Las conclusiones son muy claras: el Estado español sale derrotado, Euskal Herria avanza un paso muy importante, el pueblo trabajador conquista espacios de poder
Para que los y las lectoras bolivianas comprendan en su pleno sentido el alcance de la victoria político-electoral de Bildu en las elecciones municipales de una parte de Euskal Herria, debemos adelantar algunos datos sobre nuestro pueblo. Somos una nación pequeña, de justo tres millones de habitantes, situada en un paso estratégico entre dos Estados imperialistas, el español y el francés, lo que nos convierte en un territorio codiciado por poderosos enemigos. Además, el subsuelo de nuestro país era muy rico en mineral de hierro lo que hizo que surgiera una burguesía dispuesta a venderse a algún Estado poderoso que le protegiera del pueblo trabajador y le ayudara en sus negocios. A cambio, esa clase dominante en lo económico entregaba la independencia del Pueblo Vasco a los españoles y franceses. De este modo, ha crecido un capitalismo vasco industrializado potente, con una capacidad tecnológica superior a la del Estado español, lo que estrecha los lazos entre las burguesías para dividirse el pastel obtenido con la explotación social, y refuerza su unidad contra la lucha por la independencia y el socialismo que se libra en nuestro país.
En efecto, desde el primer desarrollo del capitalismo comercial e industrial, especializado en hierros, armas y barcos, las sucesivas clases burguesas han optado por pactar con los dos grandes Estados, o someterse a estos con contrapartidas que les garantizaran mantener sus beneficios. Desde el siglo XVI esta dinámica fue provocando crecientes resistencias populares en defensa de las leyes propias del Pueblo Vasco, estallando en su defensa grandes rebeliones e insurrecciones desde el siglo XVII y todo el XVIII. Una de las fuentes de ganancias más importantes de nuestra burguesía era el saqueo de los pueblos americanos, directamente sobre el terreno o indirectamente al vender armas, barcos y mercancías al imperio español. Parte de nuestra actual riqueza está manchada de sangre india, lo cual nos produce una dolorosa vergüenza insoportable. La conexión entre el capitalismo vasco y el imperialismo español era tal que cuando éste entró en decadencia por las titánicas luchas de liberación latinoamericanas, entonces y como efecto de ello, la economía vasca también entró en crisis. La solución burguesa fue endurecer la explotación de su propio pueblo y acelerar la entrada en España o Francia, provocando dos largos siglos, desde finales del XVIII a comienzos del XXI, de guerras, dictaduras y dictablandas, definitiva unión entre la lucha de liberación nacional y la lucha de clases, entre el independentismo y el socialismo, etc.
Bildu, que traducido al español quiere decir reunión, es, por tanto, un producto de una larga resistencia de nuestro pueblo, que nos remite a varios siglos y que desde hace años mira al futuro con una decisión tajante de triunfar en la lucha por la reconquista de los derechos nacionales y de clase que nos son negados. A lo largo de esta lucha el Estado ha multiplicado las prohibiciones y represiones para, entre otros objetivos, impedir desde 2003 que se demuestre electoralmente la gran fuerza de masas del movimiento independentista. Una y otra vez, la izquierda vasca ha desbordado de un modo u otro estas prohibiciones creando coaliciones, grupos, partidos, etc., que han burlado la represión española, o pidiendo el voto nulo que también debe contabilizarse. En estos últimos 8 años, una parte muy significativa del Pueblo Vasco ha realizado una impresionante demostración no violenta, pacífica y ordenada, de lucha política en condiciones legales muy restringidas, muy duras. Muy difícilmente se encontrará una reciente experiencia similar a la vasca en cualquier democracia burguesa hoy vigente. En este sentido, Bildu es el más reciente esfuerzo organizativo realizado por el amplio movimiento popular y social para demostrar inequívocamente su fuerza de masas.
Como viene sucediendo desde 2003, Bildu ha tenido que superar una tremenda campaña criminalizadora, un diluvio de mentiras y provocaciones, una estrategia propagandística destinada a amedrentar y atemorizar a la población para que no le votase. Y el permiso para que Bildu pudiera participar en las elecciones llegó pocos segundos antes de que se acabase el plazo legal. Desde ese instante sólo quedaban dos semanas para poder hacer campaña. Por si fuera poco, todas las listas de Bildu debían ser "limpias", no estar "contaminadas", es decir, sin personas fichadas por la policía, y hay que saber que la policía española tiene fichadas a casi toda la población vasca, y especialmente a alrededor de 40.000 militantes vascos. Muchas de las listas de Bildu, muchas de sus primeras personas, no tenían apenas experiencia política, o muy poca, de lo contrario estarían ya declaradas como "sucias". Muchísimas de ellas eran desconocidas excepto para sus vecinos y conciudadanos. El propio lenguaje político español aquí visto –"contaminación", "limpieza", "listas blancas", "listas sucias", etc.– proviene de la edad media, se usó para justificar las persecuciones contra judíos y árabes, para masacrar pueblos originarios y, ahora, para reprimir al Pueblo Vasco. Un lenguaje terriblemente racista que indica la naturaleza opresora del imperialismo español, que se conoce tan bien en las Américas. Con el correr de los años y debido a su resistencia, el Pueblo Vasco se ha hecho merecedor del mismo trato despectivo y racista que el sufrido por las los pueblos de las Américas.
Pese a la desquiciada campaña intimidadora, a la precariedad de recursos económicos y al muy poco tiempo disponible, a pesar de todo ello, Bildu obtuvo el 22% del censo total de la parte de Euskal Herria bajo dominación española, quedando como la segunda fuerza, mientras que la primera no llega al 23%. Pero Bildu ha resultado ser la primera fuerza en concejales, con un total de 1138, mientras que la segunda fuerza en número de concejales obtuvo 882. Hay que decir que estas son las elecciones más cercanas al pueblo, en las que se eligen los representantes en ayuntamientos y diputaciones, que son como los gobiernos regionales, con algunos poderes económicos. Son por tanto elecciones decisivas para avanzar en el contrapoder popular y, después, en el poder popular, en el poder de base, en la democracia horizontal, asamblearia y comunal, tan decisivas para luchar contra la opresión en cualquiera de sus formas porque los y las vecinas, y la población de un territorio no muy extenso y muy bien comunicado, pueden mantener relaciones sociales cercanas y directas. Pues bien, en este marco es en el que la izquierda independentista, progresista y socialista ha conquistado el primer lugar. Las consecuencias económicas, sociales, políticas, culturales, etc., no se le escapan a nadie, y menos al Estado español, que no sabe todavía cómo explicar el golpe recibido. Otro dato muy esclarecedor: Bildu es la fuerza de izquierdas y progresista con más implantación electoral en la UE.
Las conclusiones son muy claras: el Estado español sale derrotado, Euskal Herria avanza un paso muy importante, el pueblo trabajador conquista espacios de poder vitales para impedir que la burguesía cargue sobre sus espaldas los costos de la crisis, aumentando su organización y combatividad, la misma que le ha llevado a realizar tres victoriosas huelgas generales en muy poco espacio de tiempo. Y la última lección: también en el corazón del euroimperialismo se puede mantener la lucha de liberación nacional antiimperialista.
EUSKAL HERRIA 2-VI-2011