El Fútbol Regional se caracterizó, entre otras cosas, por estadios desbordados de público, los habitantes de los distintos territorios tenían una fuerte identificación con sus equipos que traspasa el plano puramente deportivo, algo que aún mantiene el fútbol argentino, por ejemplo. Las Barras se trasladaban en trenes (otro signo de identidad perdido), los turnos de obreros salían completos desde las fábricas o minas hasta el Estadio donde se encontraban con sus familias.
En las galerías se comía y se bebía en abundancia, no existían ni los controles ni restricciones que hoy existen. La Hinchada de los equipos de la costa: Lota Schwager, Coquimbo-Crav de Penco, Marcos Serrano de Tomé o Naval por ejemplo concurrían al estadio, con Tritre ahumado, sierra al horno, pesca seca, pancoras, lulos o tortillas, además del vino o el mate, eran verdaderas tardes familiares, el fútbol era para toda la familia.
Así por ejemplo, Naval contó por muchos años con una barra femenina y el hincha más recordado en la historia de Naval, es precisamente una mujer. Ana Ortiz se llamaba, pero todos la conocían como la Ana del Naval, una mujer de origen muy humilde que vagabundeaba por las calles del puerto, hasta que la armada le cedió una casa frente al Estadio el Morro, en el lugar que hoy ocupa el Liceo C-25 en Talcahuano.
Cuenta la leyenda que siempre se ubicaba detrás del arco del equipo contrario y desde allí alentaba a su equipo con el clásico ¡Ya Navaalll! hoy asumido como el grito oficial de la barra chorera. No se sabe cuando nació ni cuando murió, un día en la década del 80 no apareció más en el estadio el Morro, sus restos descansan en un nicho del cementerio Nº2 de Talcahuano.
También durante los 70 y principio de los 80 es el otro personaje popular, el hincha más famoso de Lota Schwager, y probablemente el personaje más recordado en toda la historia de este club. Sus historias son transmitidas de padres a hijos en la ex zona del carbón, una especie de cantinflas local, o un verdadero Roto Chileno su nombre o más bien su sobrenombre: Ballico. En los campos de nuestra zona denominaban así, al chancho más pequeño y gritón de la camada, también se le denomina así a un tipo de maleza que crecía en los cerros, cualquiera fuera la excepción, el apodo calló como anillo al dedo a este personaje popular. Sus gritos se escuchaban en todo el Estadio Federico Schwager y cuando las autoridades durante la dictadura militar le prohibieron el ingreso al Estadio, seguía gritando desde afuera, encaramado en los árboles haciendo reír a todo el Estadio. Los dirigentes del Club y Carabineros montaban cerco en torno al Estadio para que Ballico no ingresara, ya que en pleno minuto de silencio por el fallecimiento de un dirigente del club con su enrome vozarrón gritó a todo pulmón con la ironía que lo caracterizaba: ¿Y de qué murió, Oiga? Estallando el Estadio en risas, en una época que las autoridades debían ser no sólo respetadas, sino también temidas.
Cuenta algunos que Lota Schwger perdía 4 a 0 como local ese día, otros señalan que el partido recién comenzaba, cualquiera allá sido la circunstancias otra vez Ballico hacia reír a todo el Estadio gritando el clásico y siempre recordado ¡Al empate Schwager! Que los hinchas mineros recuerdan con humor cada vez que su equipo está abajo en el marcador.
Un día Ballico, quien se ganaba la vida gritando en los puestos de las ferias (a capela por supuesto) ofreciendo mercaderías, o acompañando a camiones que vendían papas, no apareció más por el Federico Schwager. Una noche a Ballico se lo llevó el frió, muriendo de hipotermia en el auto abandonado donde dormía. Por que Ballico, el personaje más conocido de la zona del Carbón, al igual que La mítica Ana del Naval eran dos vagabundos.