Lula supera a ultraderechista Bolsonaro pero no alcanza para ganar en primera vuelta: Balotaje será a fines de octubre

Con el 99,57% de los votos escrutados, Lula es el ganador de la primera vuelta en Brasil al obtener el 48,32% de los sufragios contra el 43,29%de Bolsonaro, por lo que habrá segunda vuelta el próximo domingo 30 de octubre. El escenario podría plantearse favorable para un retorno al poder de da Silva luego del derrocamiento por lawfare del PT, pues supera en 5% (6 millones de votos) al actual mandatario, aunque aún el escenario está abierto. Cabe destacar que hoy fue un proceso que incluso contó con un conteo paralelo de los votos por parte de las Fuerzas Armadas ante teoría de la conspiración impulsada por el bolsonarismo de un supuesto «fraude», siguiendo la estrategia que desde Donald Trump usa la ultraderecha en general antes de las elecciones.

Por Alejandro Baeza

La jornada electoral con 79,08% de participación dio por ganador al ex dirigente sindical y expresidente, Luiz Inácio «Lula» da Silva, representante de una coalición encabezada por el progresista Partido de los Trabajadores (PT), pero no fue suficiente para imponerse en primera vuelta por lo que deberá enfrentarse dentro de unas semanas al ultraderechista de Bolsonaro, quien sólo podría estar un periodo.

Lula se postula a la presidencia con una amplia coalición denominada «Federación Brasileña de la Esperanza» con diversos partidos y movimientos de izquierda, también incluye a partidos de centro e incluso figuras de centroderecha, como su compañero de lista candidato a vicepresidente, Geraldo Alckmin, quien fue durante años dirigente (hasta presidente) del Partido Socialdemócrata de Brasil (PSDB), que ya tuvo la administración de Brasil con el presidente Fernando Henrique Cardoso y caracterizado por políticas neoliberales en la década de los 90, aunque ahora milita en el Partido Socialista.

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Así las cosas, el PT tuvo que ampliar su alianza con sectores hacia su derecha, por lo que queda ver cuál será su estrategia para esta segunda vuelta, en cuanto si profundizará el centro o intentará atraer a sectores más de izquierda.

Lula llegó a contienda luego de haber sido acusado de recibir un departamento en San Pablo por parte de Odebrecht y haber pasado 580 días en la cárcel en un cuestionado juicio encabezado por el juez Sergio Moro, quien además fue el primer ministro de justicia de Bolsonaro. Este proceso le impidió precisamente competir con el mandatario saliente en las pasadas elecciones cuando figuraba en todos los sondeos como favorito.

Si bien el escenario se plantea favorable a Lula, lo cierto es que el resultado es tan estrecho que perfectamente puede estar para cualquier da los dos. Lo único claro es que las encuestas quedaron fuera de lugar y que por tanto, la verdadera intención de voto sólo se conocerá el próximo 3o de octubre.

 

Una elección poco normal

Un fenómeno que representa una anomalía democrática es el rol activo que han tenido las Fuerzas Armadas de Brasil en este proceso. Desde hace seis meses vienen presionando al Tribunal Superior Electoral (dirigido por un juez de la Corte Suprema), para que les permitan monitorear a la oposición y la justicia de sus movimientos respecto a las elecciones para informar a Bolsonaro. Han presionado a la Corte Suprema para que les aseguren la seguridad de las urnas y así sumarse a las dudas respecto a eventual fraude con que el bolsonarismo se ha puesto el parche antes de la herida ante su eventual derrota, pese a que el voto electrónico ha funcionado durante 20 años en Brasil sin ningún tipo de cuestionamientos de probidad o irregularidades.

La teoría de la conspiración de la ultraderecha en cuanto a que el Poder Judicial estaba cuadrado con el PT para «robarse las elecciones» (siguiendo el padrón de Donald Trump) fue secundada por un sector de las Fuerzas Armadas, particularmente de los denominados «generales en pijama» como llaman en Brasil a quienes se encuentran en retiro (y muchos formando parte del actual gobierno), pero también de generales activos que han pedido al Tribunal Superior Electoral que deje a las Fuerzas Armadas como «entidad representativa» del Estado brasileño en el conteo de votos, cosa que jamás ha ocurrido en la historia y que es a todas luces escandaloso y un acto subversivo. Como el tribunal se comportó de manera democrática y no permitió semejante oprobio, los militares advirtieron que llevarían adelante un conteo paralelo, pasando por un lado toda la institucionalidad.

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