Por Alejandro Baeza
Patricio Herman Fernández Chadwick fue designado por Gabriel Boric como asesor presidencial para la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado, es decir, será quien esté a cargo por parte del oficialismo de las actividades de memoria en una fecha tan importante y significativa, pero que, a menos de tres meses para el 11 de septiembre, aún no ha realizado ninguna importante.
No obstante, no ha sido su mal trabajo lo que le ha puesto en la palestra pública, sino una serie de declaraciones sobre la fractura que significó el golpe de Estado, donde incluso ha dejado entrever que éste se entendería por el contexto. La última de éstas -que hizo que organizaciones de DDHH pidan su salida– fue en una conversación con el sociólogo y premio nacional de ciencias sociales, Manuel Antonio Garretón, donde señaló:
"¿Cuál creo que es el empeño central al que estamos retados a estas alturas? La historia podrá seguir discutiendo por qué sucedió o cuáles fueron las razones o motivaciones para el Golpe de Estado. Eso lo vemos y lo vamos a seguir viendo. Lo que uno podría empujar, con todo el ímpetu y con toda la voluntad, es decir: 'Okey, los historiadores y los politólogos podrán discutir por qué y cómo se llegó a eso, pero lo que podríamos intentar acordar es que sucesos posteriores a ese golpe son inaceptables en cualquier pacto civilizatorio'."
¿Cómo es posible que ocurra esto?
El señor Fernández Chadwick ve la realidad de la única forma que le es posible: desde su posición de clase. Por muy cercano a algunas posturas progres que haya podido tener en su juventud, no deja de ser un miembro de la oligarquía nacional, que no fue (y nunca ha sido) víctima de la violencia de Estado, por el contrario, fue el sector de nuestro país que salió mayormente beneficiado con la dictadura militar-empresarial.
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Y es que Fernández Chadwick es un fiel representante de uno de los principales problemas de Chile y América Latina en general: una persona de escasas luces que logra tener algo de influencia gracias a su capital, sus redes sociales (como su Colegio Verbo Divino) y sus apellidos. Es hijo de María Paula Chadwick Piñera, por lo tanto, nieto de Herman Chadwick Valdés, y sobrino de Herman y Andrés Chadwick Piñera, quien a su vez es primo del expresidente Sebastián Piñera Echeñique y fue su ministro del Interior.
A fin de cuentas, éste es sólo un nuevo episodio de los intentos de la elite por contarnos la historia desde arriba, como ha sido en los últimos 200 años. Una nueva muestra que los intereses de clase no son los mismos, así como tu posición en la escala de clases sociales te formatea tu forma de entender la realidad.
Afortunadamente, este intento por controlar el relato, no sólo en lo relativo al golpe de Estado y la posterior barbarie criminal que le siguió, sino de la historia nacional en general, cada vez es un territorio más en disputa con investigadores, académicos y estudiantes, la mayoría de origen social popular, que realizan estudios de historia social, entre otras, que han permitido conocer nuestra historia como nunca y contada por nosotros mismos, sin el sesgo de clase clásico que caracterizó por dos siglos nuestro trabajo historiográfico. En lo que estamos al debe es en hacer que esta conexión se haga masiva, pero lamentablemente esto sólo ocurrirá cuando se cuente con el apoyo del Estado en políticas públicas para aquello, pero en un trabajo serio, no como el que ahora está llevando a cabo el señor Fernández Chadwick.
*Imagen: Colegio Verbo Divino