LIBRO| Un Manual de gestión para cooperativas del sector cultural

[resumen.cl] En los momentos en que las condiciones de vida de la clase trabajadora en general y de quienes laboran en el rubro cultural en particular profundizan su pauperización, se ha acrecentado la búsqueda de alternativas organizativas que puedan aportar en satisfacer sus requerimientos y servir como aglutinadoras de voluntades para impulsar transformaciones. Así es como ha tomado un nuevo impulso la formación de cooperativas de consumo, de trabajo y de servicios, siendo este el contexto en que nos disponemos a conocer el Manual de Gestión para Cooperativas en Cultura, elaborado por proyecto Trama el año 2016 y que hoy cobra suma actualidad.

Actualmente, buena parte de quienes trabajaron en tal instancia constituyen la Corporación Cultural Tramadas, entre ellas Carolina Galea Robles, autora de este texto y quien ha respondido nuestras consultas en torno a las posibilidades que representa para los y las trabajadoras del sector cultural la constitución de cooperativas y cómo visualiza este hecho en el marco normativo y económico imperante en el país.

Carolina Galea Robles

Carolina Galea Robles

– Al comienzo del manual, ustedes constatan que en los últimos decenios ha existido un crecimiento en el sector artístico, expresado en «el aumento de la producción artística, la proliferación de emprendimientos relacionados a las artes y un alto nivel de profesionalización de los trabajadores de la cultura». Ello permitiría pensar en la posibilidad de superar la informalidad que impera en el sector y una alternativa para ello sería la conformación de cooperativas. Ahora cabe preguntarte, ¿qué posibilidades representa la constitución de cooperativas de trabajo o de servicios por quienes se desempeñan en este rubro?

En un contexto donde predomina la autogestión de artistas, técnicos y gestores/as culturales hablamos de la posibilidad de organizarse con un enfoque colectivo y reconociendo su condición de trabajadores. Es decir, por un lado, las cooperativas representan una forma de organización basada en las necesidades de las personas que la componen, de gestión democrática y bajo una lógica colectiva que es similar a gran parte de las agrupaciones artísticas. Por otro lado, levantar una empresa desde el enfoque del trabajo pone en valor la riqueza del sector cultural, puesto que, son las personas con sus oficios, conocimientos, talentos y mucho trabajo lo que da vida y movimiento a cualquier industria, sector o circuito artístico-cultural. Dicho sea esto, creo además que las cooperativas representan la oportunidad de generar empresas que puedan sortear las enormes brechas que existen en el sector cultural y la falta de apoyos y políticas para instalar una industria creativa nacional. La pandemia nos ha mostrado que existe creación de calidad y producción artística en todas las regiones, pero una enorme falta de espacios de distribución y difusión.

– Háblanos de alguna o algunas experiencias en las cuales se hayan realizado tales posibilidades.

Creo que hay varias experiencias interesantes en Chile como la Furia del Libro y la editorial infantil La Pataleta en el sector del Libro, TransHumante en el sector audiovisual, el Bazar Putamadre en Valparaíso y Rueda en el sector de la música. A nivel internacional creo que es interesante poner atención al movimiento de cooperativismo de plataforma, y allí a la cooperativa de fotógrafos Stocksy, que muestra las posibilidades de las cooperativas en el entorno digital.

– Quienes integran cooperativas, sobre todo de trabajo, manifiestan una constante decepción por la ausencia de una legislación que favorezca la creación y funcionamiento de unidades productivas que pongan el interés general de sus miembros por sobre la acumulación de capital. Desde tu perspectiva, ¿qué cambios normativos urge hacer en este sentido?

Si bien se podría pensar en cambios legislativos como agilizar el trámite de constitución de cooperativas, creo que los principales desafíos no pasan por un cambio de legislación, sino más bien por la difusión de las cooperativas y la capacitación a la administración del Estado en estos temas. Mientras sea una figura poco conocida e incluso desconocida existirán vacíos, interpretaciones contradictorias de la ley, ausencia de mecanismos y políticas que se ajusten al modelo cooperativo, etc. Y no sólo hablamos de la administración del Estado, incluso a nivel de formación profesional, que no se contemple a las cooperativas como tema obligado cuando se habla de figuras legales, empresas o economía, por nombrar algunas áreas, nos deja con un enorme vacío. Las cooperativas no pertenecen al pasado, hoy más que nunca son el futuro.

– En la medida en que se revisa el Manual, surge la pregunta de cómo se desenvolvería una cooperativa considerando el carácter de la política cultural chilena, predominada por la concursabilidad, la fondodependencia y la negligente renuncia a entender el quehacer artístico como trabajo por parte de las autoridades del Estado. Sería interesante que nos pudieras compartir tu mirada de este problema.

La reivindicación de la calidad de trabajador para los y las artistas, técnicos y gestores/as es una tarea que ya ha sido iniciada por diversas organizaciones sindicales y gremiales. Los avances que se han dado se han debido históricamente al movimiento del mismo sector cultural. Las políticas públicas hasta hoy muestran una incomprensión e invisibilización de la dimensión laboral de todo el sector cultural y con ello, se simplifica un área tremendamente diversa y compleja reduciéndola a la creación artística y la entrega de financiamiento para subsidiar este tipo de producción. Los y las trabajadores/as culturales deben ser sujeto de las políticas del trabajo y no sólo de las políticas culturales. El diagnóstico ya está hecho y es de conocimiento público que el trabajo en cultura es uno de los más precarios, con altos niveles de informalidad, bajos salarios, pluriempleo y desprovisto de protección social. Sin embargo, faltan las propuestas y hasta el momento tampoco se observa voluntad política de abordar esta problemática.

En este sentido, la cooperativa de trabajo es un aporte al sector cultural porque otorga la calidad de trabajador a sus socios y con ello, nos ubica en el campo de los derechos laborales y el trabajo decente. Sin embargo, se requiere una mayor difusión de esta figura y sus posibilidades.

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