Por Hannah Devlin/theguardian.com
Traducido al español por Resumen.cl
Estudios muestran que las tribus modernas de cazadores-recolectores funcionan sobre bases igualitarias, lo que sugiere que la desigualdad fue una aberración que llegó con el desarrollo de la agricultura.
Nuestros antepasados prehistóricos son frecuentemente retratados como salvajes con lanzas, pero es probable que las primeras sociedades humanas se hayan fundado en ilustrados principios igualitarios, según los científicos.
Un estudio ha mostrado que en las tribus contemporáneas de cazadores-recolectores, mujeres y hombres tienden a poseer la misma influencia sobre dónde vive su grupo y con quiénes viven. Los hallazgos desafían la idea que la igualdad sexual es una invención reciente, planteando que de hecho ha sido la norma para los humanos durante la mayoría de nuestra historia evolutiva.
Mark Dyble, un antropólogo que lideró el estudio en el University College London, dijo: «Sigue existiendo esta percepción más amplia que los cazadores-recolectores son más dominados por los hombres. Hemos argumentado que fue sólo con la aparición de la agricultura, cuando las personas empezaron a acumular recursos, que apareció la desigualdad».
Dyble señala que los últimos descubrimientos indican que la igualdad entre los sexos puede haber sido una ventaja para la sobrevivencia, y que jugó un rol importante en la conformación y evolución de las sociedades humanas.»La igualdad de sexos es uno de un importante juego de cambios en la organización social, incluyendo cuestiones como el emparejamiento, nuestros grandes cerebros sociales, y el lenguaje, que distingue a los humanos», señaló. «Es algo importante que nadie ha destacado realmente antes».
El estudio, publicado en la revista Science, se dispuso investigar la paradoja aparente de que mientras las personas en las sociedades de cazadores recolectores muestran fuertes preferencias a vivir con miembros de su familia, en la práctica los grupos en los que viven tienden a abarcar a muy pocos parientes estrechamente relacionados. Los científicos recogieron información genealógica de dos poblaciones de cazadores-recolectores, una en el Congo y una en las Filipinas, incluyendo las relaciones de parentezco, movimientos entre campamentos y patrones de residencia, a través de cientos de entrevistas. En ambos casos, las personas se inclinaban a vivir en grupos de alrededor de 20, moviéndose aproximadamente cada 10 días y subsistiendo de la caza de animales y peces, la recolección de frutas, vegetales y miel.
Los científicos construyeron un modelo computarizado para simular el proceso de variación de asentamientos, basados en el supuesto de que las personas elegirían poblar un campamento vacío con su parentela cercana: hermanos, padres e hijos.
Cuando sólo un sexo tuvo influencia sobre el proceso, como es típicamente el caso en sociedades ganaderas y agrícolas dominadas por hombres, aparecieron estrechos ejes de individuos relacionados. Sin embargo, el número promedio de individuos emparentados fue señalado como mucho menor cuando hombres y mujeres tenían una influencia equivalente, correspondiendo de cerca con lo que fue visto en las poblaciones estudiadas.
«Cuando sólo los hombres tienen influencia sobre con quiénes están viviendo, el núcleo de cualquier comunidad es una densa red de hombres estrechamente emparentados con las esposas en la periferia», dice Dyble. «Si hombres y mujeres deciden, tú no obtienes grupos de cuatro o cinco hermanos viviendo juntos».
Los autores argumentan que la igualdad sexual fue una ventaja evolutiva para las primeras sociedades humanas, al haber fomentado conexiones sociales más amplias y cooperación más estrecha entre individuos no-emparentados. «Te da por lejos una red social más expansiva con una elección de compañeros más amplia, por lo que la endogamía habría sido un problema menor», según Dyble. «Y entras en contacto con más personas y puedes compartir innovaciones, que es algo que los humanos hacen por excelencia.»
El Dr. Tamas David-Barret, un científico del comportamiento de la Universidad de Oxford, acepta estos planteamientos: «Este es un resultado muy bien realizado», señaló. «Si tu eres capaz de rastrear tu parentela más lejos, puedes obtener una red mucho más amplia. Todo lo que necesitas hacer es reunirse de vez en cuando por algún tipo de festín».
El estudio indica que fue sólo con la aparición de la agricultura, cuando las personas fueron capaces de acumular recursos por primera vez, que emergió un desbalance. «Los hombres pueden comenzar a tener varias esposas y pueden tener más hijos que las mujeres», argumentó Dyble. «Vale más la pena para los hombres empezar a acumular recursos y se vuelve favorable formar alianzas con los parientes masculinos.
Dyble dijo que el igualitarismo puede haber sido uno de los factores importantes que distinguieron a nuestros ancestros de nuestros parientes primates. «Los chimpancés viven en sociedades agresivas, dominadas por hombres, con jerarquías claras». «Como resultado, simplemente no ven suficientes adultos durante su vida para que las tecnologías sean mantenidas».
Los hallazgos están apoyados por observaciones cualitativas de los grupos cazadores-recolectores en el estudio. En las poblaciones filipinas, las mujeres están involucradas en la caza y la recolección de miel, y mientras allí sigue habiendo una división del trabajo el total de hombres y mujeres contribuyen un número similar de calorías al campamento. En ambos grupos la monogamia es la norma y los hombres juegan un rol activo en el cuidado de los niños.
Andrea Migliano, del University College London y el autor ya señalado de la investigación, dicen: «La igualdad de sexos sugiere un escenario donde rasgos únicos de los humanos, como la cooperación con individuos no emparentados, puede haber emergido en nuestro pasado evolutivo»
FUENTE: http://www.theguardian.com/