Asistimos por estos días a una pausa comercial en el gran show reality en que el gerente general ha convertido el ejercicio de la presidencia de la república. Pero, de todos modos, será una pausa con novedades que caracterizan la nueva forma de gobernar. Es decir, seguirá siendo parte del show.
Esta pausa comercial es para dar paso a los correspondientes auspiciadores veraniegos del gran espectáculo nacional: la manida Teletón con la participación exclusiva del lavador de cara empresarial venido directamente desde Miami; el viejo Pascuero venido de no sé donde por la gentil voluntad del empresariado comercial; el festival de Viña para cerrar el ciclo anual de farándula y realitys en que los medios masivos de prensa empresarial tienen sumido al país.
El gerente lo pasa bien. Se divierte siendo presidente del paisito. Se siente reyezuelo en su reinado con vista al mar. Ya culminó su largo periplo repartiendo piedras y fotocopias por Europa y desde luego disfruta su rol de productor, director, actor principal, primer actor secundario, primer actor de reparto, primer actor de relleno y primero en todas las funciones de su gran reality que parece titularse: Jugando a ser presidente.
Ya lo vimos martillando mediaguas, poniendo plásticos, manejando máquinas, poniendo inyecciones, buceando no sé donde, declarando habitante de Juan Fernández a Robinson Crusoe, viendo partidos de fútbol en carpas de circo, remontando mares en la proa de un bote cual marino valiente, leyendo en público cartas privadas de unos mineros sepultados, sacando mineros de las profundidades de la montaña (con sus propias manos, según su ego), dándole apoyo (¿?) a la política social de Sarkozy en Francia y lecciones de mercado y previsión social a Ángela Merkel en Alemania, rematando con un saludo nazi para los confundidos alemanes. Y un largo etcétera. Nuestro presidente de Chile es un actor maravilloso; da vergüenza ajena pero dejó chiquititos a Ronald Reagan y Schwarzeneger juntos.
Y en todo él es el protagonista. La derecha chilena se siente feliz. Está rebosante porque este hombre cubre todas las aristas políticas y resuelve todos los problemas empresariales, lo que abre un panorama muy auspicioso para el futuro electoral derechista. El método de mercado para gobernar, en que todo tiene que ser rentable y producir utilidades, les está dando resultados.
La utilización política y mercantil del rescate de los mineros de Copiapó ha llegado a límites repudiables. El gerente ha explotado hasta el hartazgo esta cuestión del rescate, preocupado principalmente en aparecer como el gran salvador de los mineros en desgracia. Digamos las cosas como son. Los mineros salvaron con vida, en primer lugar, por su propia capacidad de sobrevivir, de organizarse, de ser solidarios, de proponerse luchar contra la adversidad. Sobre todo en las primeras semanas de permanecer sepultados y sin tener contacto con el exterior. En segundo lugar, por la presión y fuerza que pusieron sus familiares y compañeros de faena en exigir que las tareas de rescate no se detuvieran ni abandonaran, como pudo haber ocurrido luego de los fracasos de los primeros días. En tercer lugar, por la exposición mediática que desde un comienzo tuvo el suceso debido a la cantidad de afectados y a las características del accidente. En este escenario el gobierno se ve obligado a actuar. No solo por los mineros sino también por los empresarios.
La causa de toda esta tragedia fue la inescrupulosa y negligente actitud del empresariado minero para con la seguridad y la vida de sus trabajadores. Esa realidad es la que el gobierno debía ocultar. Y para eso no bastaba un dedo, por eso recurrió a toda la logística que se utilizó y a toda la parafernalia que se montó. Y en ese afán el gerente del paisito sigue empeñado con su propio reality: ocultar las causas reales y profundas del desastre que no son otras que el desenfreno explotador de un empresariado indolente del que él es un genuino representante.
Pero también este empeño mediático apunta a ocultar otros problemas que asolan al país en donde este gobierno ha resultado inepto e inoperante. Los mineros no pueden (ni creo quieran) seguir siendo estrujados por los genios gobernantes y mediáticos (que, curiosamente, son los mismos) para hacerse los lesos con la situación de abandono de los miles de ciudadanos afectados en las zonas dañadas por el terremoto y maremoto de febrero pasado. De las mediaguas no se ha pasado a nada más. Se suponía que este gobierno de tipos eficientes, de excelencia como gusta autocalificarse Piñera, iban a resolver en unos cuantos meses la tarea de la reconstrucción. Lo cierto es que todavía no se sale de la situación de emergencia. Basta ver los barriales y lodazales en que se convierten las zonas de campamentos con cualquier lluvia que de deje caer; basta con ver los baños o servicios higiénicos con que cuentan estos lugares donde tratan de vivir los afectados; basta con ver los cientos de ciudadanos que se empobrecen día a día pagando dividendos por departamentos destruidos que no pueden habitar y arriendos para poder sobrellevar una vida soportable; o los cientos que no pueden hacer ni lo uno ni lo otro, sino que deben vivir de allegados y acumulando deudas de la estafa de que fueron víctimas; o la cesantía que crece y crece sin dar respiro en las regiones asoladas por el terremoto y el tsunami.
Lo único efectivo y cierto por parte del gobierno fue la rapidez con que, a fines de abril, decretó por superada la situación de emergencia y con eso darse por satisfechos y autoaplaudirse. También demostró ser muy eficaz en garantizar negocios y ganancias para grandes empresarios que tuvieran participación en la cuestión de las mediaguas, los plásticos, o la reconstrucción; con el negocio asegurado en los contratos no importa cuanto tarden las soluciones.
La actual pausa comercial también sirve para ocultar estas cosas.
Durante esta pausa, seguramente veremos al salvador milagroso, siendo parte de otros montajes como el de Punta Choros en donde él se hace aparecer a sí mismo como el gran defensor del medio ambiente. Y con ese cartel ahora le puede dar carta blanca a cuanta termoeléctrica quiera instalarse donde se le ocurra. Esa es la idea. Es curioso, pero por estos días, se ve a parlamentarios gobiernistas proponiendo medidas raras y a comisiones que el mismo gobierno a creado proponiendo medidas raras. No nos cause rareza si aparece el salvador milagroso desechando esas medidas raras para aumentar su cartel de defensor, salvador y milagrero. Esa es la nueva forma de gobernar.