Se cumplen 50 años del Golpe de Estado cívico-militar en Chile y, las mujeres organizadas en Conciencia Sur, consideramos indispensable poner ciertos elementos sobre la mesa, para la necesaria reflexión y el debate colectivo que demanda este momento.
Por ONG Mujeres de Ciencia Conciencia Sur
El Miedo
Enfrentamos esta histórica fecha en un país secuestrado por el negacionismo, un discurso repetido hasta el hartazgo tanto por la élite política dominante, como por los medios empresariales de comunicación masiva. Es evidente la estrategia del "miente, miente, que algo queda", usada una y otra vez por diferentes genocidas. No ha bastado con negar sistemáticamente las demandas sociales, tanto en la búsqueda de arrebatar las conquistas, como en el intento desesperado de "borrar" el octubrismo. Tampoco basta negar la evidente y comprobada crisis climática, causada en un 100% por la actividad humana, sin precedentes históricos y al límite de lo irreversible. Ahora también pretenden negar los horrores de la dictadura, las responsabilidades políticas y criminales, en un intento absurdo y burdo de buscar el empate. Sin embargo, esta estrategia es también reflejo del terror que enfrenta la élite política y empresarial, terror a perder sus privilegios, a perder el poder y el control. Saben que un pueblo organizado y consciente es la peor amenaza al orden que nos han impuesto.
Memoria
En esta conmemoración, el discurso oficial se ha centrado en la "memoria". Sin embargo, lo que consideramos absolutamente indispensable recordar es justamente lo que intentan negar: el proyecto político profundamente transformador de la Unidad Popular, liderado por Salvador Allende. El proyecto de la UP se alza, de manera vanguardista, en un mundo de progresiva industrialización y crecimiento tecnológico que impulsaba la vinculación entre ciencia y desarrollo productivo. Así, el programa de gobierno planteaba "la conformación de una economía basada en la planificación científica y democrática" (Programa UP, 1969, p.41), en miras a la independencia económica nacional. Se definió la ciencia como la construcción de conocimiento "al servicio de la solución de problemas", no necesariamente neutra, sino que, privilegiando la vinculación de la comunidad científica con las demandas sociales, por una parte, y promoviendo mecanismos de transferencia tecnológica para intervenir el sistema productivo, dando valor agregado a las materias primas, por otro lado.
La política científica de la UP debía proponer metas relacionadas con potenciar (1) recursos naturales y sectores estratégicos de la economía local como la explotación del cobre, hierro, salitre, petróleo y derivados; (2) la agricultura, las industrias alimenticias y metalmecánicas, dando solución a problemas como la desnutrición y el alcoholismo; (3) producción de conocimiento para contrarrestar los perjuicios causados por desastres naturales como sequías, sismos y contaminación ambiental (Conicyt, 1971). Quizás el ejemplo más emblemático, capaz de reflejar la innovadora mixtura del proyecto político de la UP, es el proyecto de Sistema de Información y Control (Synco) o el "Internet Socialista", como ha sido denominado. El proyecto contemplaba la comunicación en tiempo real entre las diferentes áreas productivas, trabajadores y el Estado, con el fin de monitorear, proyectar y tomar decisiones respecto de la economía del país. Este sistema funcionó por primera y única vez el 11 de octubre de 1972.
En 1972, Conicyt organizó el Primer Congreso de Científicos, con el objetivo de conocer el estado de desarrollo de las diferentes disciplinas, los requerimientos para la investigación científica y tecnológica, y debatir una organización y legislación adecuadas para su desarrollo. Esto dio paso a una reformulación del Consejo de Conicyt, propiciando un diálogo directo entre científicos y Ministros de Estado para la implementación de políticas públicas. Se crea el primer Fondo Nacional Científico (Fonic), con la proyección de alcanzar en el mediano plazo un financiamiento correspondiente al 1% del PIB.
La dictadura y los gobiernos que le han seguido hasta hoy, truncaron el proyecto de la Unidad Popular. Delegaron las responsabilidades político-estatales a la tuición del mercado y de intereses privados. Hoy la ciencia y la investigación están desconectadas de la comunidad y sus problemas, se han encerrado en sus laboratorios y oficinas, rapiñando un financiamiento que aún no llega al 1% del PIB, sin incidencia alguna en la toma de decisiones, ni en la planificación o el desarrollo del país. En 1975 se desarrolló el Plan Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico, reduciendo el rol estatal exclusivamente a las áreas que significarían un mayor "costo" o "riesgo" al sector productivo privado. La ciencia hoy sigue estando mayoritariamente al servicio del aumento de las utilidades de la industria extractivista, al servicio de la depredación capitalista irracional.
En Conciencia Sur reivindicamos el profundo sentido democrático y transformador que le diera la Unidad Popular al quehacer científico. Nos organizamos y trabajamos por un desarrollo científico al servicio de la comunidad, por la defensa de los territorios, por la soberanía económica, por una existencia en armonía con la vida en el planeta. Creemos indispensable la participación vinculante de las comunidades en la toma de decisiones, así como el desarrollo científico-tecnológico debe entrelazarse con las políticas públicas. Creemos necesaria la construcción de un proyecto político que nos permita cambiar la lógica de producción y consumo, que nos permita, en definitiva, superar el capitalismo.
No olvidamos ni perdonamos ningún Golpe
En dictadura las universidades fueron fuertemente asaltadas por la junta militar, los rectores reemplazados por militares, carreras y departamentos fueron clausurados, principalmente de las áreas sociales y artísticas. Las bibliotecas y los contenidos de las mallas curriculares fueron intervenidos y censurados. Más del 20% de investigadores (639, según Conicyt) se vieron en la obligación de abandonar el país entre diciembre de 1973 y octubre de 1974, "la fuga de cerebros forzada" más importante de nuestra historia. La mayor represión cayó sobre los estudiantes, para 1975, casi un 30% había sido detenido, desaparecido, asesinado o expulsado. Recordamos a Patricia Peña Solari, militante del MIR, estudiante de Biología de la Universidad de Chile que deseaba dedicarse a la investigación, detenida desaparecida en 1974 estando embarazada.
A 50 años del Golpe, no sólo siguen habiendo familiares desaparecidos, también vemos que no hay verdad, no hay justicia, no hay reparación. No existe aún el reconocimiento político e histórico de los horrores que dejaron a este país roto. Más aún, existe una continuidad en las políticas represivas y de persecución de la protesta social, así como en la impunidad frente a la violación de DD.HH. Los gobiernos de los últimos 30 años siguen sumando víctimas. El estallido social de 2019 develó la aplicación de las mismas técnicas usadas en dictadura: secuestros selectivos, montajes, violencia política-sexual, tortura, mutilaciones y asesinatos. Más de 400 víctimas de trauma ocular y al menos 40 muertos.
Recordamos a Macarena Valdés, defensora medioambiental de la comunidad Newen en Tranguil, asesinada en el 2016. Francisca Sandoval, periodista del canal Señal 3 de La Victoria, asesinada en el 2019. Denisse Cortés, defensora de derechos humanos, asesinada en el 2021.
Nosotras no olvidamos ni perdonamos ningún golpe. Seguimos exigiendo justicia y reparación para las víctimas de terrorismo de Estado, garantías de no repetición, refundación y democratización de Carabineros y las FFAA, desmilitarización del Wallmapu, nacionalización de los bienes comunes naturales y un desarrollo científico al servicio de las necesidades de la población.
Nos mantenemos alertas, con la convicción en que la unidad y la organización nos darán la fortaleza y la claridad, para encontrar el camino que nos lleve a la emancipación real.