Estaban hartas y decididas. Salieron a las calles, se tomaron sus universidades, marcharon por todos los lugares, denunciaron, destaparon sin miedo y finalmente movilizaron a todo un país. Ellas serían las mujeres que ya no callarían nunca más. De todo este tejido fulminante de voces, nació el llamado mayo feminista, donde nunca nada volvería a ser igual a lo que se conocía antes de éste.
Por Valentina Luza Carrión
A principios de 2018, miles de mujeres alzaron la voz al unísono a través de todo el país para decir basta. Basta al abuso desmedido a través de los años, a la violencia oculta, al patriarcado asesino, al machismo invisible, el encubrimiento de violaciones y abusos: basta de tolerar lo intolerable. Fue así como estalló -mucho antes que el Estallido Social de 2019- la rabia callada en el tiempo; una fuerza inexplicable, casi instintiva llevó a que las mujeres empezaran a organizarse y conspirar juntas.
El inicio de este histórico momento vino a darse en Valdivia el martes 17 de abril, cuando un grupo de estudiantes de Filosofía y Humanidades decidió tomarse inmediaciones de la Universidad Austral, específicamente en su Campus Central Isla Teja.
Esto fue provocado por una denuncia efectuada a un profesor acusado de abuso sexual contra estudiantes y funcionaras. Este hecho en particular fue detonante para un posterior escenario inimaginable; sólo bastó un caso que no pasó desapercibido para que todos los demás se empezaran a destapar.
Siguió Derecho en la Universidad de Chile, Educación en la Universidad de Concepción, Psicología en Diego Portales, y así en más. No había distinción: las mujeres comenzaron a hablar.
Pero, ¿qué fue lo que hizo que las mujeres estallaran de una vez por todas? La respuesta parece encontrarse en que, después del hecho ocurrido en Valdivia, miles de estudiantes se reunieron a conversar sobre abuso sexual, acoso, machismo y violencia. Todas empezaron a caer en la cuenta de que habían sido víctimas de esto, en espacios académicos y fuera de ellos.
Tras un diagnóstico general que la espontánea intimidad femenina permitió lograr, entre llantos y confianza, se visualizó que la violencia sufrida tenía un carácter transversal e histórico. No era algo generacional, no era algo meramente institucional, era algo cultural mucho más arraigado. E incluso, estas prácticas eran más comunes que lo que se creía, tanto en espacios públicos como íntimos. Había que hacer algo para erradicarlo.
''Desde ahí parte la movilización, desde este estado general, que nos hace darnos cuenta que en el fondo, todas, estábamos siendo agredidas por este mal común, llamado patriarcado", comenta Sofia Cifuentes estudiante de Periodismo de la Universidad de Concepción.
Mujeres de todo Chile viajaron a Valdivia para entender mejor el panorama, llevándose de vuelta a casa y a sus universidades una mochila de sentires. En la Universidad de Concepción en particular, estudiantes de la Facultad de Educación hicieron un llamado a una Asamblea de Mujeres de carácter global. Éste fue el primer paso en la universidad, el primer acercamiento a lo que sería la primera toma feminista en la casa de estudios.
En la asamblea efectuada en el Auditorio de Educación a mediados de mayo participaron aproximadamente 200 mujeres, entre ellas funcionarias y alumnas de variadas facultades. Una a una iban entregando testimonios:
"Parecía que cuando una terminaba de contar su relato, este mismo actuaba como impulso para que la siguiente mujer sintiera la fuerza de decir lo que también hace mucho quería decir. Fue un momento de denuncia, de amor, de confianza, de lágrimas. Éramos 200 mujeres, en un silencio casi sepulcral, escuchándolos atentamente unas a otras. No era algo aislado, cada testimonio te llegaba hondo. Sabías que significaba lo que esa mujer estaba hablando. Lo habías vivido en carne propia'', cuenta una de las participantes al recordar la Asamblea.
Fue un momento decisivo en la Universidad de Concepción. Tras esto, la Facultad de Ciencias Sociales decidió adherirse a la toma. De forma paralela, a nivel nacional, seguía el aumento de las universidades, llegando a ser 14 las participantes del movimiento feminista. Universidad de Chile, Federico Santa maría, Diego Portales, Universidad Católica, Universidad de Biobío, entre otras.
Los espacios universitarios se convirtieron en el lugar seguro que muchas mujeres estaban esperando. En ellos las mujeres se juntaron a hacer talleres sobre el movimiento feminista, de autodefensa y saberes del cuerpo, como así también a escribir en conjunto los malestares por los cuales se habían unido, expresándolo en petitorios posteriormente entregados a sus respectivas universidades.
Más allá de la Universidad de Concepción, a lo largo de todo el país la movilización se fue fortaleciendo, y los lazos entre universidades se fueron formando a medida que se fueron sumando a las tomas, por ende, se elaboró una base de datos con mujeres de todas ellas a través de WhatsApp, mails, chats y cualquier medio que facilitara el contacto y traspaso de información respecto al estado y las exigencias de las movilizaciones en otros establecimientos, dando paso a un deseo en común que era aunar un petitorio a nivel nacional.
Las mujeres movilizadas y autoconvocadas hicieron llamados a diversas marchas mientras estaban en el ojo público; ''Por una educación no sexista'', ''Contra la cultura de la violación'' fueron algunas de ellas, como también la realización de expresiones de protestas en las afueras de las casas de estudio. Ejemplo de aquello fueron los sillazos y cortes de calles en el frontis de la Universidad de Concepción.
Todas estas medidas de presión fueron generando tensiones entre las autoridades, rectoría y la prensa. Las mujeres estaban organizadas, estaban creando y exigiendo, y nadie lograba entender con claridad este sugerente movimiento feminista que había renacido.
Otro momento importante efectuado gracias a las estudiantes movilizadas fueron los "Encuentros Nacionales de Mujeres Autoconvocadas", espacios donde mujeres de todas las edades y lugares de Chile podrían encontrar un espacio de discusión y comprensión entre pares, siendo en Santiago el primer lugar donde se realizó.
Por otro lado, a nivel universitario uno de los sucesos que sin duda marcó el movimiento feminista fue cuando las mujeres movilizadas fueron al momento de cambio de rectoría, a interpelar directamente al actual rector de la Universidad de Concepción, Carlos Saavedra.
LINEAMIENTOS CLAROS
En el movimiento feminista estudiantil había dos líneas organizativas claras: movimiento de carácter separatista y horizontal. Es decir, solo de mujeres, sin líderes que fueran la cara visible y permanente del movimiento.
Esto, a diferencia de otros movimientos sociales que se habían efectuado en años anteriores, fue una estrategia y una identidad decidida por parte de las feministas. Era una desestructuración en torno a los roles en una toma, era romper el esquema y demostrar que no era una lucha meramente política, era mayor que eso. Era de mujeres: sin distinción y por igual. No existían partidos ni dirigentes detrás que les dijeran cómo tenían que hacer las cosas.
"Le hicimos un poco el juego a los medios de comunicación, al decir 'Cálmense, aquí no hay voceras. Vamos a hablar todas'. En una ocasión hablaba una, en la otra, otra distinta. Así todas las mujeres que se sentían representadas por las autoconvocadas hablaban a la prensa. Nunca pudieron definir quiénes eran los líderes. Esto es lo que sí pasa en otras movilizaciones, en donde al representante se le persigue, se le estigmatiza, se le busca, la prensa lo publica en todas partes. Nosotras no queríamos eso", comenta una de la estudiante movilizada de la Facultad de Educación de la Universidad de Concepción.
Según cuenta una de las integrantes en la toma feminista de Educación, se decidía que siempre una mujer diferente leyera los comunicados, era algo rotativo y también estratégico hacia los medios; las voces eran una sola, y se proyectaba una imagen de comunidad.
Por otro lado se llegaron a consensos como: educación no sexista, mejoramiento de protocolos de las universidades, mallas curriculares con cursos de enfoque de género, más mujeres en cargos, más libros con autoras femeninas en función de una cuota de género, y más capacitaciones de los docentes en torno a una educación libre de estereotipos.
El PETITORIO EN LA UNIVERSIDAD DE CONCEPCI"N
A nivel universidad se creó un petitorio que contenía objetivos generales y específicos de facultades y carreras. Puntos en común era que se comenzara a hablar de temáticas de género, o que hubieran ramos sobre estos y que fuesen obligatorios, para que existiera una correcta educación sobre el tema. Asimismo, se exigía igualdad entre hombres y mujeres dentro de la Universidad y que las prácticas fueran supervisadas; debido a que hubo muchas estudiantes que sufrieron acoso durante sus prácticas por la falta de supervisión.
"No era solamente un petitorio feminista, era un petitorio de dignidad humana", comenta Sofía Cifuentes, estudiante y participante de la toma.
Una de las facultades más emblemáticas durante este periodo fue la Facultad de Ciencias Sociales, en la que se exigía la desvinculación de ocho profesores y dos estudiantes por casos de acoso y abuso sexual, inicios de sumario y congelamiento de la matrícula, además de plegarse al petitorio a nivel universidad.
Ésta trabajaba en conjunto con las otras facultades movilizadas, con arduo trabajo y una organización que consistía en asambleas realizadas tres veces a la semana y planificación de las acciones a realizar durante las noches.
Todo ello sumado a las asambleas de mujeres autoconvocadas que se configuraron como un hito importante, pues en ellas se citaba a todas las mujeres de la universidad, acción nunca antes realizada y menos en el conocido foro de la Universidad de Concepción, utilizado para actos políticos e institucionales y donde se reunieron un aproximado de 200 mujeres para el petitorio unificado en una jornada triestamental.
Ciertas cosas se cumplieron de este petitorio a nivel universidad, y ello se ve reflejado en la creación de la Dirección de Género y Diversidad Sexual, que permitió un acercamiento de manera transversal hacia las problemáticas. Actualmente la dirección cuenta solamente con personal femenino, todas mujeres capacitadas en torno a temáticas de género.
Hoy, gracias a la movilización de hace tres años, existe en la mayoría de las universidades protocolos en caso de abusos, violaciones y/o denuncias. Gracias a la Ley de Identidad de Género, el reconocimiento del nombre social dentro de las instituciones educacionales es un derecho básico de convivencia.
Sin embargo, aún existen pendientes a erradicar. Por ejemplo, la paridad de contratos en las facultades, igualando las opciones para académicos y académicas. También, la incorporación de mayor cantidad de autoras a las bibliografías de las carreras. Y entre ello, que los operativos de salud contemplen a las diversidades sexuales sobre la información de educación sexual integral, y también a las madres estudiantes.
"Son tareas pendientes necesarias actualmente, más aún tomando en consideración que la Universidad estaba pronta a cumplir 100 años(...) 100 años en que debería ser una universidad de prestigio no solamente por tener 7 años de acreditación s no que también por ser una universidad que debiese ser vanguardista en este tipo de temáticas" Sofia Cifuentes, estudiante de Periodismo.
EN PERSPECTIVA
Pero, ¿qué paso después del invierno feminista en nuestro país? Chile no volvió a ser el mismo desde entonces, algo había cambiado, ahora se hablaba de feminismo en todas las casas, las cenas, los cafés, e incluso en aquellos lugares donde no se tocaba el tema. Se comenzaron a cuestionar los paradigmas que durante años habían sido interiorizados en la vida de muchas mujeres, se comenzaron a cuestionar los privilegios, las injusticias y la discriminación.
Si bien no se lograron todos los objetivos esperados, se instaló el tema en discusión, se habló de ello y Chile debatió, lo cual significó un avance importante. Se dispusieron temas como el aborto en tres causales, las condenas para femicidas y violadores. Se dijo NO a la violencia en contra de la mujer a través de diversas campañas y redes de apoyo, a través del "Ni Una Menos". Se visibilizó la violencia que durante años había estado presente en la sociedad, para dar esperanza a muchas que pudieran hacerse cargo de sus vidas, confiar en sí mismas y sus capacidades. También entraron en discusión las temáticas de género, que hasta hace algunos años eran tabúes.
Para muchas, la movilización significó un aprendizaje tremendo, un antes y un después en sus vidas, significó un espacio de unión en el que todas sentían y creían lo mismo, la esperanza las unía y les daba fuerza para luchar por lo que era justo. Significó unión de pensamientos, diferencias, discusiones y deseos, era una lucha en común que las inspiraba a complementarse unas con otras, por el solo hecho de ser mujeres.
Asimismo, sea con lienzos, desvelos, asambleas y actividades en las facultades o con gritos, pancartas, fotografías y cánticos en las calles, todas tenían una causa en común, todas venían de espacios diferentes, de esquinas opuestas de la ciudad pero guardaban algo en común: con todas la sociedad se había portado igual, y ninguna estaba dispuesta a permitir que continuara.
Por todas y por las que ya no estaban, por la rabia contenida, por las mujeres de las generaciones antiguas que vivieron sufriendo y desplazándose sin darse cuenta de la sociedad misógina que las despojó de su identidad, por las otras y por ellas mismas, la lucha continuó hasta darlo todo, y seguirá hasta que ninguna más sea víctima del patriarcado.
"Todas las mujeres contra todas las violencias''