpieza.

Mika Etchebéhère reproduce en su libro mi Guerra de España, una discusión con un comandante anarquista (Cipriano Mera) tras la muerte de un joven miliciano: "Vamos, moza, deja de llorar. Llorando con lo valiente que eres. Claro, mujer al fin", a lo que ella replicó: "Y tú, con todo tu anarquismo, hombre al fin, podrido de prejuicios como un varón cualquiera".

En octubre de 1936, Lise London subió al Expreso Rojo, el tren que llevaba voluntarios a la frontera con España desde la estación de Austerlitz en París. Era una de tres mujeres voluntarias entre mil hombres que subieron ese día. "Nunca podré olvidar este viaje. Nos paramos en todas las estaciones, donde nos esperaban decenas, cientos, miles de hombres, mujeres y niños, con los brazos cargados de flores, frutas, comida, jarras de agua fresca, botellas y porrones de piel de cabra llenos del vino de las laderas pirenaicas, que marea la cabeza y regocija el corazón".

Por su parte, la afroamericana estadounidense Salaria Kea había protagonizado su primera revolución en la cafetería del Hospital Harlem de Nueva York en 1933, cuando un grupo de médicos les dijeron a ella y a sus compañeras, todas enfermeras afroamericanas, que tenían que salir de la zona reservada para blancos, se levantaron y tiraron la comida al suelo.

El 27 de marzo de 1937, Salaria no lo pensó dos veces y salió de Nueva York rumbo a España junto a 12 enfermeras de la brigadas médico americana. Entre los voluntarios había ya un centenar de hombres negros, y el encargado de la unidad era un afroamericano, el capitán Oliver Law, por primera vez en la historia de Estados Unidos, un oficial negro estaba al mando de soldados blancos.

Salaria no era la única negra en la brigada, también está Flora "la Cubana", conocida también como "La Mulata", quien conducía ambulancias, al igual que otra Evelyn Hutchins, una exbailarina de cabaré de Nueva York.

También fue destacada Tina Modotti, actriz italiana de cine mudo avecindada en México y que tras la guerra de España, se convirtió en afamada fotógrafa, quien se alistó en el Quinto Regimiento.

Las mujeres debieron luchar contra el fascismo, pero también contra la barbarie machista entre las propias republicanas, uno de los hechos más violentos fue el ocurrido a Marion Merriman, esposa del comandante Robert Merriman del destacado batallón Lincoln, donde combatían principalmente internacionalistas estadounidenses: un oficial eslavo que ella no denunció en aquel momento para no desatar una guerra civil dentro de las brigadas, la violó.

Las historias de la mujeres en la guerra civil español son muchísimas, algunas prolongaron sus hazañas en la resistencia a la ocupación nazi en Europa como la francesa Pauline Tourinyà quien alcanzó el grado de teniente en la resistencia francesa, cuyo compañero había caído en combate en la guerra en España. Otro caso es el de la enfermera belga de origen judío Vera Luftig, tras la derrota del bando republicano en España, se convertiría en pieza clave de la red de sabotaje soviética conocida como la Orquesta Roja.

También combatió como internacionalista en España la doctora polaca Dorota Lorska, superviviente de Auschwitz y enlace de la resistencia en el tristemente famoso Bloque 10, donde vivían judías jóvenes destinadas a ser usadas como conejillos de Indias en experimentos médicos.

Fueron centenares de mujeres, mayoritariamente ligadas al movimiento obrero u organizaciones políticas de izquierda, las que se viajaron desde distintos países a luchar a España contra el fascismo. Fueron miles las mujeres catalanas, vascas, castellanas, gallegas, asturianas, aragonesas, andaluzas que hicieron lo mismo.

Si la revolución rusa había otorgado derechos hasta esa época inéditos a las mujeres, como el divorcio o el aborto, la República Española también avanzaba hacia lo mismo, con una ley de igualdad de derechos o el derecho a sufragio. Cataluña decretó el aborto libre el 25 de diciembre de 1936 y la República Española despenalizó el aborto en todo el estado en 1937.

Todos derechos que tras el triunfo de Franco y la imposición de la dictadura se perdieron.

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