OPINIÓN| Mañalich: un virus que no se hace buena persona

El autor de esta columna aborda los cuestionados dichos del exministro y exmilitante de Amarillos, Jaime Mañalich, sobre los embarazos de Vallejo y Cariola, identificando el silencio cómplice de parte de la clase política ante una postura que, a todas luces, cae en elucubrar operaciones políticas detrás de las legítimas decisiones de las mujeres sobre maternar.

Por J. Arroyo Olea

«Error mío» escribió en su cuenta de la red social X (ex Twitter) el exministro de Salud, Jaime Mañalich, luego de sus nefastas declaraciones sobre el embarazado de la ministra Vallejo y la diputada Cariola.

En una entrevista publicada por BioBio Investiga la jornada del sábado, el exmilitante de Amarillos acusaba cierta operación política y mediática tras los embarazos de las militantes del Partido Comunista, señalando: «yo creo que ellas vieron que este era un momento adecuado para tener un nuevo embarazo, pensando efectivamente que hay que guardar energía para una próxima oportunidad y que eso hace que este sea un momento oportuno para tener una guagua». En este sentido, montó la idea de una manipulación de un embarazo con fines de campañas políticas.

Esta no es la primera vez que Mañalich se involucra en discusiones respecto a la maternidad. A inicio de junio de este año, el exministro cuestionó las intenciones de modificar cambios al reglamento de aborto en tres causales, señalando que estas propondrían «una discriminación de contratación probablemente inconstitucional».

Así las cosas, acá no se refleja solo un «desliz» o mero error como lo ha intentado abordar el cuestionado exministro de Salud que nos empujó a un crítico escenario en la pandemia, sino que es reflejo íntegro de una mirada política que este personaje sostiene sobre la materia y, más aún, intenta elucubrar operaciones políticas sobre la legítima decisión de mujeres sobre sus cuerpos.

Intentando llevar agua para su molino, Mañalich ha categorizado como «expresión desafortunada» sus dichos, intentando darse golpecitos en la espalda diciendo que es «una persona como yo, que no tiene un carácter machista, y que, al contrario, ha luchado continuamente por los derechos de la mujer». Un autoproclamo como defensor de derechos que le queda grande.

De igual forma, llama la atención -¿o no?- el silencio cómplice de la clase política; más aún de aquel sector del piñerismo que tanto dice defender y representar. Parece que, como pasó con el silencio tras la condena del presidente de la UDI por abuso sexual, la derecha y el clamado «centro» han visto cortadas sus líneas de internet. Una pena.

Cualquiera sea el caso, pienso que algo sí queda claro con estas «desafortunadas» declaraciones: no se cumplió lo que dijo Mañalich en marzo de 2020, y el virus no se volvió buena persona. Por el contrario, el propio Mañalich es la representación de que un virus -como el piñerismo- no se convierte en buena persona. Menos, a la hora de tratarse sobre el derecho de las mujeres al decidir sobre sus cuerpos.

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