Desde que el hombre más millonario del mundo, Elon Musk, compró Twitter por 44.000 millones de dólares en octubre pasado, tanto sus anuncios como comportamiento errático, así como el uso que éste podría darle a la información y big data, ha hecho muchos usuarios abandonar la red social buscando nuevas alternativas, siendo una de las más populares Mastodon, una plataforma descentralizada y de código abierto. Su popularidad ha sido tal, que incluso el director y nuevo encargado de DC Studios, James Gunn, utilizó esta red social para anunciar la eventual llegada de un nuevo personaje a este mundo de superhéroes de la pantalla grande.

Por Alejandro Baeza

Polémica han generado las decisiones de Musk se han desatado tras despedir a la mitad del personal y comenzar a cobrar dinero por funciones anteriormente gratuitas, como son las verificaciones, medida a la que tuvo que echar pie atrás debido a la cantidad de troleo recibido por la red por cuentas que se crearon para hacer chistes pareciendo oficiales con verificación comprada.

Los despidos los realizó justificando que la empresa «pierde US$4 millones por día». Esta reducción drástica de personal generó una demanda colectiva de los empleados ya que habría vulnerado los derechos laborales de los trabajadores por desvincularlos sin dar un aviso de 60 días, en violación de la ley federal y la de California.

Otra idea que ha causado críticas ha sido la de aumentar los ingresos a través de la puesta en marcha de un muro de pago para vídeos. La nueva opción permitiría a los creadores de contenido publicar vídeos en Twitter y cobrar a los usuarios por verlos.

No obstante, el interés principal del hombre más millonario del planeta al comprar la red social, muy probablemente sea el acceder a datos de comportamiento de usuarios, uno de las pocas áreas en las que hasta ahora no tenía negocios, para así generar big data y aplicarlo a sus otras inversiones.

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En este contexto, Twitter ha perdido millones de usuarios (según datos de la misma compañía), quienes abandonan la red buscando alternativas. Una de las más populares está siendo Mastodon.

Creada en 2016, su desarrollador, Eugen Rochko, la describió como una "plataforma de redes sociales descentralizada, libre y de código abierto" que pretende ser "una alternativa viable a Twitter". La red social fue creada por Mastodon gGmbH, una organización alemana sin fines de lucro dirigida por Rochko que busca presentar opciones a las grandes corporaciones que aplican uso políticos y económicos con los datos de sus usuarios.

«Cualquiera puede crear su propia versión de Mastodon, conocida como servidor, con reglas y normas que se aplican solo a esa versión. Las personas que usan esa versión se encargan de hacerlas cumplir» consigna en una publicación el New York Times.

Este código abierto ha generado algunos problemas, las redes sociales de extrema derecha que lo han utilizado como base, lo que va en el sentido contrario que buscaba la organización.

La llegada de usuarios a Mastodon ha sido tan grande, que incluso se realizó lo que podría ser un anuncio importante en la industria del entretenimiento de masas con lo que podría ser la integración de un nuevo personaje al universo de superhéroes de DC en la pantalla grande, siendo éste el primer comentario del director de cine y directivo de DC Studios, James Gunn, al unirse a la red social.

Mastodon forma parte un grupo federado de plataformas denominado «Fediverso» -del que también forma parte Friendica-, que lleva años tratando de posicionarse como una alternativa tanto política como de comunicación a Meta (Facebook, Instagram y WhatsApp) de Mark Zuckerberg y Twitter, ahora de Elon Musk.

«A diferencia de Twitter, Mastodon presenta las publicaciones en orden cronológico, en lugar de basarse en un algoritmo. Tampoco tiene anuncios; Mastodon opera en gran medida a través de microfinanciación colectiva. La mayoría de los servidores funcionan con recursos de las personas que los utilizan» indica el Times.

Así, es probable que la compra de Musk a Twitter puede estar abriendo la puerta a romper el oligopolio con que las grandes compañías se hacen con nuestros datos y la distribución de la información.

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