Un grupo importante de escritores y escritoras chilenos de variada composición etaria que cultiva el género policial/negro, en algún momento se confabuló, tras la inmovilidad editorial causada primero por las revueltas sociales de fines del 2019, y luego por la subsecuente pandemia del coronavirus que golpeó con fuerza (y sigue golpeando) a ese país sudamericano, se confabuló, decía, para sacar una revista virtual de lo que ellos y ellas llamaron géneros oscuros, hasta ahora la narración policial, el noir, la ciencia-ficción y afanes escriturales afines.
Wilberio Mardones*
Tras seis números que están disponibles en la red deLibros.cl, con muchos cuentos, reseñas de libros, artículos temáticos, cómics, incluido un "especial pandemia" y en camino un "especial escritores asesinos", centrado en la llamada Sociedad de Escritores Chilenos (SECH), un ente gremial que ha conocido controversias a veces en el límite mismo con el delito y generado enemistades sin vuelta atrás, la revista Trazas Negras da un panorama vivo, en línea se podría decir, de la forma entusiasta aunque desesperada en que se debate el noir criollo. Ello en un contrato social que se mantiene precariamente a flote, aunque con pronóstico reservado, para un país que no sale de sus traumas desde hace casi medio siglo.
La herencia impermeable de la dictadura militar incluida la corrupción en los altos mandos, las traiciones de la transición (que aún persiste), las falsedades de la democracia recuperada, el descubrimiento de que la sociedad chilena está asentada sobre los pilares frágiles y bamboleantes de la inequidad más brutal, el despojo ancestral de los ocupantes ancestrales del territorio, sobre todo el pueblo mapuche (actualmente en rebelión armada), el odio a la religión católica dominante con episodios de estupro que han abarcado desde obispos a curas de pueblo, la rampante desigualdad de género y, last but not least, una marginalidad generalizada que se expresa en una estratificación geográfica (regional, comunal, barrial), que hacen aparecer al país dividido en zonas estancas, unidas por eficientes sistemas de transporte que han sido precisamente el blanco de la violencia más desatada.
De todo esto hay en Trazas Negras. No solo es una revista digna de hojear y ojear, 28 páginas densas, para catar mes a mes algo de lo que está pasando en este país, así como evaluar el nivel de sus escritores y escritoras, sino sobre todo para comprobar que el noir sigue siendo una opción vigente al momento de canalizar los esfuerzos creativos de autores y autoras que de otra manera quedarían esperando una normalidad la cual, por lo que se ve y se lee, está lejos de retornar algún día cercano. Y mucho menos aguardar con tranquilidad "el futuro esplendor" que promete el decimonónico himno nacional de Chile.
* Librero de ocasión y crítico de cine panameño residente en Chile