Si se tratara de una elección presidencial, la suma de los votos oficialistas, del voto nulo e incluso la exconcertación, no alcanzaría para superar la unión de toda la derecha. La cantidad de votos alcanzados por el Partido Republicano en la elección de consejeros constituyentes permite proyectar incluso un triunfo del apruebo de la nueva constitución propuesta por la nueva clase política.
Por J. Murieta
Es decir, se invierte lo sucedido hace dos años y en vez de tener la posibilidad de una constitución "progresista" o de corte socialdemócrata con un gobierno de centroizquierda, podríamos tener una constitución derechista con un gobierno de ultraderecha.
Así de dura es la derrota del oficialismo en las urnas este 7 de mayo.
Una derrota para nada sorpresiva.
Los números del Gobierno de Boric son pésimos en todo ámbito y su debacle en la opinión pública comenzó con, justamente, una medida antipopular que iba en contradicción con su actuar previo a ser Ejecutivo: el retiro de fondos previsionales. Su eterna obsesión con un ficticio centro político volvió a facturarle.
Pero nada es triunfo ni derrota permanente en política. No es primera vez que la ultraderecha toma protagonismo en las elecciones y su candidato, José Antonio Kast, ya se desinfló en la última elección, pese a haber obtenido la más alta votación en la primera vuelta.
Hoy la ultraderecha volverá a protagonizar, con sus discursos antimujer, antiderechos, proempresarios, el debate público. Lo que los hará cometer errores. Y Kast lo sabe.
Sus primeras declaraciones tras el triunfo parecen apuntar a eso y distanciarse del discurso tradicional de la ultraderecha, pero sin alejarse del populismo: "Chile ha derrotado a un gobierno fracasado, que ha sido incapaz de enfrentar la crisis de seguridad, migratoria, económica, social (salud, educación, vivienda y tantas otras) donde todo sube, suben los homicidios, sube la migración, las listas de esperas y personas viviendo en campamentos".
Pero las palabras de Boric tras la derrota no parecen apuntar a enfrentarse a este populismo. El mandatario, lánguido, señaló: "Una Constitución que nazca de un proceso democrático podrá tener legitimidad social y dar estabilidad de largo plazo a nuestro país, que es lo que nuestra gente necesita".
Es decir, Boric está dispuesto a firmar una Constitución redactada por la ultraderecha. Pues los republicanos y la derecha tradicional tienen amplia mayoría en el Consejo. Y que decir de la comisión experta.
Mareado por la hegemonía de la derecha, Gabriel Boric no parece reparar en que sus políticas económicas antipopulares, con Marcel a la cabeza, son la debacle de cualquier proyecto progresista.
Hoy las grandes promesas del Gobierno yacen en el suelo y Boric parece ser un cómodo vocero de las elites.