Los miedos de Javier Milei: Su notable inseguridad intelectual

Ese mecanismo de postularse como «un genio incomprendido» cuando en realidad es un repetidor mediocre de literatura de oferta, se denomina «estafa intelectual»

Por Nestor Kohan

Dejemos de lado las «excentricidades», extravagancias y ya habituales disparates de Javier Milei (comunicarse, supuestamente, con «el más allá» a través de sus perros clonados; su «controvertida» relación con la hermana (que haría sonrojar a Lévi-Strauss y a Sigmund Freud); sus ataques de ira y repetido maltrato público a las mujeres; sus peinados bizarros y sus poses televisivas de bufón de circo; el andar saltando y haciendo pogo como un adolescente con canciones de «La Renga» y luego tener que tomar calmantes porque le duele la cintura, como un veterano en franco deterioro, etc.

Myriam Bregman acertó notablemente cuando lo definió, no como un león (tal como él se vende en el marketing electoral argentino), sino como un gatito mimoso de los millonarios. Unos días antes de la caracterización de Myriam, me tocó definirlo ante una entrevista de TELESUR, no como el temible animal «rey de la selva» sino como un «caniche faldero de la Embajada Norteamericana».

Haciendo abstracción de todo esto, concentrémonos exclusivamente en algunas de sus principales estafas intelectuales. Cada vez que intenta humillar a otrxs candidatxs y contrincantes, sean de la política o del periodismo, los trata de «brutos», «burros» e «ignorantes». ¿Qué ofrece a cambio este muchachito diletante, típico de UNIVERSIDAD PRIVADA? Gato por liebre. El intento de vender como «novedad» de última tecnología antiguos televisores blanco y negro de tecnología analógica.

VAMOS AL NÚCLEO TEORICO de sus supuestos axiomas doctrinarios: Milei se autopostula como seguidor de la «Escuela austríaca», difundida vertiente de la economía neoclásica (los abuelitos académicos del neoliberalismo). Uno pensaría que, para animarse a humillar a todo el mundo, al menos se tomó previamente el trabajo de estudiar e incursionar a fondo en la obra, por ejemplo, de Eugen von Böhm-Bawerk (1851-1914).

Un gran conocedor de Marx, lector sistemático de EL CAPITAL, quien por no comprender a fondo el método dialéctico, cometió un gravísimo error: intentó cuestionar la consistencia lógica entre el tomo 1 y el tomo 3 de la principal obra de Marx. En los términos del célebre y erudito austríaco Böhm-Bawerk, el tomo primero de EL CAPITAL giraría en torno al valor, mientras que el tomo tercero lo haría en torno a los precios de producción y de mercado. Para el economista austríaco, Marx habría caído en una inconsistencia lógica.

Las respuestas que recibió Böhm-Bawerk fueron demoledoras: desde las más famosas de Rudolf Hilferding y Nikolai Bujarin hasta la mucho más radical y profunda de Isaac I. Rubin. De cualquier modo, aún equivocado, Böhm-Bawerk se había tomado el trabajo de leer completo EL CAPITAL, al menos como había sido publicado en aquella época (hoy sabemos que es una obra mucho más amplia, extensa y compleja, con varias redacciones diferentes entre sí). ¡Pero no! MILEI NO CONOCE A BOHM-BAWERK (FUNDAMENTAL TEORICO DE LA ESCUELA AUSTRIACA) Y JAMAS ESTUDIO EL CAPITAL. No se podría esperar otra cosa: pobrecito, le tocó «caer en la UNIVERSIDAD PRIVADA».

Lo que Milei apenas leyó (probablemente por arriba, en diagonal y aferrándose a los pequeños textos de solapas y contratapas) fue a Robert Nozick [(1938-2002), un fanático enemigo estadounidense de la justicia distributiva y la justicia social, de quien muy probablemente extrajo el argumento para su ridícula acusación de «comunista» contra el papa Francisco I y toda persona que defienda la justicia social. También adopta de Robert Nozick la propuesta patronal de los grandes empresarios: reducir el Estado a «un Estado mínimo» = (a) «Justicia» (Tribunales) + (b) «Seguridad» (Policía y Fuerzas Armadas). Todo el resto: suprimirlo o privatizarlo (Educación pública, salud pública, políticas sociales, etc.).

Nada original. Una simple copia del publicista estadounidense, por no decir plagio. Sólo que Milei lo combina con condimentos locales (su binomio con la apologista del terrorismo de Estado y negacionista a ultranza, Adolf (Victoria) Villaruel + alianzas con símbolos genocidas como el temible general Bussi (el padre, entrenado en Vietnam y probado genocida en Tucumán, selecto miembro de «la Casta» de quien fue empleado) ; vínculo sucio que hoy prolonga al aliarse con su hijo).

La otra fuente inconfesada de sus presuntas «genialidades» y «propuestas originales» es Murray Rothbard ([1926-1995], un divulgador degradado y segundón de Ludwig von Mises).

A eso Milei denomina «la escuela austríaca»: no a los originales exponentes de aquella escuela europea iniciada alrededor de 1870, sino a los divulgadores y repetidores estadounidenses de segundo orden y cuarta categoría, literatura de mesa de saldos, hoy promocionada hasta el hastío.

Ese mecanismo de postularse como «un genio incomprendido» cuando en realidad es un repetidor mediocre de literatura de oferta, se denomina «estafa intelectual». Seguramente sus votos electorales no provengan de allí, de sus tristes y mediocres fuentes de «inspiración» (por no decir plagio). Pero su imagen de «erudito economista» es uno más de sus bluff y puestas en escena marketineras.

Mucho cuidado con caer en la trampa de pensar o imaginar: «es un ultra-derechista y medio loquito, pero… sabe mucho». No es cierto. Él es el «burro», el «asno», el IGNORANTE (para utilizar sus propios términos peyorativos, que tanto le fascinan). Sus acusaciones agresivas y permanentes insultos violentos esconden un miedito difícil de disimular… que sufre y padece por sus inseguridades teóricas.

PD: (Si tiene ganas, lo puedo ayudar a estudiar para no seguir haciendo papelones, una mano no se le niega a nadie)

 

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