Perú poseía un prestigio a nivel regional en materia de política exterior, si bien la Cancillería y su cuerpo diplomático en su inmensa mayoría provienen de las filas de la oligarquía limeña, al menos, todos eran funcionarios de carrera, profesionales en el área, relativamente ilustrados por sobre la media de la región.
Por Joaquín Pérez
Durante la cumbre de la CELAC, la canciller del gobierno de facto peruano, Ana Cecilia Gervasi, no podía creer lo que escuchaba. Gobierno tras gobierno en sus interlocuciones, mostraban su indignación o al menos su preocupación por las masacres y crímenes contra los Derechos Humanos, como también por el atropello de las libertades civiles y políticas en el Perú. Algunos abiertamente no reconocían a las nuevas autoridades surgidas tras el golpe del Congreso y los militares, demandando la liberación del presidente electo democráticamente, Pedro Castillo.
Lo que la canciller Gervasi escuchaba, no lo escuchaba ni en Miraflores, ni San Isidro, los barrios "bien" de la Lima oligárquica, que vive en un régimen de castas, sometiendo a la inmensa mayoría de la población mestiza e indígena del país. No era lo que veía en los medios de comunicación limeños, parte de ese dominio racista, que "terruquea" a los campesinos e indígenas.
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Por eso su cara se desencajaba ante cada intervención de cada mandatario, la de ella y la de sus asesores de la cancillería peruana. Las imágenes de sus rostros y expresiones llamaron la atención de los camarógrafos, que volvían a ellas cada vez que un mandatario se refería a la crisis peruana.
La reacción de Gervasi no fue muy distinta a la su presidenta Dina Boluarte, lejos de intentar abrir diálogos o salidas políticas, se encerró en sí misma. Mientras toda Latinoamérica veía con esperanza el renacer de la CELAC, la cancillería peruana, realizó gestiones para que la mandataria del Perú se dirija en vivo al pleno de la OEA.
Más allá incluso, Gervasi comenzó a tomar medidas diplomáticas extremas, no contenta con la expulsión del embajador de México en Lima, retiró al embajador peruano en Honduras, rebajando las relaciones bilaterales entre ambos países a la de agregados comerciales (como la que hasta hoy mantienen Chile y Bolivia), tras esto, envió sus quejas a las cancillerías de Chile y Colombia, que se sumaron a otras que ya había enviado a Bolivia.
Todas estas torpezas, que vienen a desprestigiar la historia del cuerpo diplomático peruano, causaron profunda preocupación, entre expertos en política exterior en Lima. Según informa hoy en diario la República de Perú, los destacados "internacionalistas" peruanos "scar Vidarte y Ramiro Escobar, coincidieron en que su cancillería "está actuando de manera reactiva y no meditada, frente a las críticas internacionales y haciendo uso excesivo de medidas diplomáticas".
De acuerdo a estos destacados especialistas, la Cancillería está actuando de manera reactiva frente a la crítica internacional y señalaron que esto puede llevar al país a un aislamiento en la región.
Los especialistas peruanos apuntaron además que la Cancillería ni siquiera distingue entre presidentes como Xiomara Castro (Honduras) y Manuel López Obrador (México), quienes tienen el discurso que a Pedro Castillo se le dio un golpe de Estado y otros como Gabriel Boric, que fue de los pocos que reconoció legitimidad al régimen de Boluarte, pero cuestiona las consecuencias de las protestas.
Los catedráticos advirtieron que se ha abusado de recursos diplomáticos, como llamar en consulta a embajadores, enviar notas de protestas y hasta declarar persona no grata al exembajador de México en Perú, Pablo Monroy.
Ramiro Escobar señaló que la Cancillería está actuando con decisiones rápidas.»La política exterior de un país se tiene que manejar con mucha cautela, con mucha perspectiva y en base a decisiones más meditadas".
Escobar expresó que a pesar de lo dicho por la presidenta Xiomara Castro, la medida tomada es «exagerada y excesiva». Acotó que, «ese tipo de cosas se pueden solucionar con la diplomacia discreta. Mandas una misión, empiezas a conversar y le bajas el tono al asunto».
Manifestaciones en Embajadas y funas a embajadores
En diversas capitales latinoamericanas se han registrado manifestaciones a las afueras de las embajadas peruanas, ante las masacres ocurridas en la nación andina.
Embajadores o miembros del cuerpo diplomático han sido abiertamente interpelados, como lo sucedido en España.
Los hechos han escalado y ya un nutrido grupo de cargos electos de la Unión Europea ha expresado su «profunda preocupación por la violación de los derechos humanos en Perú».
En Chile resulta patético que, vías figuras de los peores años de la Concertación, como Heraldo Muñoz, lancen sus candidaturas a canciller, apelando a las torpezas e infantilismos de la Cancillería peruana.
Perú ha llegado a un punto de no retorno, la dictadura de Dina Boluarte se sostiene única y exclusivamente en la represión y no da muestras de querer abrir ningún proceso de transición democrática. No tiene la capacidad de controlar el país o los manifestantes, principalmente de las regiones del sur del Perú, que tampoco tienen aún la fuerza de derribarla.
Foto principal: Resumen Latinoamericano