Colombia está sufriendo. Matan un líder campesino cada tres días. A esto se le suman los asesinatos de defensores de Derechos Humanos, periodistas honestos y una larga lista de profesiones que se han convertido en peligrosas.
Los colombianos necesitamos que la colectividad latinoamericana nos ayude. Hay que obligar al gobierno a cumplir el compromiso de desarmar a los paramilitares. Hay que derrotarlos antes de que el baño de sangre sea total. Y la presión internacional sirve.
Con el derecho que me da ser madre de una víctima de la violencia paramilitar, una niña de apenas 7 años, pienso ir a visitar a los distintos gobiernos y pueblos de Nuestra América para que nos apoyen en esta tarea democrática.
Para apoyarnos no les pedimos que piensen igual que nosotros sobre cómo se debe organizar la sociedad latinoamericana o a quién debe pertenecer las tierras. No les pedimos siquiera que opinen a favor o en contra del acuerdo de paz. Lo único que queremos es que el Estado colombiano y los partidos de oposición lleguen a la idea de que la vida humana está por encima de todo.
Lo único que queremos es que todos los latinoamericanos nos demos cuenta de que mientras la muerte reine en Colombia toda la comunidad continental estará en peligro.
Yo sé muy poco, perdonen por los errores que esta carta puede tener. Seguramente cuando vaya a hablar con ustedes me faltarán las palabras. Pero sé que cuando les diga que me mataron a mi niña ustedes sentirán lo mismo que yo.
Pueden invitarme al punto más lejano de nuestro continente. Yo sabré llegar. El dolor moviliza. Necesito hablarlo. Quedo a vuestra disposición. Colombia Vive.
Paula Monteverde
*Fotografía de velatón por Elisa realizada el viernes 05 de mayo en Concepción