Por Ruperto Concha / resumen.cl
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Y bien, al menos ceremonialmente hoy comenzó la Cumbre Climática Mundial COP26 en la ciudad de Glasgow, que es el corazón mismo de la actividad industrial de Escocia.
Ya esta mañana los periodistas mencionaron el impacto que había causado ver llegar la caravana en que venía el presidente de Estados Unidos, Joseph Biden: Oiga, ¡85 vehículos grandotes! Todos ronroneando por sus tubos de escape los muchísimos caballos de fuerza generados por la combustión petrolera de sus motores.
En realidad, la sensación generalizada, según detecta la prensa mundial, es que no son muchas las esperanzas de que esta Cumbre logre resultados concretos que enmienden los decepcionantes resultados de las 25 cumbres anteriores.
La meta que se fijó por unanimidad en la Cumbre de París de 2015 fue hacer todo lo necesario para frenar el recalentamiento de la atmósfera, manteniéndolo por debajo de los dos grados Centígrados, y procurando llegar a sólo un grado y medio por encima de lo normal.
Pero ya en estos momentos la temperatura ha subido más de dos grados, y se teme que, de seguir como vamos, el recalentamiento provocará un nivel de alto peligro por el cambio climático.
En los días anteriores, antes de ayer y ayer, las miradas se habían vuelto hacia Roma, donde se estaba realizando la Cumbre de los 20 países más industrializados del mundo, que son los que generan el 80% por ciento de los gases polucionadores.
Pero en la Cumbre de los 20 no surgieron esperanzas concretas. Muchos de los países claves ni siquiera tenían planes actualizados. Y otros, como Brasil, la India, México, Australia y Rusia, mostraron que tenían algunos planes ambientales incoherentes con los acuerdos de París.
Estados Unidos, que había generado las mayores esperanzas por los anuncios del presidente Biden, se encontró con que el Congreso había mutilado la mitad del financiamiento que contemplaba el programa presidencial de recuperación del medio ambiente y desarrollo de tecnologías alternativas para la producción industrial.
China, por su parte, admitió que no puede disminuir su consumo de energía antes del fin de la década, aunque está reemplazando la mayor parte de las centrales termoeléctricas que utilizan carbón y ha puesto en marcha ya varias micro centrales atómicas.
Asimismo, los países del este europeo, especialmente Polonia y Ucrania, dependen casi exclusivamente de sus minas de carbón para generar electricidad, y no tienen otras alternativas a su alcance. De hecho, toda Europa en estos momentos depende del abastecimiento de gas que aporta Rusia.
Es decir, esta Cumbre de Glasgow tendrá que ingeniárselas para producir un Plan B, o un Plan C, o lo que sea, si no quiere admitir un fracaso global y la desastrosa y cada vez más rápida degradación de la capacidad del planeta Tierra para sustentar la vida como la conocemos.
En cuanto a las demás naciones, el doloroso conjunto de los países subdesarrollados o en vías de desarrollo, ¿cómo podrán reorientar ecológicamente sus economías y adaptarse para enfrentar el cambio climático?… Ya en las cumbres anteriores, de 2009 y de 2015, los países del Primer Mundo habían asumido el compromiso de hacer un aporte de cien mil millones de dólares de esa época, para ayudar al financiamiento de los cambios tecnológicos y políticos de los países más pobres.
Ese aporte supuestamente debía materializarse antes de 2020. Pero, bueno, hasta ahora sólo se ha hecho efectivo en una mínima parte. Los gobiernos de Alemania, Canadá y Gran Bretaña en las últimas semanas elaboraron un plan para enterar el aporte efectivo de los 100 mil millones de dólares, pero está claro que no se dispondrá realmente de esos fondos antes de 2023.
En todo caso, está claro que el progreso y el desarrollo económico es necesario para que las naciones logren adaptarse a la lucha contra el cambio climático, pero está claro también que la incapacidad de los países pobres en ese sentido no sólo los afecta a ellos mismos sino a todas las demás naciones, por la desertificación de tierras que eran fértiles, las olas de calor, las lluvias torrenciales, la intensificación de los huracanes, tornados y tifones, los incendios forestales, en fin...
En cifras concretas, cuantificadas con precisión por los investigadores científicos, se señala que el derretimiento de los hielos de la Antártica, de mantenerse como ahora, podría elevar el nivel del mar en más de 25 metros en un plazo de 40 años. Eso provocaría la pérdida de millones de hectáreas de las más valiosas tierras, agrícolas y urbanas, en todo el mundo.
Pero ciertamente el mayor peso del financiamiento de la defensa contra el cambio climático recae sobre el mundo desarrollado. Sobre esos 20 países que producen el 80% de la contaminación de la atmósfera. Es por ello que se intentará en esta cumbre llegar a acuerdos imperativos apuntados a reducir a cero las emisiones de carbón y, a la vez, a establecer normas preventivas hacia el futuro.
Disminuir las emisiones polucionantes de los aviones, neutralizar las emisiones de carbón en la producción de cemento y acero, crear desarrollos agrícolas libres de metano, disminuir la necesidad de transporte de productos, y, sobre todo, reducir al mínimo la industria armamentística y los desplazamientos militares masivos.
En fin ¿Qué y cuánto de todo eso puede quedar definido, acordado y reglamentado en las dos semanas que supuestamente durará la Cumbre Climática de Glasgow?
Los gobiernos de las principales naciones saben que el cambio climático está haciéndose sentir con fuerza en el seno de las bases sociales de todas las naciones. Que la clase política está ya muy gravemente desprestigiada a nivel mundial, y que la incapacidad de alcanzar resultados tangibles en Glasgow realmente puede llevar a que se produzcan estallidos sociales en todo el mundo.
De hecho, los movimientos juveniles en defensa ecológica han aumentado en número y en intensidad de sus protestas. El Bla-bla-bla denunciado por la joven Greta Thunberg puede provocar crisis sociales realmente muy intensas.
¿Cuáles son las metas mínimas, básicas, para el inicio de una recuperación ecológica?… Básicamente se debiera alcanzar la llamada "neutralidad carbónica". Es decir, un régimen de actividad que logre un balance entre las emisiones de carbón y la extracción del carbón de la atmósfera en un mismo período de tiempo. O sea, una actividad en la que no haya acumulación de carbón.
Según lo han determinado los científicos, es preciso alcanzar la neutralidad carbónica real antes de 2050. Si no se logra en ese balance en el control de emisiones de carbón, se desatarán efectos gravísimos posiblemente irremediables.
Otro concepto esencial es el de "Punto Crítico", que se refiere a un nivel de alteración de un sistema que llega a desintegrarlo. Lo hace cambiar de tal manera que ya no podrá restablecerse ni aun cuando la causa de alteración desaparezca. Es decir, el cambio no puede remediarse y sólo se puede optar a una nueva organización del sistema. En el cambio climático, la desertificación de una zona, provocada por la alteración del régimen de lluvia, continuará, aunque desaparezcan las causas que alteraron ese régimen.
Y posiblemente el concepto más decisivo es el de "Desarrollo Sustentable", que se define como un progreso en la satisfacción de las necesidades del presente, sin comprometer la posibilidad del futuro para seguir satisfaciendo las necesidades futuras. Es decir, un sistema que permita que la gente de hoy pueda alcanzar un nivel de vida y satisfacción, sin agotar lo que va a necesitar la gente en el futuro.
Son conceptos en realidad sencillos y claros, pero ¿Cómo podrán los líderes mundiales reunidos en Glasgow encontrar la manera de aplicarlos?
En realidad, el período de 30 años que siguieron a la desintegración de la Unión Soviética Estados Unidos logró imponer a nivel mundial el sistema llamado "neoliberalismo", que reduce al Estado a funciones subalternas a las grandes empresas, y que descarta por completo la planificación y la regulación política de la economía.
Esa noción neoliberal, es clásicamente distinta del liberalismo neto, e invariablemente desembocó en sucesivas crisis económicas a escala mundial, llegando a su punto más grave en la crisis de 2008 a 2010, originada en Estados Unidos y que repercutió con sus efectos en todo el resto del mundo.
Esa crisis fue encarada durante el gobierno del presidente Barack Obama, quien optó por rescatar a las grandes empresas mediante aportes gigantescos de dinero, de dólares emitidos sin respaldo real bajo la figura de un "endeudamiento", a través de bonos que el país pagaría en un futuro indeterminado.
Por esa razón, fue necesario mantener en un nivel bajísimo la tasa de interés por esos "préstamos", que, por la enormidad de las sumas acumuladas, llegaron a ser una de las principales partidas en las leyes de presupuesto de Estados Unidos. En estos momentos, en que la deuda acumulada por Estados Unidos supera los cuatro billones de dólares, una tasa de interés de sólo el 1% anual representa un pago de 40 mil millones de dólares anuales, que, por cierto, no disminuyen la deuda, sólo paga los intereses.
Prácticamente todos los demás países de la llamada "economía occidental" adhirieron al mismo método de endeudamiento, con la esperanza de que la abundancia de dinero activaría la economía del país en su conjunto, produciendo ganancias superiores a los intereses del endeudamiento.
Sin embargo, el propio sistema neoliberal provocó una creciente acumulación del dinero en las grandes corporaciones. Contrastando con ello, el gobierno comunista de China diseñó su estrategia de crecimiento económico, pero bajo un sistema en el que la acumulación de la riqueza no se centraba en las empresas sino en el Estado, el cual entonces podía utilizar esos recursos en proyectos de desarrollo nacional.
O sea, el Estado pasaba a devolver la riqueza acumulada, en forma de iniciativas políticamente diseñadas en lo que llegó a ser la actual "economía de bienestar".
Al desatarse la catastrófica pandemia del Covid-19 todos los países se vieron en la necesidad de distribuir el llamado "dinero en helicóptero", es decir, proporcionar directamente un auxilio financiero para las personas y las familias que se veían privadas de ingresos debido a las cuarentenas.
El financiamiento de esa ayuda financiera para la gente no fue acompañado por un aumento de producción de bienes y servicios. Al revés, la política de enfrentamiento con China llevó a que el aumento del dinero disponible no fuera unido a un aumento proporcional de las ofertas del mercado, o sea, un aumento de la producción
Así, inevitablemente se produjo un creciente fenómeno inflacionario. El dinero puesto en circulación en la práctica fue "devorado" por las empresas que aumentaron sus precios. Esto es, el aumento de dinero en el mercado no produjo activación ni crecimiento económico.
En toda Europa se ha producido ese fenómeno inflacionario a tal extremo que no hay seguridad alguna de cuanta recuperación económica pueda realmente alcanzarse después de la pandemia, este año o el siguiente. En realidad, ya la inflación está golpeando con fuerza toda la base social dentro y fuera de la Unión Europea.
Según cifras del Banco Mundial, en el rubro esencial de la generación de energía, el gas ya más que duplicó su precio, subiendo de 6 dólares con 77 centavos en 2015 al precio de hoy de 15 dólares 50 centavos en el volumen básico de 26,4 metros cúbicos de gas. ¡Más del 100% de inflación en sólo 5 años!
Los precios de los bienes raíces, sobre todo los arriendos, y de los artículos básicos de consumo, incluyendo la alimentación, han aumentado ya dramáticamente y su efecto sobre las bases sociales han comenzado a hacerse sentir en protestas.
El proceso inflacionario es ya mundial, aunque en grado muchísimo menor en algunos países como China, Vietnam y en cierta medida Japón.
¿Qué efecto tendrá este proceso inflacionario?… Políticamente, en Europa se está expresando en un fortalecimiento de los partidos de la centro-izquierda. En Alemania, de hecho, el Partido Social Demócrata logró recuperar el gobierno que los conservadores le habían quitado durante casi 20 años.
Pero hay otros fenómenos que son más inquietantes para la estabilidad del sistema neoliberal basado en el dólar y el predominio político y militar de Estados Unidos a nivel mundial.
En los últimos días, las noticias financieras se volvieron estrepitosas por la inesperada valorización de dos nuevas criptomonedas, la Shiba-In y el Doge Coin, que han alcanzado valores inverosímiles.
De hecho, la Shiba In, en 6 meses, tuvo una valorización descomunal que llevó a que una inversión de 8 mil dólares, en ese período, se tradujera en la monstruosidad inimaginable de 5 mil setecientos millones de dólares.
La otra criptomoneda, la Doge Coin, que ya fue aplaudida por el multibillonario Elon Musk, y ha mantenido una valorización permanente de 100 veces su valor inicial.
No es del caso investigar en términos claros cuáles son las ventajas específicas de ambas criptomonedas que ya han superado lejos al bitcoin, el cual también, sin embargo, sigue cotizándose en más de 60 mil dólares cada uno, cuando hace menos de 5 años valía menos de 20 dólares.
Y en tanto, en China, ya es un hecho la irrupción del dinero digital: el Yuan electrónico, que está respaldado también por algoritmos matemáticos que hacen imposible su falsificación o la emisión inorgánica de dinero. Es decir, el respaldo matemático tiene una eficacia aún mayor que el respaldo en oro, pues el oro tiene variaciones de precio mientras que los algoritmos son inmutables.
Como fuere, este fenómeno está resonando como una marcha fúnebre o una campana de mal agüero para la supervivencia del dólar estadounidense como dinero rector de las finanzas mundiales.
Ya en Estados Unidos se está contemplando la posibilidad de crear también un "Dólar electrónico" que pudiera enfrentarse al yuan chino. Y de la misma manera podría eventualmente crearse el Euro electrónico, siempre basándose en la garantía de que los algoritmos matemáticos que permiten crear o "minar" cada moneda y son imposibles de falsificar y por ello los gobiernos ya no podrán hacer emisiones monetarias sin respaldo.
En tanto, ya son cientos de miles de millones de dólares los que están fluyendo como un río invirtiéndose en criptomonedas. Y ya las criptomonedas, de hecho, son aceptadas en las mayores transacciones comerciales.
Así, pues, en la cumbre de la Tierra los sabios economistas neoliberales y los expertos dirigentes de la política mundial estarán dos semanas devanándose los sesos para discurrir cómo sacar la pata que nos ha dejado pobres y sumidos en un mundo cada vez más sucio.
En el resto del mundo, los jóvenes más inteligentes son los que están más enojados.
Es como si en estos momentos el futuro nos mirara amenazante, dándonos a elegir...
¿La bolsa o la vida?
Hasta la próxima, gente amiga. Hay peligro. Hay muchos que elegirán salvar la bolsa.