Si bien en Chile no es un asunto que se considere mucho, lo cierto que la agenda de la prensa internacional tiene desde hace días un sólo gran tema: Ucrania y el posible riesgo de una guerra. El país es un escenario de tensiones entre Estados Unidos y Rusia, donde usando la excusa de una supuesta invasión de Putin a territorio ucraniano, Biden ha movido -a través de la OTAN- recursos militares en Europa del Este tratando de sumar a sus aliados en su aventura belicista, la que sólo ha recibido eco por parte de Reino Unido, Dinamarca y el Estado español, mientras la mayoría de los países europeos están intentando promover el diálogo para evitar una posible guerra entre potencias nucleares a pocos kilómetros de distancia.
Por Alejandro Baeza
La frontera de Rusia con Ucrania se encuentra fuertemente militarizada ante la cada vez más grande escalada de tensiones. La movilización de tropas rusas dentro de su territorio es la excusa que utilizado Estados Unidos y la OTAN para hacer lo propio y llevar soldados y equipamiento militar ha territorio ucraniano.
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El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, insistió en que Washington y sus aliados están preparados para imponer sanciones sobre Rusia y, además, dijo que está preparado para sancionar directamente a su homólogo ruso, Vladímir Putin, algo que sus antecesores han evitado, mientras descartó ayer martes que no tiene «intención» de desplegar fuerzas estadounidenses o de la OTAN en Ucrania.
Pero ¿Cómo partió todo esto?
Durante estos días se vive un nuevo episodio de un conflicto que ya lleva ocho años y que comenzó cuando, apoyados por Estados Unidos, movimientos de extrema derecha y algunos abiertamente neo-nazis flameando esvásticas realizaron un golpe de Estado en 2014, poniendo fin al gobierno de Víktor Yanukóvich, aliado de Rusia, en lo que se denominó por la prensa pro occidental como «Euromaidán» y que fue romantizado en un documental propagandístico en Netflix.
El nuevo gobierno de extrema derecha estuvo marcado por la persecución sistemática a opositores, y tuvo su episodio más trágico en la ciudad de Odesa, donde la quema de un sindicato significó la muerte 36 personas. Asimismo, movimientos nacionalistas exigían la expulsión de la población de origen étnico ruso, que al ser mayoritario en la península de Crimea, optaron mediante un plebiscito por unirse a la Federación Rusa, uno de los principales motivos de tensiones entre ambas naciones desde entonces, pues Ucrania no reconoce la consulta y sigue considerando este territorio como propio.
Son ocho años de relaciones complejas entre ambas naciones, así como con la OTAN y la Unión Europea. Y si bien la presencia de tropas rusas en la frontera ha sido permanente desde entonces (con ocho años de noticias sobre una invasión inminente), a principios de noviembre el Washington Post publicó supuestos movimientos inusuales de equipamiento militar en puestos fronterizos y que se estaría preparando, esta vez sí que sí, una invasión. Si bien inicialmente fue desmentido por las autoridades ucranianas, las reiteradas publicaciones de este medio a las que luego se sumó la BBC y CNN, así como autoridades de los gobiernos de Estados Unidos y Reino Unido, finalmente desde Kiev terminaron por sumarse a las alarmas.
Desde Moscú niegan cualquier plan de este tipo y acusa a Ucrania de construir sus propias fuerzas en el Este, donde los separatistas respaldados por Rusia controlan una gran parte del territorio ucraniano.
¿Quién se está cuadrando con Estados Unidos?
Si bien la OTAN anunció este lunes que están poniendo sus fuerzas en "estado de alerta" y enviarán buques y aviones de combate adicionales hacia el este de Europa, la mayoría de los países que conforman la alianza militar no han secundado -por ahora- las intenciones de Joe Biden. En Europa, la mayoría de los países, liderados por Alemania y Francia, están apostando por superar la crisis de manera diplomática, no obstante, algunos se han cuadrado rápidamente con Biden.
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Tal como sucedió con la invasión a Afganistán, el Estado español decidió cuadrarse con Estados Unidos. Esta vez el gobierno del socialista Pedro Sánchez ha enviado tres buques a las fuerzas navales que está desplegando la OTAN en el Mar Negro, el último de ellos desplegado el día de ayer.
El ministro español de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, José Manuel Albares, señaló al respecto que «Los siguientes pasos dependerán de las decisiones que tome Moscú. No es una situación que hemos buscado, pero tenemos que hacer frente».
Por su parte, Boris Johnson, primer ministro del principal aliado de Estados Unidos indicó que "El Reino Unido está liderando la propuesta de un paquete de sanciones económicas [contra Rusia], y va a ayudar a reforzar la resistencia de nuestros amigos ucranios con el armamento defensivo que les estamos suministrando, y dejando claro a la vez que apoyamos por completo al pueblo de Ucrania". Mientras, Dinamarca tiene previsto enviar una fragata al mar Báltico y va a desplegar cuatro cazas F-16 en Lituania.
Asimismo, entre los países que consideran aceptar los despliegues en sus territorios están Rumania, Bulgaria y Hungría.
¿OTAN dividida?
Sin embargo, la OTAN no está del todo cuadrara con esta escaladas que están provocando. El presidente de Croacia, Zoran Milanovic, acusó a EEUU de la crisis en Ucrania y dijo que en caso de su escalada, como comandante de las fuerzas armadas de este país miembro de la OTAN, retirará a los soldados croatas que se encuentran en la zona de conflicto.
«En caso de escalada, Croacia retirará hasta el último soldado. Nosotros no tenemos nada que ver con esto o no lo vamos a tener. Eso se lo garantizo», declaró el mandatario ante la prensa en Zagreb.
Mientas, los gigantes europeos de Alemania y Francia reiteraron ayer martes en Berlín su llamado a la «desescalada» de tensiones, así como su apuesta por los diversos formatos de diálogo con Rusia a través del denominado «proceso de Normandía», un espacio que reúne a Berlín, París, Moscú y Kiev para implementar los acuerdos de Minsk.
Y es que una guerra en Ucrania no le conviene a nadie salvo a Estados Unidos, no solamente porque Europa haya entrado en una fase pacifista, sino porque entiende los riesgos que representaría un enfrentamiento entre potencias con armamento nuclear a pocos kilómetros de distancia, porque lo que comprende que en el peor de los escenarios también serían víctimas de la radiación.
Sin embargo, también prefieren evitar esta vez la confrontación con Rusia porque Alemania y la Unión Europea tienen prácticamente listo el acuerdo del gasoducto Nord Stream 2, que permitiría abastecer al continente europeo de gas ruso a un precio considerablemente más bajo (algo esencial para la calefacción en los fríos inviernos de esa zona del mundo), algo que pone en muy buen pie sus relaciones diplomáticas y que alejaría en cuanto a materia de política internacional se trata, la alineación habitual de Europa con Estados Unidos, en particular al momento de aplicar sanciones internacionales contra el Estado y miembros del gobierno ruso.