Por Ruperto Concha / resumen.cl
Opción 1: Spotify
Opción 2: Anchor
Saber y Creer son dos conceptos engañosamente parecidos. Creemos lo que sabemos. Pero a menudo creemos también lo que no sabemos. Y, a veces, sabemos algo nuevo que manda al trasto algo que antes creíamos. Por ejemplo, que a los niños no los trae la cigüeña.
Es así que "hacer saber" y "hacer creer" pueden convertirse en asuntos brutalmente distintos. Los que enseñan hacen saber. Los profesores hacen saber. El periodismo sano hace saber. Y ¿quiénes hacen creer?
Bueno, los magos de salón, los actores, los maquilladores y, por supuesto, los propagandistas, que se ganan la vida haciendo que los demás crean cosas que no necesariamente son ciertas. No es que sean mentirosos, no. Sólo son manipuladores de esa misteriosa acción cerebral que nos lleva a aceptar por verdadero algo que nos exhiben hábilmente.
Esa aceptación que es el convencimiento, el hacer que lo que nos parece razonable y cierto se una a la sensación emotiva de aquello en lo que podemos confiar.
En los Evangelios encontramos las maravillosas parábolas de Jesús de Nazaret que han sido capaces de convencer de su profundo y a menudo sutil mensaje espiritual, incluso a gente harto simple e ignorante.
En su momento Jesús, sin querer violar la ley judía, logró someterla a la dulzura de su doctrina cuando dijo que "el que esté libre del pecado que lance la primera piedra".
¿Se fija Ud.? Impuso el amor sobre la justicia. Todos los discursos políticos tienen la intención de "convencer", porque apuntan a manejar la conducta de la gente, induciéndonos a tomar decisiones, algunas de las cuales son difíciles de aceptar.
Por ejemplo, ir a la guerra. O, más difícil aún, preferir la paz, aunque sea trabajosa.
El viernes pasado, la prensa alemana publicó una Carta Abierta suscrita por un grupo de 18 personalidades del mundo político, económico y cultural de esa nación europea, dirigida al primer ministro Olaf Scholz, instándolo a que no envíe armas a Ucrania, ya que con esas armas sólo se obtendrá un escalamiento incontrolable de la guerra, y prolongar el sufrimiento de la gente.
Al proveer de más armamento al gobierno de Kiev, tanto Alemania como las demás naciones de la OTAN se convierten de hecho, en un Partido de la Guerra. Y dos de los firmantes de la carta, el exparlamentario Norman Paech y el exdirector del Centro de Investigación de Conflictos, de Marburg, Johannes Becker, señalaron ante la prensa que los aportes de armas para el gobierno de Ucrania sólo tienen por efecto impedir una solución diplomática y prolongar acciones de una guerra que no podrá ganar.
En cambio, señala la Carta Abierta, es necesario negociar la retirada de las tropas rusas y la restauración de la integridad territorial de Ucrania, a cambio de propuestas estratégicas de la OTAN, en que se respete el legítimo deseo de seguridad de Rusia y también de los demás países vecinos.
Finalmente, la Carta Abierta señala que ya es indispensable reemplazar la brutal lógica de la guerra por una valiente lógica de la paz, para diseñar una nueva arquitectura de paz, para Europa y el resto del mundo, con los indispensables aportes de Rusia y China.
Concluyen diciendo que Alemania no puede seguir actuando como un actor secundario. Debe atreverse a desempeñar un rol activo y decisivo.
También antes de ayer, el propio primer ministro británico Boris Johnson provocó un terremoto periodístico ante la prensa mundial, declarando que, "por desgracia", existe la posibilidad real de que Rusia gane la guerra de Ucrania.
Entrevistado en Nueva Delhi, India, luego de su reunión con el primer ministro, Narendra Modi, el jefe de gobierno británico reconoció que las fuerzas rusas ya controlan prácticamente todo el sudeste de Ucrania, incluyendo la gran ciudad portuaria de Mariúpol. Asimismo, Boris Johnson admitió que respeta la fuerte posición de la India, de apoyo a Rusia y quebrar las sanciones impuestas por Estados Unidos.
Igualmente se destacó que la India también cree indispensable buscar una solución diplomática a la guerra de Ucrania.
En relación al último foco de resistencia, en una sede industrial en un barrio de Mariúpol, permanece una fuerza estimada en algo más de 2000 hombres del batallón de Azov, que no se rinden y esperan que llegue un poderoso ataque ucraniano que logre expulsar a los rusos y recuperar la ciudad. Otros 1.478 hombres ya aceptaron rendirse y se encuentran en campos de prisioneros en Crimea.
Por su parte, el comando ruso señaló que no destruirán con misiles ese emplazamiento, para evitar más pérdidas de vidas. Simplemente lo mantendrán sitiado sin permitir la salida ni la entrada de personas o cosas.
En tanto, prosigue la intensa campaña de la gran prensa occidental, de Estados Unidos y sus aliados, en un intento de generar odio no sólo contra las fuerzas militares rusas sino contra la totalidad del pueblo ruso, incluyendo la gran cultura rusa.
Una narrativa delirante intenta describir una supuesta retirada de las fuerzas rusas, derrotadas y desalentadas. Según sus afirmaciones, ya las victoriosas fuerzas ucranianas habrían dado muerte a nada menos que 14 generales rusos y decenas de miles de combatientes.
Pero, en sorprendente contradicción, admiten que la nueva estrategia rusa contempla ocupar la totalidad del sur de Ucrania, cerrándole el acceso hacia el mar, y que posiblemente Rusia invadirá también la pequeña república de Moldavia.
En tanto, sucesivas denuncias de supuestas atrocidades perpetradas por las tropas rusas sobre la población civil, han copado los titulares de la gran prensa occidental, los canales de televisión y el flujo por internet de las agencias noticiosas.
Claramente, el apoyo de esas publicaciones apunta a generar una opinión pública dominante de odio y apoyo a los envíos de armamento y dinero para el gobierno ucraniano.
Sin embargo, al parecer esa presión de propaganda anti-rusa ha llegado a sobrepasar sus propios límites y ya está generando reacciones contrarias.
En particular en célebre diario estadounidense The New York Times, que había encabezado las más duras campañas informativas anti rusas, llegó a un punto decisivo en las denuncias sobre la supuesta masacre masiva de civiles que habría perpetrado el ejército ruso que se retiraba, en la ciudad ucraniana de Bucha.
El 4 de abril, The New York Times publicó una fotografía satelital, supuestamente tomada el 29 de marzo, que mostraba un gran número de cadáveres tirados en la calle. A la publicación del New York Times siguió una ola mundial de reproducción acusando a las fuerzas rusas de haber masacrado a la población durante su retirada.
Los voceros militares estadounidenses, sin embargo, admitieron que no había pruebas de tal masacre.
Sin embargo, luego, el análisis técnico de esa y otras fotografías truculentas distribuidas por el gobierno ucraniano sobre la "masacre de Bucha", no correspondían a la fecha de la retirada rusa, el 19 de marzo, sino al 1 de abril, 2 días después, cuando ya la ciudad estaba en manos de los nacionalistas neonazis del Batallón de Azov.
Además, el análisis por expertos en medicina forense señala que la disposición de los cadáveres sugería claramente que en realidad se trataba de una escena montada.
Los hechos, entonces, indican que el 30 de marzo los rusos se retiran de Bucha. El 31, el alcalde de Bucha confirma que los rusos ya no están y que la ciudad está en calma. En su informe, el alcalde no menciona ningún enfrentamiento ni que haya muertos.
Horas más tarde los neonazis entran en la ciudad. Y cuatro días después, el 4 de abril, aparece la fotografía satelital mostrando los cadáveres.
Además, en vez de conservar los cadáveres para determinar causas y momentos de su muerte, los milicianos se apresuraron a sepultarlos en una fosa común.
La experiencia de haber publicado una denuncia falsa como noticia verdadera, claramente llevó a un cambio en la cobertura del New York Times sobre la guerra de Ucrania. De hecho, ya en su edición del 18 de abril, los reporteros Thomas Gibbons y John Ismay informaron que las tropas ucranianas, en sus ataques contra la zona de Donbass, bombardearon una ciudad con las llamadas "bombas de racimo".
Esa clase de bombas que se dividen en un enjambre de bombas pequeñas, cada una con cuatro veces el poder explosivo de una granada de mano, destinadas a provocar gravísimo daño a las personas, a muchas personas, sobre todo si se lanzan contra la población civil.
Los reporteros del New York Times, tras revisar los restos del bombardeo, comprobaron que efectivamente las tropas ucranianas del batallón Azov, encargadas de intentar apoderarse de localidades del Donbass, habían disparado obuses con bombas de racimo, fabricadas en Estados Unidos.
Es decir, tanto el ejército ucraniano como los proveedores de armas de Estados Unidos, son los que claramente han estado violando las prohibiciones de las Naciones Unidas. En palabras de la directora de Armamento de la Comisión de Derechos Humanos, Mary Wareham, dijo que "es desalentador pero no sorprendente, que las tropas ucranianas estén matando y dejando lisiadas a personas civiles de la misma Ucrania".
También el lunes pasado se obtuvo un video, verificado como auténtico por el New York Times, que muestra la manera bestial en que un grupo de militares ucranianos arrastran a un soldado ruso capturado cerca de Kiev.
El prisionero, aparentemente muy joven, es golpeado a patadas y culatazos. Le han puesto una bolsa cubriéndole la cabeza y lo tienen encorvado sobre el suelo. Uno de los soldados ucranianos lo examina de cerca y comenta: "Todavía está vivo y está tratando de respirar". El video muestra algún movimiento del prisionero, y un soldado ucraniano le dispara dos veces. El prisionero hace un leve movimiento y sus captores le disparan otra vez.
Esa repugnante muestra de odio de los neonazis ha tenido ya efecto en la opinión pública mundial que ha presenciado esos ejemplos.
¿Significa esto que la estruendosa campaña de odio anti-Rusia está sobrepasando sus límites?
En todo caso, según los análisis de los propios directivos de la gran banca occidental, esta guerra de Ucrania está haciendo pedazos la economía como la conocíamos. El economista jefe del Fondo Monetario Internacional, Pierre Olivier Gourinchas, señaló que la aplicación de sanciones por Estados Unidos, que incluyen apoderarse de las reservas financieras de países indóciles a Washington, ya está haciendo que muchos países dejen de depositar sus reservas en la banca controlada por Estados Unidos.
El abandono del dólar en el comercio internacional tendrá un efecto rápido, y significará el fin de la globalización económica que dominó durante 75 años al planeta entero.
Por su parte, Zoltán Pozsar, director de banco Credit Suisse, de Suiza naturalmente, coincide en que, para los gobiernos de prácticamente todo el mundo, la decisión de Estados Unidos de apoderarse de las reservas financieras de Rusia fue una sirena de alarma que sólo los tontos podrían ignorar.
El consenso de los analistas del mundo desarrollado es que la economía mundial tenderá a la formación de grupos de países que comparten zonas geográficas o campos de intereses comunes, como los productores de litio, por ejemplo, y que esos grupos serán los que protagonizarán las futuras buenas o malas fortunas, desarrollo más eficiente e ideologías políticas más diversas.
En lo político, los principales analistas mundiales enfatizan que habrá un resurgimiento de los "no alineados", formando un tercer mundo que no aceptará someterse a una asociación con alguna potencia peligrosamente que sea peligrosamente exigente.
Pero todavía algunos países, como Colombia, Chile y Ecuador, en América Latina, siguen optando por alinearse con Estados Unidos, en vez de declararse neutrales.
Estados Unidos logrará obtener fuertes ganancias al apoderarse de las exportaciones de petróleo y gas licuado a Europa, con los nuevos precios descomunales.
Y la China, ahora con una capacidad de producción fabril superior a la de toda Europa y todo Estados Unidos, puede tranquilamente ponerse a hacer negocios. Buenos negocios. Libres de ideologías... dejando que cada país encuentre su propia manera de ganar o perder hacia el futuro.
Ah, y una noticia de Estados Unidos para el Día de la Tierra... El presidente Joseph Biden anunció que está estudiando nuevas medidas apuntadas a que las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos comiencen a volverse más ecológicas, fíjese.
Ud sabe, se supone que un portaaviones estadounidense consume un promedio de 4 galones de petróleo por cada dos pulgadas de desplazamiento. O sea, con 4 galones de petróleo alcanza a navegar algo más de 5 centímetros a través del océano.
¿Cuánto petróleo quema para cruzar mil millas atravesando el Atlántico hacia el Mediterráneo?
Hasta la próxima, gente amiga. Cuídense. Hay peligro, la economía viene muy mal...
¡Pero es un privilegio poder contemplar el tremendo despelunque del imperio y el porrazo del dólar!