«El espectáculo Macaya devela el grotesco espectáculo circense de la oligarquía: las decisiones judiciales están profundamente cuestionadas porque investigaciones periodísticas han dado con el hilo de la madeja que nos lleva al poder: sí, la oligarquía es quien impone a los jueces», indica el autor de esta columna.
Por Felipe Soto Cortés
Fue el sofista Trasímaco que planteó que "lo justo no es otra cosa que lo que conviene al más fuerte".
Fue en el Siglo 5 a. de C. que este pensador, conocido por ser un personaje de los diálogos platónicos, señaló sus ideas, que con una honesta brutalidad, desmaquillaron la concepción "democrática" de la justicia para apuntarla tal como muchas veces se manifiesta: la imposición del más fuerte.
No pude dejar de pensar en esa idea de Trasímaco luego de escuchar al senador Javier Macaya, cuando defendió a su padre, Eduardo Macaya, tras ser condenado por cuatro delitos de abuso sexual contra menores de edad.
Y es que se trata de la defensa a la vieja usanza de la oligarquía criolla.
El latifundista -interesante que a Macaya padre se le denomine "empresario agrícola" porque yo pensaba que la UDI no creía en eso de que el lenguaje construye realidades- ha zafado de la cárcel continuamente y "sorpresa", la Corte de Apelaciones de su latifundio lo liberó de la prisión preventiva y sustituyó la medida cautelar por arresto domiciliario. ¿Será el mismo domicilio donde cometió los abusos?. En fin.
El espectáculo Macaya devela el grotesco espectáculo circense de la oligarquía: las decisiones judiciales están profundamente cuestionadas porque investigaciones periodísticas han dado con el hilo de la madeja que nos lleva al poder: sí, la oligarquía es quien impone a los jueces.
No es que la gente no lo sepa. Esta historia es más vieja que el hilo negro. Lo que pasa es que los discursos marketeros de que vivimos en una democracia consolidada -no como en otros países de América Latina donde "prácticamente se los roban" dirán un algunos- se caen a pedazos.
Lo que es insólito -o quizás no tan insólito- es que un gobierno que se declaraba opositor a todo este tipo de cosas, observa igual que usted y yo. Sin poder. O sin querer, no lo sé.
Es imposible no hacer la comparación con el caso Jadue. ¿Qué pensará Jadue viéndose engrillado y con el chaleco de imputado al enterarse de que un condenado por abuso sexual está con arresto domiciliario, mientras él está en prisión preventiva sin haber sido condenado aún? ¿Son más graves las acciones de Jadue?. Y por cierto ¿Qué pasa con Hermosilla, con el abogado de la picante oligarquía santiaguina?.
Cómo no recordar el viejo adagio francés que decía «El derecho civil sirve para que los ricos roben a los pobres. El derecho penal impide que los pobres roben a los ricos».
No sé si estamos para pensar en justicia divina…