[resumen.cl] El asesinato de Camilo Catrillanca el pasado 14 de noviembre puso como nunca en el debate nacional la violencia a la que son sometidas las comunidades mapuches, y nos trajo a la memoria crímenes en donde agentes de Carabineros han dado muerte a comuneros. Tal es el caso de Matías Catrileo, asesinado el 3 de enero de 2008 por el cabo segundo Walter Ramírez Inostroza.
Matías Catrileo se transformó en una figura epónima de la resistencia mapuche de nuestros tiempos. El crimen ocurrió mientras participaba de una recuperación en el Fundo Las Margaritas del latifundista Jorge Luchsinger junto a la comunidad Yeupeco Vilcún, en la comuna de Vilcún, Región de la Araucanía.
Nacido en Santiago, Matías tenía consciencia de su ascendencia mapuche y siempre sintió interés por la cultura de sus padres, por lo que a los 18 años comienza a estudiar mapudungún. En 2005 se matricula en la carrera de Agronomía en la Universidad de la Frontera (UFRO) de Temuco, en donde comienza a profundizar su relación con las demandas territoriales mapuches y a vivir una activa militancia junto a las comunidades. Este compromiso le hizo estar presente en el acto de recuperación del «Fundo las Margaritas» bajo ocupación de Jorge Luchsinger aquel 3 de enero de 2008, el día en que fue cobardemente asesinado por la espalda.
La conversación mantenida por la patrulla GOPE que disparó contra el grupo de Matías y la Central de Comunicaciones, fue recogida por la PDI y se utilizó como prueba de la desproporción del uso de fuerza de Carabineros armados contra los comuneros que se defendían lanzando solamente piedras.
"¿con qué elementos estarían atacando? - con piedras, con piedras y están quemando unos fardos que tenían atrás, pero por la parte posterior, por la parte posterior..." se escucha en la comunicación. La misma conversación registra un "mándale un balazo" por parte del Carabinero Walter Ramírez Inostroza. Matías Catrileo fue víctima de tres de estos, que le quitaron la vida por la espalda, perforándole los pulmones.
Su asesinato fue, como habitualmente ocurre y como se intentó describir en primera instancia en el crimen de Catrillanca, tratado de disfrazar de «enfrentamiento». Tal como la CNI en plena dictadura configuraba verdaderos montajes para falsos enfrentamientos para ocultar sus ejecuciones, Carabineros en plena democracia, repite estas lógicas heredadas. Así como también la reacción de la prensa, que en su rol de amplificar declaraciones y no hacer periodismo, se hizo parte de la mentira al repetir que había ocurrido un enfrentamiento, e incluso sin titubeos declaraban a Matías de «terrorista», tratando de alguna manera de legitimar el crimen. Sin embargo, esta figura del enfrentamiento fue descartada en el juicio mediante un peritaje de la Policía de Investigaciones que demostró que no había pólvora en las manos de Catrileo.
Tras quedar sin aire en sus pulmones, Matías cayó en una zanja. Sus compañeros guardaron su cuerpo y llamaron a la prensa, para que todo el país supiera que el peñi había sido asesinado por el Estado a través Carabineros y evitar así la manipulación del cadáver con la intención de ocultar el crimen.
El cabo segundo de Carabineros Walter Ramírez disparó en tres oportunidades una subametralladora UZI contra Catrileo, demostró la investigación que lo condenó. Pero su pena significó la ratificación de la impunidad, pues fue sentenciado a cumplir una pena de 3 años y un día en "libertad vigilada". Ramírez siguió trabajando en Carabineros hasta el año 2013, cuando la presión por tener activo a un sujeto de esta calaña hizo que finalmente Bezmalinovic, -ex general de la Novena Zona- lo sacara de las filas, tras haber intentado defenderlo al señalar que "el funcionario está capacitado para permanecer en Carabineros porque fue beneficiado con libertad vigilada y tal como lo dice la Contraloría no tendría impedimentos para seguir activo".
El crimen de Catrileo un día como hoy marcó una serie de movilizaciones y despertó la solidaridad con la demanda territorial mapuche en gran parte de Chile donde se multiplicaron las protestas, principalmente en universidades como la de Concepción, la misma UFRO, así como también en Santiago, sin embargo el gobierno encabezado por Michelle Bachelet, se cuadró con Carabineros, defendió su accionar y no se hizo parte querellante para investigar los hechos, siendo cómplice de la impunidad.