Este martes, en Lo Rojas de Coronel y en diversas caletas del país, pescadores artesanales expresaron su profundo rechazo a la Ley de Pesca que el Gobierno elabora a sus espaldas. La ley que rige la pesca en nuestro país, llamada «ley corta» o «ley Zaldivar» (por la presión que ejercieron estos hermanos democrata-cristianos para que ésta se aprobara y las acciones que tenían en las empresas pesqueras, subieran de valor), expira este 31 de diciembre, por lo que a esa fecha debe estar lista una nueva normativa.
Hasta el momento, el Ministro de Economía y artífice de esta nueva ley, Pablo Longueira, ha intentado mantener los fundamentos de la presente, que consisten en dejar a la empresa pesquera industrial la posibilidad de pescar en las 195 millas del territorio marítimo que restan de las 5 millas reservadas para la pesca artesanal y la concentración de las cuotas de pesca, que puede apreciarse en el hecho que la industria controla de un 80% de la pesca en el país en promedio, ofreciendo un cuarto del empleo que la pesca artesanal.
Los medios de comuniación empresariales se han mostrado incapaces de entregar información que explique las razones de éstas, reproduciendo la tradicional y vulgar noticia/espectáculo. Lo cierto que al silenciar el trasfondo de este conflicto, se niega a la comunidad la posibilidad de informarse en torno a una cuestión tan fundamental cómo su alimentación.
Antes de ser mercancía, la biomasa pesquera es fuente rica y abundante de alimentación para todos y el riesgo de colapso en que está hoy, no es un discurso de alarmistas apocalipticos, sino que es real e incluso está registrado por el propio Estado, que ciego a esta realidad deja a Longueira actuar como si la cantidad de peces en el mar fuese la de hace 10 o 15 años atrás.
En el gráfico (Fuente: subsecretaría de pesca) puede verse cómo han disminuido las cantidades de desembarque de jurel en 22 veces, en compararación a los años 1994 o 1995. También, se desmiente el discurso que culpa a la flota extranjera de este desastre, sino que responsabiliza a la industria nacional, es decir a esas nueve familias de las que recurrentemente se habla y que están dictándole la nueva ley a Longueira, artículo por artículo.
Además muestra cómo los desembarques se concentraban entre la región de Valparaíso y Puerto Montt, dónde Coronel, San Vicente y Talcahuano, tenían la mayor parte, lo que generó una economía fuertemente vinculada a la pesca y que hoy agoniza.
Los pescadores artesanales que se han movilizado, plantean que hay condiciones mínimas que ésta nueva ley debe cumplir para que pueda obtener la legitimidad de este sector, una de ellas es la eliminación de la pesca de arrastre y de cerco.
La pesca de arrastre, como su nombre lo dice, consiste en que una red se arrastra por el fondo marino, arrasando con toda la flora y fauna que hay ahí, echándolos a una «boca» gigante, dejando el suelo sin nutrientes necesarios para que vuelva a aflorar vida. La pesca de cerco, captura los cardúmenes donde están presentes peces que acompañan a las especies que son objetivo de la pesca o bien el cardumen es mucho mayor que la capacidad de pesca.
Cuando, las empresas tienen pesca que no pueden vender o convertirla en algo que se transforme en dinero, sencillamente la botan al mar, así es como millones de toneladas de peces muertos se devuelven al mar en un proceso que eufemísticamente le llaman «descarte». Durante todos estos años, ninguno de estos tipos de pesca ha sido eliminado y tampoco se ha tenido registros cuanto se ha «descartado», pues en alta mar, no existe fiscalización a las faenas que ahí se hacen. En reeemplazo de estas «artes» de pesca, se plantean las cuales sean selectivas y no invasivas del ecosistema.
Otra demanda es que se reemplacen las 5 millas destinadas a la pesca artesanal al establecimeinto de una milla mar adentro, desde las puntas de tierra más salientes. En nuestra zona estarían marcadas desde Punta Lavapie en Arauco, hasta Carranza en Constitución, quedando protegidos distintos caladeros, por ejemplo, el Golfo de Arauco.
Junto con otras demandas, la pesca artesanal intenta posicionar sus intereses en el debate. Sin embargo, más allá de los intereses concernientes a este sector de trabajadores, están los de la sociedad en su conjunto que tiene en la pesca una fuente de alimento, que si se agota, cómo ya está siendo sintomático, la peredá con remotas posibilidades de recuperar, por los desequilibrios ecosistémicos que ocurrirán (y que están ocurriendo).
Las decisiones del empresariado pesquero, llegan a atentar contra su propio negocio, lo que no pareciera preocuparles, pues seguro que tendrán un nuevo rubro en que invertir la fortuna que hicieron saqueando el mar.
Foto de Archivo: Lacrimógenas contra pescadores de Lo Rojas, Coronel, año 2009.
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