Los vecinos damnificados de las caletas Puerto Inglés, Candelaria y Cantera, de la península de Tumbes, han vivido en una emergencia sanitaria constante. Los inicios estuvieron marcados por el campamento que montaron en los cerros de la península y continuaron con la vida en los campamentos asignados por el Estado.
Resumen conversó con vecinos del campamento Meryland y del campamento Renacer, quienes coincidieron en la preocupación por la construcción de sus viviendas definitivas y por la inestable situación económica que les afecta.
Virginia Marchant secretaria de la Junta de Vecinos de Meryland, cuenta que después de meses que estuvieron demandando la instalación de nuevos baños y de agua potable, recién la segunda semana de octubre, fueron instalados 18 baños para una población de 75 familias (un baño para 4 familias), los que cuentan con duchas y agua potable. Desde este lugar, las familias deben acarrear el agua potable para realizar sus quehaceres domésticos, por lo que están demandando la instalación de agua potable para sus casas.
Este podría consiederarse un avance, ya que desde su llegada al campamento tuvieron 5 baños químicos para las 75 familias, que en total son 250 personas.Sin embargo, los damnificados han denunciado que estos no funcionan, por lo que siguen obligados a soportar condiciones insalubres e indignas.
Otra preocupación es que, a meses de haber llegado a este lugar, aun no cuentan con una entrada a su campamento, por la que puedan pasar vehículos. Virginia narra que los vecinos han tenido que entrar sus enseres a pulso, porque el ancho de la entrada es de unos 160 centímetros, imposibilitando el paso de un automóvil.
Pero también, esta situación es riesgosa, ya que al campamento no puede entrar una ambulancia ni un carro de bomberos. Hasta el momento, dice Virginia, han insistido a la Gobernación sobre la necesidad de ensanchar la entrada, pero no han recibido respuestas concretas.
En cuanto a las pérdidas de botes, sólo se ha podido recuperar unos 7 botes, a través de distintos proyectos. Pero aquí pasa algo, advierte Virginia. Antes del maremoto, cada familia tenía su chata (bote pequeño) la que le servía para trabajar en la recolección de luga y otros recursos, pero no la tenía declarada ante SERNAPESCA, por ello es que no son reconocidas en ninguno de los proyectos que se han abierto para la recuperación de embarcaciones.
En el plano laboral, esta situación se suma a la progresiva extinción de la merluza, del congrio y de otras especies. Pero además, nos cuenta Virgina, las dificultades económicas aumentan, pues el precio de la pesca es puesto y cambiado arbitrariamente por los que se la compran y la revenden en pesqueras. Cuando sale harta pesca, la caja de merluza puede bajar de 8 mil pesos hasta 4 mil o 3 mil pesos, entonces no hay regulación de nada, dice Virginia.
Lilian Bastías, presidenta de la Junta de Vecinos del Campamento Renacer, cuenta que también hace unas semanas han recibido los 18 baños químicos, para las 37 familias que viven ahí, aunque han tenido problemas con la calidad de la instalación.
Lilian plantea que les preocupa lo irregulares de las cuentas del servicio de electricidad. Las boletas se emiten con consumos que no corresponden y la empresa CGE, ha hecho caso omiso a sus denuncias. Hasta el momento se han negado a pagar estos cobros, porque están en la incertidumbre de lo que sucederá a futuro.
Para los vecinos de Renacer y de Meryland es muy importante el tema de sus viviendas definitivas, que el lugar donde se construyan sea cerca de la caleta Tumbes, pues ahí está su fuente laboral. No obstante, aun están en la incertidumbre con respecto a ese tema.
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