PODCAST | Crónica de Ruperto Concha: Lógica aterradora

Por Ruperto Concha / resumen.cl

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Un espectáculo espléndido es ver a un jugador de billar preparándose para disparar su bola. Estudia finamente el ángulo y la fuerza con que su palo proyectará la bola, sobre la mesa. Golpea y la bola se lanza chocando a las otras de manera precisa para que ellas a su vez se disparen tal como el jugador quería.

Todo ese efecto estaba implícito en el cálculo del jugador. Y se había vuelto inevitable desde el momento en que él lanzó ese único golpe: una acción de una décima de segundo.

Bueno, unos 530 años antes de nuestra era, el pensador Parménides, un griego del sur de Italia, comprendió que todas las cosas que ocurren son causadas por otras cosas. Y que sólo las cosas reales tienen efectos reales. Nada de milagros de dioses ni artilugios de brujería.

Y Parménides formuló su famoso silogismo que dice "Lo que es, es; lo que no es, no es. Por lo tanto, todo es".

Unos 10 años después de Parménides, otro pensador griego, Heráclito, nacido en la actual Turquía, comprendió que todas las cosas, sin excepción, tienen efecto sobre las demás cosas, y por eso toda la realidad del universo está cambiando siempre y no puede dejar de cambiar.

Incluso cositas pequeñísimas producen efectos que, claro, también son pequeñísimos, pero se suman a la multitud de otros efectos pequeñitos. Esa suma de efectitos puede tener tienen efectos gigantescos.

Por ejemplo, ahora la ciencia sabe que la gravedad de cada átomo de hidrógeno, inimaginablemente poquita, se sumó a la de sus pares en el espacio, después del Big Bang y esa suma llegó a crear una gravedad tan inmensa que tuvo por efecto la aparición de las primeras estrellas en el universo.

Tal como las bolas en la mesa de billar, las cosas en movimiento producen inevitablemente efectos, carambolas de consecuencias que construyen toda la arquitectura del mundo en que vivimos, transformándolo siempre, inevitablemente día a día, de crisis en crisis, de guerra en guerra, de ilusión en ilusión…

Eso es lo que se ha llamado la "dialéctica".

 

Nuestro planeta Tierra, ya lo sabemos, se originó por carambolas de estrellas muertas y, en la mesa galáctica, embocó en la tronera: la órbita del Sol.

Otra suma casi infinita de diminutas causas envolvió a la Tierra en un espeso manto de gases, algo muy similar a lo que es hoy la atmósfera de Venus. Pero acá otras causas diminutas fueron posibles. Se formaron algunas grandes moléculas a partir de compuestos simples, la radiación ultravioleta producía energía para un laberinto de combinaciones, hasta que se formaron moléculas enormes, con complejas combinaciones de elementos.

Según explican los biólogos norteamericanos de la NASA, James Lovelock y Carmen Margoulis, en la llamada "Hipótesis Gaia", la misma radiación ultravioleta que energizaba esas combinaciones químicas, también desintegraba las nuevas moléculas cuando hacían demasiado grandes y complejas.

Hasta que pasó algo. Una pequeñísima causa que tuvo un pequeñísimo efecto, el cual hizo posible nada menos que la aparición de la vida en nuestro planeta.

¿Qué puede haber sido esa pequeña causa que tuvo el pequeño "efecto inmenso" que es la vida?… Lovelock dice: "Quizás pasó una nube que proyectó su sombra protegiendo a una de esas moléculas gigantes antes de que la radiación la desintegrara. Así, esa molécula alcanzó a tener masa suficiente para hundirse en el fango opaco dentro del cual pudo continuar sus extraños procesos químicos".

O sea, una nubecita vagabunda de metano oscuro puede haber sido la causa del efecto que es la Vida.

 

Cuando nos miramos a nosotros mismos no podemos sino preguntarnos, ¿cómo fue que yo fui posible?.. En realidad somos el efecto de innumerables causas, coincidencias que, si no se hubieran dado exactamente tal como se dieron, la existencia individual de cada uno de nosotros sería imposible.

Neanderthal y Cromagnon, Parménides, Cristóbal Colón, Napoleón, Beethoven, Bernardo O'Higgins, Abraham Lincoln, fueron las figuras estelares para que Ud. y yo y todos fuésemos posibles. Pero además hubo innumerables otras causas pequeñitas... ¿Cómo fue que tu abuelito conoció a tu abuelita?… ¿Ah?…

Es en esa perspectiva dialéctica, de causas y efectos acumulándose según el orden del tiempo, que podemos entender, aunque sea en parte, la Historia de la Humanidad.

Sobre todo a lo largo del tango malevo, sentimental, hipocritón y más bien flaite que bailó la humanidad en los últimos dos siglos.

Vamos viendo.

 

A fines del siglo antepasado, el filósofo judío Carlos Marx analizó profundamente los trabajos de los economistas llamados "liberales" que en Inglaterra convirtieron el simple comercio en el oficio casi científico que es la Economía.

Analizando los trabajos de David Ricardo, Thomas Malthus y Adam Smith, Marx previó que el ejercicio de la economía centrada en el dinero, en el capital, y la competencia del mercado, inevitablemente produciría una acumulación de la riqueza en pocas manos.

Como en toda competencia, los ganadores serían menos que los perdedores, y se irían quedando con todo lo que perdían los perdedores.

Frente a esa acumulación de la riqueza, Marx concibió la posibilidad de que la acumulación fuera quedando en manos del Estado, quien tendría así la posibilidad de redistribuirla a la gente común, en forma de programas de bienestar social.

En gran medida fue esa propuesta de Marx que llevó a que en Alemania el célebre general Bismark concibiera la creación de la primera institución de previsión social, que permitía la jubilación y era financiada por el Estado.

Bueno, todos sabemos bastante bien cómo el pensamiento de Marx generó el "Marxismo" que sacó a Rusia de la miseria zarista, convirtiéndola en la tremenda potencia que logró derrotar a Hitler y fue, junto con Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y la China, el cimiento de las Naciones Unidas y la primera globalización real de la cultura y el derecho internacional efectivo.

La Unión Soviética y Estados Unidos, poderosamente antagónicos, se refrenaron recíprocamente haciendo imposible que uno de los dos dominara el planeta entero. Esa fue la Guerra Fría, a cuyo alero los países más pequeños y débiles pudieron unirse en asociaciones como los No Alineados, que hicieron que las Naciones Unidas realmente pudieran producir frutos concretos.

 

Pero ya vimos cómo en el mundo marxista o comunista se produjo a través de los años que el poder entrara en un progresivo proceso de corrupción y de uso indebido de las facultades de los funcionarios.

Por su parte, en Occidente, la exitosa economía social demócrata, impuesta por Estados Unidos como el "New Deal", permitió la recuperación prodigiosamente rápida de toda Europa, que había quedado en ruinas por la II Guerra Mundial.

Sobre el esquema de una economía de bienestar, el mundo llamado "capitalista" pudo exhibir lo que parecía un milagro de feliz abundancia, frente al cual la opaca austeridad oficialista soviética aparecía como algo triste e insatisfactorio.

No sólo en la Unión Soviética. También en la China el asentamiento del régimen comunista de Mao trajo consigo la concentración del poder y la riqueza en el grupo burocrático del Partido Comunista, que derivó en la aventura de la Revolución Cultural, durante la senilidad del líder Mao Zedong, quien, de hecho, al final fue manipulado por el grupo que encabezaba su esposa. Me refiero a la famosísima "Pandilla de los 4".

El efecto de esa corrupción llegó a amenazar militarmente la unión de los gigantes comunistas. A fines de la década de los 80 del siglo pasado, tanto en la Unión Soviética como en China habían surgido nuevas figuras que trataban de reformar la estructura de sus gobiernos socialistas y de erradicar la corrupción al tiempo que se adaptaban a las modernas realidades.

En 1989, ya el gobierno de Mikhail Gorbachov estaba intentando una reforma rápida y profunda, bajo la idea de la "Glasnost" o Transparencia.

De hecho Gorbachov viajó a China para armonizar el mismo proceso que también había comenzado a darse allí. De hecho, ya el presidente de Estados Unidos Richard Nixon había iniciado el cercamiento más bien cálido tanto con Moscú como con Pekín.

Pero fue en ese proceso que las oligarquías políticas enquistadas en Moscú y Beijing iniciaron un contra ataque acusando a los reformistas de ser traidores y capitalistas vendidos.

 

Menos de un mes después del encuentro de Gorbachov con Deng Xiaoping, en Beijing se produjo el feroz enfrentamiento en la Plaza Tiananmen.

En realidad, el movimiento de violentas protestas fue protagonizado principalmente por grupos de sindicalistas conservadores que se oponían a las reformas liberales que estaban implantándose. Por cierto, también estaban las inquietudes y las aspiraciones libertarias de muchos estudiantes que eran pro-occidentales.

De hecho, los intentos del gobierno de pactar una salida negociada a la crisis fracasaron porque no tenían con quien dialogar, no tenían con quién negociar. A los grupos de estudiantes que querían mayores cambios y libertades, se sumaban los de los otros estudiantes que se oponían a las reformas. Incluso las instituciones estudiantiles se dividieron, negándose recíprocamente tener representatividad.

Cuando el gobierno de Li Peng finalmente declaró Estado de Emergencia, las protestas aumentaron su agresividad ante lo que suponían era una muestra de debilidad del gobierno.

Pasaron todavía casi dos semanas de paralización, hasta que el 4 de junio, de 1989, Li Peng ordenó desalojar la plaza mediante la fuerza militar.

 

En realidad, la plaza Tiananmen no fue escenario de ningún enfrentamiento. Fue desalojada sin resistencia, los choques sangrientos se produjeron en las calles aledañas. De hecho, quedó en evidencia que al menos algunos de los grupos rebeldes estaban bien armados.

Según las cifras desclasificadas por el gobierno de los Estados Unidos, que habían sido mantenidas como secreto militar por el Departamento de Defensa Nacional de Washington y por la CIA, el número de víctimas fue del orden de los 400 muertos, incluyendo alrededor de 60 militares, y unos mil heridos.

Los memorándums estadounidense especifican la fuente de sus informaciones verificadas por la embajada y organismos internacionales presentes.

Posteriormente, años después, versiones de prensa hablaron de cifras mucho mayores, incluso de más de 10 mil muertos. Pero esas cifras no han sido jamás respaldadas.

Pues bien, el derrumbe del régimen maoísta de China y el soviético de Moscú se produjo inevitablemente en menos de un año. Entre el 11 de marzo de 1990 y el 26 diciembre de 1991 la Unión Soviética quedó desintegrada.

Y, en China, el gobierno encabezado por el reformista Deng Xiaoping aceleró e intensificó el proceso de liberalización económica y social que ha continuado hasta hoy, con portentoso enriquecimiento que, según informan las principales publicaciones financieras occidentales, han llevado a que hoy haya un 30% de los habitantes de China que tienen un poder adquisitivo similar al de Estados Unidos y la Unión Europea.

 

¿Podría alguien atribuirse el haber planificado y creado ese proceso de cambio que llevó a reemplazar a la Unión Soviética por la Federación de Repúblicas Independientes, y a la Revolución Cultural por la China moderna de hoy?

El 27 de mayo, la revista Asia Times, publicada en la India, informaba que el Congreso de la República Popular China está elaborando en estos momentos un vasto cuerpo de leyes reconociendo y protegiendo los derechos personales en todos los aspectos del código civil para China, incluyendo respeto a la privacidad de las personas y sus libertades familiares, además de otros aspectos sobre comunicaciones, contratos, herencias, solución de conflictos financieros, etc.

Se trata en realidad de la elaboración de todo un Código civil, que, según los parlamentarios, constituirá una verdadera enciclopedia de derechos y procedimientos que deberán formar un marco inviolable de protección a las personas y sus libertades personales.

No obstante, el proyecto no hace mención específica de nuevas reformas en los derechos políticos.

En el caso soviético, la Constitución Política del Estado era por completo independiente y separada de la Constitución del Partido Comunista Soviético. Eso permitió que el paso jurídico que siguió a la desintegración de la Unión Soviética pudiera realizarse en forma rápida y efectiva.

En cambio, en China, el Partido Comunista está identificado jurídicamente con el Estado. Por ello, la readaptación política de las instituciones del Estado ha sido trabajosa, lenta y cargada de dificultades para conciliar las nociones modernas de democracia con los preceptos ideológicos del Partido Comunista Chino.

 

En estos momentos, en Estados Unidos se está produciendo un replanteamiento político que va lejos más allá de las gigantescas y violentas protestas por la brutalidad policial y el racismo.

La gravedad y la profundidad de la crisis estadounidense todavía no está bien definida en toda su extensión, y al parecer ha llegado a un punto muy cercano a una situación de golpe militar.

Espero que en nuestra próxima crónica ya podamos analizar sobre bases sólidas este proceso que, al parecer, puede haber marcado la ruina de las esperanzas de reelección de Donald Trump en las próximas elecciones.

Pero lo que sí parece claro es que el proceso histórico, en perspectiva dialéctica, está marcando un salto evolutivo para nuestra civilización y, quizás para nuestra especie humana.

En estos momentos, en los círculos científicos más avanzados, según informan los medios especializados, se está avanzando en la llamada "lógica cuántica", cuyas bases matemáticas son incomprensibles para nuestra condición de gente común, pero que implica reemplazar nuestros viejos y confiables algoritmos algebraicos.

Ello, para penetrar los misterios ocultos en las honduras de las partículas sub-atómicas, en el descubrimiento, por ejemplo, de que el tiempo mismo está sujeto a los efectos de la gravedad, y que, ahora, plantea la posibilidad de que no sean las causas las que necesariamente provocan los efectos, sino todo lo contrario:

Serían los efectos los que generan sus propias causas, remontándose en el tiempo.

¿No le parece aterrador?

 

Hasta la próxima, gente amiga. Hay peligro. Y ante nosotros la ciencia parece estar acercándose cada vez más a lo que hasta hace poco era materia de teología.

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