Luciana, la punta del iceberg.

Por Paulina González, Psicóloga, equipo TRIAGRAMA, Investigadores en Desarrollo Esencial Humano.

 

Finalmente la recién nacida Luciana fue devuelta a sus padres sin restricciones, excepto por la exigencia a la madre de hacerse un examen de orina semanal para descartar el consumo de cannabis, durante un mes, y luego aleatoreamente, lo que ella aceptó. Todo por los hijos pero ¿será legítima esta intromisión, esta incidencia en nuestras vidas, en nuestra intimidad?… porque si lo aceptamos para este caso, aceptamos para todos los casos esta facultad del Estado para manipularnos en nuestras elecciones personales, en el nivel donde configuramos la manera como vivimos, el sentido que le damos a nuestra existencia, todo con base en un prejuicio fuertemente arraigado, y más aún, en una manera de mirar y de comprender que desconoce de la vida una dimensión esencial y nos orilla hacia fuera de órbita para contentarnos con un pseudo control y seguridad, sin acceso a la Libertad ni a la Felicidad… No es lo que esta joven pareja ha dicho acerca de su consumo, de hecho lo que alcanzan a decir, el modo como pueden hablar acerca de su propia experiencia, refleja la ineludible responsabilidad que tenemos de verdaderamente, Educar respecto al uso del Cannabis, y cómo aprovechar de esta planta todo lo que tiene para ofrecer al Desarrollo Evolutivo. Habría que partir antes si, antes de la marihuana, en el Ser Humano.

Exigir de una madre que deje consumir cannabis, que abandone una práctica que aporta a su bienestar, a su salud o a su trascendencia -en grados variables de acuerdo a la oportunidad que haya tenido para darle un fundamento y sentido a su consumo- como requisito para poder cuidar de su hijo recién nacido, no es algo que pueda hacerse en nombre del Bien Superior del niño, someterse a esta condición compromete profundamente la Dignidad de sus Padres, como eso va a ser mejor para el Hijo. Se parece a la suspensión condicional que muchos aceptaron para evitar un temido mal mayor -la mancha en los antecedentes, el escarnio público, la pérdida del trabajo, etc- a costa de declararse culpables y aceptar que la decisión de usar cannabis, de cultivar, de portar, fue una acción delictiva, una acción dañosa para otros, un vicio reprochable social y penalmente.

Una lástima lo que vimos en televisión, expuesta la limitación y la debilidad en cámara, el corto alcance de nuestros esfuerzos, el despropósito de viajar a Santiago a un programa sin rumbo, sin profundidad, invitados estelares a ser interrogados sin contexto, frente a un público que necesita orientación, información, y recibe fragmentos confusos e inconexos de datos que hacen perder la pista de lo importante, limitando la posibilidad de alcanzar una visión más inclusiva y fidedigna. Mal por el periodista y su programa, mal por los padres que después de 13 días de haber sido torturada la niña, privada del contacto con su madre y su alimento natural, la someten nuevamente a una situación para ella de altísimo estrés, totalmente ajena a su habitat, a su necesidad, ¿para qué?, ¿que apuro había de contar la historia?, si fue para explicarse no sirvió de nada, salta a la vista que ni ellos mismos comprenden suficientemente su situación como para hablar de ella y, en parte por lo mismo, no están en condiciones de asumir toda su verdad con altura, con Dignidad, como quien va a tientas intentando, enfrentando sus propios demonios, haciendo lo que puede. Lejos estoy de condenarlos, mi interés es dar la mano y ofrecer lo que está disponible, poniéndolo en acción en mi propia circunstancia y desde aquí emitir una vibración más fina, la del intento por estar Presente, que los alcance a Ustedes y a quienes como Ustedes tiene la posibilidad de contar con estas flores pero no han tenido la oportunidad de aprovecharlas en todo su potencial, para que si tengan este regalo a su disposición.

Lo más relevante es que ha quedado expuesta una dimensión de la realidad del uso del cannabis, de la cual estos jóvenes padres son a penas la punta del iceberg, una descolorida y vaga expresión de una riqueza enorme, expresada en la vida cotidiana de personas y de familias que han incluido el cannabis en sus vidas de manera natural, en el contexto de un nuevo paradigma, otro sentido común, ciudadanos que ya no luchan en contra, ni esperan, ni menos renuncian, simplemente actúan en consecuencia, dispuestos a asumir el costo que esto puede implicar, siempre ínfimo en comparación con el beneficio, con la nutrición que significa sintonizar con la dimensión esencial o espiritual de la existencia, donde reside la esencia misma de ser Persona, como dice la Biblioteca del Congreso Nacional.

Escuchen a estas familias Rastafaris…

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