[resumen.cl] El litio, denominado el oro blanco del siglo XXI, es un mineral cada vez más cotizado en el mundo. Chile cuenta con una de las reservas más grandes del planeta, lo que tiene a empresas nacionales e internacionales esperando explotar el mineral. El salar de Maricunga podría transformarse en el segundo salar en ser explotado del país después del salar de Atacama.
El salar de Maricunga es un ecosistema ubicado en la región de Atacama, en la zona cordillerana del territorio. Está ubicado en el Parque nacional Nevado Tres Cruces que fue creado para proteger la flora y la fauna de este ecosistema altoandino; además, cuenta con el imponente Ojos del Salado, el volcán más alto del mundo con 6.879 msnm.
Maricunga hoy está en la mira del empresario chileno Francisco Javier Errázuriz Ovalle, quien es hijo homónimo del exsenador y excandidato a la Presidencia conocido como «Fra Fra», vinculado con una serie de escándalos, entre los que se encuentran el ser investigado por delitos de secuestro y agresión, trata de personas en condiciones similares a la esclavitud, además de ser condenado por daño ambiental de una de sus empresas mineras.
Francisco Javier Errázuriz es socio de la empresa taiwanesa Simbalik Group, con quien busca explotar el salar de Maricunga. Pero estos no son los únicos actores interesados en el salar, ya que Codelco obtuvo recientemente aprobación ambiental para explotar litio en salar de Maricunga.
Otra empresa involucrada es Minera Salar Blanco, donde participan la australiana Lithium Power, el empresario chileno Martín Borda y la canadiense Bearing Lithium, teniendo este último proyecto aprobada su Evaluación de Impacto Ambiental.
Estas iniciativas empresariales significan el ingreso de un nuevo actor al restringidísimo mercado del litio en Chile que está prácticamente en su totalidad controlado por Soquimich y Albemarle Corporation. La primera, propiedad del yerno de Pinochet – Julio Ponce Lerou – y la segunda propiedad norteamericana.
En este sentido, Maricunga es el salar más austral de Chile y cumple una función hidrológica, teniendo un valor ecosistémico, pero además social, ya que comunidades Colla han cuestionado el impacto del proyecto minero de litio al potenciar la escasez hídrica que ya sufre el territorio altoandino, además de ser excluida del proceso de consulta indígena, considerando que los salares se encuentran alojados en cuencas que abastecen de agua a diversas comunidades.
Los planes para su explotación, enmarcado en una política de Gobierno por «reactivar la economía» a través de la intensificación de la explotación de los bienes comunes, siguen teniendo riesgos socioambientales, privilegiando el enriquecimiento de unos pocos grupos económicos millonarios en desmedro de comunidades y ecosistemas.