[resumen.cl] La muerte del actor Luis Alarcón ha impactado en la población chilena que durante décadas lo vio representar decenas de roles en sucesivas teleseries que han pasado a formar parte del imaginario popular. Su fallecimiento fue informado la tarde de este viernes por Sidarte, el sindicato de actrices, actores y teatristas que él mismo contribuyó a fundar, precisamente cuando la televisión incursionaba en producciones dramáticas.
En el libro SIDARTE. 50 años de sindicalismo sobre el escenario, se consignan diversos testimonios de quienes bregaron por su fundación en 1967 y continuaron siendo parte de su trayectoria hasta la actualidad. En este contexto, los recuerdos de Luis Alarcón fueron valiosos para construir un relato histórico de la organización y reconocer en él la convicción de que el presente y el futuro de las y los trabajadores depende de su unidad y disposición de lucha.
A continuación expondremos algunas de sus evocaciones aparecidas en este trabajo.
«Cuando apareció la televisión empezamos a trabajar en forma muy informal, no había contrato, no había nada, no sabíamos bien si nos iban a pagar o no; entonces, en un momento dado acudimos al Sindicato de Actores Teatrales y no pasó nada. Entonces decidimos reunirnos y pensar ¿qué hacíamos frente a la situación tan difícil que vivíamos los actores? Se empezaba a ganar un poco más de plata, pero no había reglas claras para ordenar este trabajo».
«Se llamó a una asamblea, que se hizo en el Sindicato de Músicos de Orquesta, porque nosotros no teníamos local. Allí se hizo una asamblea, a la que asistió un número importante de personas y se eligió un director para conseguir la personalidad jurídica del sindicato y fundar oficialmente SIDARTE».
«Conseguimos el uso del contrato, que hasta entonces no se conocía. Uno trabajaba de palabra no más y le daban un vale, un cupón, un recibo, por lo que le pagaban, si es que le pagaban. Pero no teníamos nada para defendernos. Con el tiempo, sin embargo, durante el gobierno de Eduardo Frei padre, conseguimos el uso del contrato. Las empresas tenían que contratar a los actores como trabajadores, como debería ser».
«En el gobierno de Salvador Allende conseguimos también entrar a la Caja de Empleados Particulares para tener una jubilación. Eso resultó muy bien porque varios actores se jubilaron gracias a eso se jubilaron bien, con una pensión mensual decente».
«Teníamos relaciones con la Federación de Trabajadores del Espectáculo; también con el Sindicato de Músicos. Éramos amigos aunque políticamente teníamos tendencias diferentes, pero trabajábamos juntos; y con el Sindicato Circense, a quienes, después que arrendamos en la calle Teatinos, entregamos un piso. También tuvimos en nuestra sede, en Teatinos, al Sindicato de Extras, que ya no existe, desapareció. Porque necesitaban cierta protección y nosotros, como teníamos alguna experiencia, los acogimos. Todo eso lo perdimos en el Golpe de Estado y sin embargo seguimos trabajando».
«Habíamos conseguido, por ejemplo, que para las películas, los contratos de Chilefilms fueran visados por SIDARTE y SIDARTE dirimía los roles. Leía el guion y decía este es rol A, este es rol B, este es rol C y este es estrella, o sea los protagonistas. Tenían un mínimo de sueldo, se le podía pagar un mínimo que establecía SIDARTE. Después de eso los actores podían negociar para ver si podían ganar un poco más, pero menos de eso no. Eso también se pulverizó a su debido tiempo ¿no?, digamos hasta el 11 de Setiembre del 73».
«Los primeros días del año 74 nos llegó una citación, a la directiva, de la Inspección del Trabajo. Con las precauciones debidas nos presentamos en la Inspección del Trabajo, era para decirnos que nosotros éramos los dirigentes legales y preguntarnos si queríamos hacernos cargo del sindicato. Nosotros dijimos que sí, aceptamos el reto. Desplazamos, entonces, a los que se habían tomado el sindicato ilegalmente (...) y empezamos a trabajar ahí. Aníbal Reyna no estaba, entonces, dentro de los cuatro que éramos, elegimos un presidente, es decir, el mismo directorio eligió un presidente. Los demás quedaron con los cargos que tenían: Buschmann, secretario; Víctor Sepúlveda, tesorero; Kika, directora; y yo fui elegido presidente, por esta directiva. Ahí pasé ocho años hasta que pudimos hacer elecciones, que fue en el año 82».
El texto recoge también afirmaciones de Luis Alarcón en la edición de un boletín de 1978, respecto a las carencias y la ausencia de garantías laborales que sufrían en dictadura:
«A través de este informe queremos hacer un llamado a las autoridades para que pongan su preocupación, aunque sea mínimamente, en nuestra realidad y en nuestras necesidades. Si bien es cierto que los artistas no producimos bienes materiales, sí tenemos necesidades materiales como comer, vestirnos, criar y educar a nuestros hijos. En cuanto nuestras necesidades mínimas estén definidas podremos entregar nuestro aporte inmaterial a la cultura de nuestro país, que no por ser inmaterial deja de ser la parte más importante del desarrollo de un pueblo.»
Respecto al trabajo de Sidarte por amparar a integrantes del gremio que sufrieron la persecución de la Dictadura o lo ocurrido por quienes fueron alcanzados por sus esbirros, el actor señaló:
«Ampliamos un poquito nuestra relación con las entidades internacionales justamente para protegernos, no solamente a nosotros, sino que también a los 14 detenidos que teníamos. Conseguimos, a través de estas relaciones internacionales, ayuda para que estos compañeros fueran liberados. Se trasladaban a otro país, llegaba un contrato de afuera para llevárselos. Así salieron varios, en este momento no me acuerdo quiénes, pero uno de ellos fue nuestro querido amigo Marcelo Romo, que estaba condenado. De verdad lo contrataron. Entonces conseguimos a través de la Vicaría de la Solidaridad que se le diera salida».
«Nosotros todavía tenemos varios compañeros desaparecidos. También alegamos en ese momento. Por ejemplo, Jorge Müller, camarógrafo, y Carmen Bueno, actriz, que eran compañeros, desaparecieron para el estreno de una película que hicimos: "A la Sombra del Sol". Ellos desaparecieron la noche del estreno y nunca más se supo de ellos, hasta hoy en día. Por ahí tenemos algunos datos de dónde pudieron haber estado, pero el hecho es que desaparecieron, nunca más se supo de ellos».
Finalmente, el texto consigna una reflexión de Luis Alarcón acerca de la actuación:
«Es bonito, es entretenido tratar de vivir otras vidas diferentes a la de uno. Es un juego, como jugar a los bandidos. Cuando uno es niño siempre juega, tú eres el bueno y yo soy el malo. Eso es el teatro, eso hacemos: jugamos. Eso es ser actor, jugar. Si uno no juega, no sirve (...) La escena, el acto, el lugar, la acción, pertenecen a otra dimensión. Cuando estoy en esa dimensión, no estoy en este mundo, estoy en ese mundo. Es una maravilla. Ahí empieza a ser arte, cuando el actor posibilita que esa otra dimensión exista, no solamente para uno, sino que para los demás, para el público, porque nosotros trabajamos para el público. Ese es nuestro objetivo, llegar a los que nos están viendo, esa es la vida del actor».
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