Los incendios forestales vuelven a plantear la necesidad de recuperar el bosque

En el sitio web de Conaf se registra un preocupante aumento de incendios forestales a nivel nacional. Las superficies afectadas se concentran en la zona centro sur del país que tienen grandes extensiones de su territorio plantadas de pinos y eucaliptos. 

En nuestra Región acaban de quemarse unas 3.500 hectáreas en la provincia de Arauco afectando directamente a vecinos de caleta Llico, Rumena y Punta Lavapié pertenecientes a la comuna de Arauco. También han sido afectados este 22 de diciembre, nuevamente por un incedio forestal, habitantes de Quillón, a la altura del kilómetro 7 que une esta comuna con Ránquil. 

En el caso de los habitantes de Rumena y Punta Lavapié, el servicio de agua potable se ha interrumpido hasta una fecha indeterminada, pues según ha informado la Gobernación de Arauco, se quemaron las mangueras que se extienden desde la toma de agua hasta los poblados. No obstante, la situación es más grave aun, ya que las quebradas desde dónde se tomaba el agua potable estaban plantadas con monocultivos forestales arrasados por el incendio. Los vecinos de Llico han presentado cuadros de infección estomacal luego de tomar agua, supuestamente potable, y han resuelto hervirla. El representante vecinal Cipriano Orellana, explicó que la toma de agua abastecedora de Llico, está en un lugar también afectado por el incendio y podría estar contaminada con vegetación y fauna quemada. 

En el caso de los habitantes de Quillón, sufrieron la pérdida de árboles nativos y de colmenas de abejas. Algunos se dedican a la apicultura y ya, este año, habían enfrentado la mortandad de abejas provocadas por el esparcimiento de agrotóxicos en cultivos de cerezas y uva, según los afactados. 

Las nulas medidas de resguardo y control hacia las plantaciones forestales, junto con factores como el calentamiento global y la disminución de precipitaciones permite anticipar el aumento de estos incendios, en número e intensidad, si todo se sigue haciendo como hasta ahora. 

Las últimas décadas han estado marcadas por un alarmante deterioro medioambiental. Una expresión de ello ha sido la pérdida del bosque en la sustución por plantaciones forestales. En nuestra región se ha desmontado un 80% del bosque nativo y una de las repercusiones de esto es la pérdida de humedad en los ambientes y la escasez de agua. 

El agua, además de provocar humedad en el ambiente, regula su temperatura. Por ello en los bosques es mucho más difícil que ocurran incendios. Aquí, el agua es capturada de la lluvia o de las nubes o la neblina, en el caso de los de altura. El agua de la lluvia, por ejemplo, cae y es interceptada por las ramas de los árboles, conduciéndose lentamente por su tronco hasta llegar al suelo, también lo puede impactar directamente. El ingreso del agua al subsuelo es producto de la acción de lombrices e insectos, que contribuyen en la formación del suelo, cumpliendo la función de una esponja. El agua tiende a drenarse hacia lo que se conoce como la capa freática, donde ésta sigue su tránsito hacia los cursos de agua, como arroyos y ríos. Este ciclo es lento y constante, permitiendo el aprovisionamiento hídrico continuo, incluso en periodos en que no hay lluvia. 

En un monocultivo forestal, esto no ocurre, principalmente por que todos los árboles han sido plantados simultáneamente y operan como verdaderas bombas que extraen agua para su crecimiento, a diferencia de un bosque dónde se encuentran árboles de distinta especie y edad. Por otra parte, para aumentar la rentabilidad, un manejo forestal debe eliminar toda vegetación que represente una competencia de nutrientes y agua a los árboles del monocultivo, perdiéndose el sotobosque y los seres vivos que podrian aportar en la formación de suelo. El agua de la lluvia, se encuentra con un terreno duro y no se absorbe, escurriendo y evaporándose. 

La sequedad se ha ido acumulando. La cordillera de la costa, en nuestra Región ha sido el principal escenario de la expansión de los monocultivos de pinos y eucaliptos, y también de los incendios del 2011 y este 2013 en Quillón y Ránquil y ahora en los cerros de Arauco, mostrando lo nefasto que han sido éstos y las mentiras con las que se han instalado. 

-No han revertido la erosión, al contrario la han profundizado en todos los terrenos disminuyendo ostensiblemente un elemento fundamental para su fertilidad: el agua. Además, se han perdido una serie de nutrientes que, en sucesivas rotaciones, las plantaciones consumen sin devolver nada al suelo. Los pinos insigne son originarios de California, EE.UU. y los Eucaliptos Globulus provienen de Australia y algunas zonas de África. La composición química de sus hojas es distinta a la de la vegetación local y tiene dificultades para ser degradada por los organismos descomponedores. 

-Tampoco han usado sólo terrenos erosionados. Como ya hemos indicado, la sustitución del bosque ha sido principalmente por estas plantaciones. Además de usar espacios dedicados a la agricultura, dejando a las comunas «con vocación forestal» desprovistas de producción alimentaria. 

-No han mejorado las codiciones de vida de la población. El empobrecimiento de la población que vive en torno a ellas tiene diversas manifestaciones: En el trabajo, con salarios que no superan los 250 mil pesos para la mayoría de los obreros y en condiciones de riesgo constante con una accidentabilidad y siniestralidad sólo menor que en la minería. También la precarización de la vida reside en que la producción de alimentos se ha vuelto más dificultosa, encareciéndolos y obligando a la mayoría a consumir productos nutricionalmente, más pobres y dañinos. 

En la zona centro sur, la disminución de precipitaciones, ha sido de un margen del 40% al 50% entre 1900 y 1999. El bosque puede contribuir con eficacia a contrarrestar los efectos de este fenómeno, por ello es de gran importancia su recuperación, que implica detener la plantación forestal y reducir los lugares destinados para ésta.

Foto: Punta Lavapié, después del incendio de diciembre de 2013. Se puede apreciar la cercanía de la zona quemada de la población. 

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