Una completa investigación sobre el negocio del retail realizaron las periodistas de la Universidad de Chile Andrea Ortega y Loreto Soto, en su libro "Multitiendas: El negocio del siglo XXI", Ediciones Radio Universidad de Chile.
En el programa Semáforo de nuestra emisora las autoras explicaron que el texto, fruto de una investigación de dos años, recorre la historia del comercio al detalle desde sus comienzos, a principios del siglo XX, enfocándose en distintas aristas.
Una de ellas, señaló Andrea Ortega, fue la captura de clientes a través del crédito fácil, que sin una educación financiera en Chile implicó el sobreendeudamiento de muchas familias.
Tan rentable es el negocio financiero de estas empresas, añadió Loreto Soto, que incluso es más importante en recaudación que las propias ventas.
"Ahí se presenta la aplicación de la tasa del interés, que es precisamente el mecanismo por el cual se sustenta el negocio de las tarjetas de crédito. Además descubrimos que existe muy poca información y es muy poco transparente la forma en que se hacen los contratos para la obtención de las tarjetas porque no se conocen los cobros extras. Cuando la gente está muy endeudada opta por cancelar sólo el pago mínimo y ahí sólo se están pagando los intereses y no se acaba con la deuda", precisó la periodista.
Otro aspecto relevante, añadió Loreto Soto, son las tablas de riesgo que aplican las firmas del retail, similar al sistema de las Isapre, donde los intereses y el cupo de la tarjeta varían según profesión, ingresos y comuna de origen, entre otros factores.
Además, explicaron las autoras, el texto aborda los cambios sociales y urbanos que produjeron la proliferación de este tipo de centros comerciales en las ciudades, los lazos familiares, así como las cuestionadas prácticas laborales, con medidas que bordean la ilegalidad.
Hugo Fazio, economista del Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo (Cenda) destacó que este negocio sigue en pleno crecimiento, que en el caso de Cencosud y Falabella se expresa en su internacionalización y en que integran los mayores grupos económicos del país.
Fazio coincidió en que su faceta financiera tiene una lógica muy abrumadora, puesto que dicho negocio descansa en que el cliente no pague.
Respecto de las condiciones laborales, Bárbara Saavedra, presidenta de la Federación de Sindicatos de Trabajadores de París, aseguró que el sistema de pagos ha cambiado, en desmedro de los funcionarios.
"Antes había comisiones altas y ahora sabemos que, por lo menos en Paris, están trabajando con un sistema de gestión que se llama nuevo trato, en el cual se aplican bonos. Cada vez la comisión se va haciendo más baja, trabajas en equipo y las remuneración se ven afectadas. Todos están utilizando este sistema y lamentablemente si no se llega a las metas no te ganas las bonificaciones", dijo la dirigente.
Bárbara Saavedra explicó que, gracias a una paralización en diciembre pasado, el nuevo trato no fue considerado en la negociación colectiva, pero que esto favoreció sólo a las tiendas más antiguas.
La situación, añadió la dirigente sindical, no es mucho mejor en otras empresas como Ripley Falabella.
CONOZCA UN ADELANTO DE LA INVESTIGACI"N:
Bienvenido a la era de las compras
Colores vivos, modelos de ensueño y moda europea. Centenares de locales que alimentan los armarios y casas de miles de personas que se encantan con vistosas vitrinas y engatusadores avisos comerciales. Uno de los negocios más queridos y necesarios para la sociedad, una receta de éxito infalible: las multitiendas ytiendas por departamento.
Más del 40 por ciento del producto interno bruto en Chile se debe al cobre; de cerca siguen la celulosa, la creciente exportación de frutas y verduras, y los maltrechos salmones y pescados1. Sin embargo, una gran fuente de negocios, que no conoce los números rojos y que se sustenta con el bolsillo de todos los chilenos, no está considerada dentro de esta tabla: el denominado retail. Lo constituyen tiendas que mediante un prolijo orden y atractivos descuentos atraen día a día a más personas en un consumo que no parece detenerse.
En Chile, actualmente existen 982 locales pertenecientes a seis empresas del retail . Esta cantidad es mayor que la de establecimientos de educación superior en el país, que bordean los 600, de acuerdo a cifras del Ministerio de Educación3.
El amor a primera vista de miles de chilenos con estas tiendas comenzó con una simple sastrería en 1889. Pero el gran salto de los últimos años vino con la moda y consumo al alcance de cualquier bolsillo, gracias a la magia de las tarjetas propias.
Durante la década de los '80, Chile experimentó uno de los mayores cambios económicos. Entre 1985 y 1989 se realizó el primer proceso de privatización de empresas estatales4 mientras se aplicaba un modelo neoliberal, que permitió la rápida expansión del comercio minorista, también denominado retail. Fue precisamente durante este periodo cuando las grandes cadenas comenzaron a desarrollarse, pero no sería sino hasta en los '90 cuando alcanzarían un crecimiento enorme.
Poco a poco, las grandes ciudades del país comenzaron a ver cómo se levantaban inmensas construcciones donde convergen todos los sectores del comercio llevados a una mayor escala. Así, surgieron hipermercados, centros comerciales e hiperferreterías, convirtiéndose en uno de los negocios más rentables de esta época.
Y el proceso de expansión fue rápido: recién en 1990, Falabella ingresaba en los malls, y ya en 1993 se convertiría en transnacional al instalarse en Mendoza.
Del boulevard al mall
La historia y evolución de estas empresas está llena de características comunes: trayectorias centenarias, administraciones familiares y agresivos planes de expansión que las han llevado a convertirse en uno de los motores de la economía chilena.
La denominada revolución del retail en Chile parece haber estallado de un día para otro. En menos de un segundo de tiempo histórico, los chilenos dejaron de comprar sus alimentos en almacenes y su ropa en pequeñas tiendas o boutiques o en las populares ferias de las pulgas. Los días del "pedir fiado" quedaron atrás y las plazas fueron reemplazadas por los centros comerciales.
Para el historiador Gabriel Salazar6, la primera referencia de este tipo de negocios se puede detectar en los albores del siglo XX con la apertura en Chile de grandes tiendas como Los Gobelinos y Gath y Chávez. Estos lugares tenían características similares a las tiendas actuales, como una ubicación estratégica -en pleno centro de Santiago- y el asentamiento en grandes edificios de varios pisos.
En ese tiempo, "las mujeres de clase alta iban a pasearse en los salones de venta y a mostrarse entre sí. Después apareció al frente un cafecito donde iban a lucir las cosas que compraban. El consumo aparece muy vinculado al comercio exterior y la oligarquía chilena muy ligada a la importación de esos productos", relata el Premio Nacional de Historia 2006.
Este tipo de costumbres de la sociedad, se traspasó a negocios familiares como la sastrería Falabella (1889) y la mueblería Paris (1900), que fueron nuevos escenarios para las compradoras de esa época. Esto hizo posible que tuvieran el éxito que les ha permitido que sus compañías cumplan más de un siglo de vida. Son actitudes, hábitos y costumbres que los chilenos absorbieron como esponja, pero que, según los expertos, responden a complejos fenómenos históricos, políticos, económicos y sociales.
Salazar fija el inicio de estos cambios mucho antes de que incluso se manifestaran los primeros atisbos de lo que sería la industria del retail. Según él, sería la oligarquía comerciante la que habría concretado el hecho de asociar el consumo con un símbolo de estatus. Ya en ese tiempo, las ropas que vestía la clase alta era lo que las distinguía del resto de la población, que era mayoritariamente rural.
Otra de las claves para entender este fenómeno desde una perspectiva histórica, sería el hecho de que la oligarquía siempre prefirió los productos importados y no valorizó lo que se hacía a nivel nacional. El golpe de gracia, a juicio del académico, lo habría dado la Constitución de 1833 que, de la mano de Diego Portalesque, de hecho, era comerciante, puso en un lugar preponderante al comercio y la especulación por sobre la industria.
Pero la explosión del comercio al detalle tal como se conoce hoy se produjo durante la década del 90. El economista y coautor del libro El poder de los grupos económicos en Chile7, Hugo Fazio8, comenta que esto fue favorecido por la apertura de la política económica chilena, que atrajo nuevos mercados y mantuvo tasas arancelarias muy bajas, lo que promovió las importaciones.
Para Fazio, ex vicepresidente del Banco Central durante el gobierno de Salvador Allende, una suma de factores permitió la consolidación de estos gigantes: casi naturalmente los pequeños comercios fueron desapareciendo; el elevado valor del peso durante los '80 abarató los costos a la hora de traer productos al país y le dio mayor poder adquisitivo a los chilenos.
En este sentido, el director general del Centro de Desarrollo Alternativo (Cenda), llama la atención sobre otra serie de procesos que facilitaron el crecimiento de estos actores dentro del mercado. "Esto tiene que ver con diferentes fenómenos, como la tendencia mundial. En los últimos años, ésta ha privilegiado que el sector de los servicios crezca, proporcionalmente con otros sectores. Eso también se ha dado en Chile, entonces la actividad del comercio al detalle pesa mucho más que antes", dice Fazio.
El también profesor de la Universidad de Chile agrega que "otra de las cosas que influyeron en esto fue la política económica que los favoreció debido a su apertura y que es más que una expresión. Implica el libre ingreso de productos exportados, que entran prácticamente sin pagar arancel. El porcentaje que venden de artículos exportados es muy alto. Entonces por el no pago de arancel entran en condiciones muy favorables y se adquieren masivamente en países donde el costo de producción es más bajo que en Chile y empiezan a desplazar a productores internos".
Así las principales empresas del rubro, Falabella, Almacenes Paris y Ripley lograron posicionarse dentro del mercado nacional, abriendo tiendas en los principales centros comerciales de Santiago y en la mayoría de las regiones.
Y aunque la expansión física daba luces del éxito que estaba teniendo ese modelo, fue la integración del negocio financiero, a través de las tarjetas de crédito, lo que permitió a los retailers chilenos dar el salto hacia otro nivel de ganancias.