Me gusta ir a las marchas, desde que tengo recuerdos me he visto en marchas, quizás se debe a que pertenezco al sector de la población que una y otra vez debe agruparse para conseguir algún bien. Tengo recuerdos centelleantes de nuestra participación en el Estadio Nacional cuando con poco más de cinco años, en el 1970 mi abuela me llevó de la mano a celebrar el triunfo de Allende. Lo que más recuerdo es a mi Abuela, feliz. Tiene que haber sido algo como lo que llamamos hoy, una marcha familiar.
Durante la Dictadura de Pinochet las marchas eran peligrosas y violentas, pero igual seguí participando. Existía un aura de enfrentarnos al verdadero enemigo, que nos hacía fusionarnos en una poderosa generación, que nadie sospechó que sería derrotada por unos charlatanes.
Durante el 2011 las marchas de los Estudiantes por la Reforma Educacional trajeron de vuelta una juventud maravillosa que no había sufrido nuestras derrotas, fue un renacimiento. Que todavía sigue su curso y está despertando del letargo.
Antes del 24 de julio yo había participado en varias marchas de No + AFP, éramos pocos, pero le poníamos el hombro y partíamos desde la Plaza de Armas por el paseo Ahumada hasta la Universidad de Chile. Los transeúntes nos miraban como si nuestra consigna fuera una locura. Y nosotros, o al menos yo, los veía como atrapados por la Matrix.
Pero el 24 de julio fue distinto, ya se sentía en las redes sociales que mucha gente estaba despertando. Fue impresionante. No solamente en Santiago, sino que nos llegaban noticias que en todas las ciudades del país los trabajadores y sus familias se estaban manifestando por fin en contra de la estafa de las AFP. Y algo hizo click.
Han pasado dos semanas donde a un ritmo vertiginoso la gente comienza a despertar y enterarse en la barriada en que nos tienen. Es sorprendente a veces observar a la gente que se indigna, reclama y dice que protestará y marchará. Cayendo definitivamente el velo que tenían puesto.
Los orquestadores se han esforzado al máximo estas semanas, para defender el Modelo que los privilegia. Pero no les resulta, cada vez es peor, es como si quisieran sostener una mentira, un cuento. El momento que estamos viviendo es de una sencillez maravillosa. Hay que tomar posiciones no más. O estás con los cuenteros, o estás con los que desean buscar soluciones convenientes para todos.
Pero estos tipos son poderosos. Tienen la Prensa Escrita, la Radio, la Televisión, el Senado, el Gobierno, las FFAA, el Capital, las Autoridades, las Iglesias y hasta pretenden tener a Dios.
O sea, es más o menos parecido a los tiempos de la Dictadura Pinochetista, pero mucho más terrible y peligrosa. Porque los que ostentan el poder no son los golpistas de antaño, asegurando su botín. Son sofisticados miembros de varias castas privilegiadas que no están dispuestos a ceder algo importante. Lo que quieren es seguir explotando hasta el fin de los tiempos. De hecho, en su astucia han comunicado que están dispuestos a pequeñas concesiones, que nadie conoce el motivo por las que no las implementaron antes.
Entonces aquí estamos, dispuestos a Cacerolear el 10 de agosto y Marchar el 21 de agosto, ignorando a los charlatanes.
Jorge Verdugo
Director de HuelgaChile.com