No se puede homenajear a Mandela y su lucha contra la segregación racial y al mismo tiempo permanecer indolentes frente a la situación del pueblo palestino al interior del Estado de Israel, o al interior de nuestra fronteras seguir permitiendo el actuar de los fiscales antimapuche, con sus montajes y testigos sin rostro, o que existan tribunales como los de Angol, con reiterados fallos contra comuneros mapuches, que luego son sobreseídos en instancias superiores como la Corte Suprema. De ello se puede  develar un claro sesgo racista, mucho más grosero o extremista, que el común de las políticas discriminadoras del estado chileno referidas al pueblo mapuche.

Las condenas sistemáticas de parte de tribunales internacionales y organismos de derechos humanos, con respecto a la aplicación de la ley antiterrorista por parte del estado chileno en contra de comuneros mapuche, incluso contra niños menores de edad, son un ejemplo de la barbarie represiva en que han caído tanto las fiscalías como tribunales, fue una ley muy similar a esta, la que se le aplicó a Nelson Mandela para mantenerlo por décadas en las prisiones de los racistas en la Sudáfrica segregacionista.

Mandela a partido a un justo y merecido descanso, corresponde a nosotros seguir en la lucha por la cual él fue encarcelado y torturado, terminar con el racismo y discriminación de la cual son objeto hoy en nuestro país nuestros propios pueblos originarios.