PODCAST | Crónica de Ruperto Concha: Mala ralea

Por Ruperto Concha / resumen.cl

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El martes pasado fue "Martes 13". Tradicionalmente, un día de muy mala suerte. Y justo en ese día el primer ministro del Japón, Joshihide Suga, le informó al resto de la humanidad que botará a las aguas del Océano Pacífico más de un millón de toneladas de agua cargada de residuos radiactivos provenientes de su planta nuclear de Fukushima, destruida por el terremoto de marzo de 2011.

El sismo destruyó 3 de los 6 reactores construidos por la General Electric estadounidense, y Japón tuvo que utilizar enormes cantidades de agua para enfriar las cámaras de acero cargadas de poderoso material radiactivo y evitar que fundiera los recipientes blindados lo que podría haber provocado una explosión desastrosa similar a la de 1986 en Chernobyl, Ucrania.

Pero el material radiactivo de los recipientes fue carcomiendo los sellos de plástico que aislaban los recipientes, hasta producir filtraciones que contaminaron el agua. Los técnicos japoneses admitieron que ya uno de los recipientes en 2012 había chorreado 300 toneladas de agua contaminada que cayó al suelo y también al mar, con una carga del isótopo Cesium.

Luego se verificó que el agua también contenía otras sustancias fuertemente radiactivas, especialmente de los isótopos Tritium y Strontium, que contaminan todo lo que tocan y permanecen muchos años sin disminuir sus cargas capaces de afectar a todos los seres vivos que contactan.

Obligados a seguir enfriando esos recipientes con agua que se contaminaba y no se podía permitir que alcanzara al entorno, los japoneses tuvieron que instalar gigantescos depósitos, cada vez más grandes, que a su vez fueron quedando repletos.

En el derrame anterior, se detectó que los peces, los crustáceos, los mariscos de la zona se habían contaminado a un nivel de peligrosidad que los hacía por completo incomibles.

Ahora, sabiendo que los recipientes siguen chorreando cada día alrededor de 300 toneladas de agua cargada de radiactividad, Japón tomó la decisión de, simplemente, vaciar esas aguas en el Océano Pacífico.

 

La reacción de la gente japonesa ha sido de violentas protestas. Los sindicatos y las empresas pesqueras han señalado que sus pérdidas serán desastrosas, y los gobiernos vecinos, de Filipinas, Corea, Taiwan y, por supuesto, la China, han condenado el vaciamiento, pero el gobierno japonés sostiene que, al menos por ahora, la contaminación radiactiva del agua oceánica no afectará más que un área de unas 120 millas mar adentro.

También en Estados Unidos la noticia causó alarma en la opinión pública que recuerda cómo, ya con el pequeño derrame de 2012, la contaminación radiactiva fue llevada por las corrientes marinas a través del Pacífico hasta Hawaii y las costas de Oregón y California.

 

Como sea, la mayoría de la gente tiende a creer que la inmensidad de los océanos que cubren la mayor parte de nuestro planeta es capaz de absorber no sólo esa contaminación radiactiva sino también todo el recalentamiento planetario y el vaciamiento de los desechos industriales y las basuras de todos los continentes.

De hecho, el 70 por ciento de todo el desplazamiento comercial de productos de todo el mundo se realiza en buques cada vez más grandes, como el gigantesco barco Ever Given, un buque taiwanés con bandera panameña, de 4 cuadras de longitud, 60 metros de ancho  y la altura de un edificio de nueve pisos, que varó bloqueando el Canal de Suez durante 6 días, paralizando el paso de otros más de cien barcos también enormes.

Cada uno de esos buques cargueros porta containers navega a una velocidad promedio de 24 nudos, o sea, unos 46 kilómetros por hora, quemando en sus máquinas unas 225 toneladas de petróleo por día.

¿Se da cuenta Ud. de lo que botan las chimeneas o tubos de escape de esos cien barcos que tuvieron que esperar en el Canal de Suez?… ¡22 mil 500 toneladas de petróleo quemándose diariamente para llegar a tiempo a los puertos de destino!

¿Y ahora, qué ocurre con las flotas de guerra?… La Armada de Estados Unidos tiene unos 500 barcos de guerra en servicio activo y en reserva. Por cierto, se trata de buques con motores concebidos para alcanzar velocidades muchísimo mayores que la de los barcos de carga. Por supuesto, el consumo de combustible de los buques de guerra es un secreto de cada país, aunque se sabe que en Estados Unidos la Armada es, lejos, el mayor consumidor de petróleo del país.

Un cálculo razonable es el que hace el ingeniero naval Chris Stancer, quien tuvo a su cargo los motores del portaaviones Ranger durante su primer viaje a la guerra del Golfo Pérsico.

Según sus cálculos, el sólo viaje de ida y vuelta al Golfo Pérsico, más algún desplazamiento menor durante 3 meses, representó un consumo de 264 millones de galones de petróleo, es decir, de casi mil millones de litros de petróleo.

Oiga, y el Ranger era un portaaviones más bien chico. Se entiende entonces que actualmente alrededor de un 20% de los buques de guerra estén dotados de motores de energía nuclear.

Pero ¿cuál es el costo en polución de la atmosfera y los océanos, de las maniobras bélicas que hacen las potencias para exhibir que son potentes?

 

Mirando la desértica sequedad de la superficie del planeta Marte, la inmensidad de los océanos terrestres nos lleva a suponer que aquí el agua es muy abundante. Pero lo que no tomamos en cuenta es que de toda esa inmensidad de agua, únicamente un 3% es agua dulce.

Y el agua dulce es la única que puede sustentar la vida de los seres que vivimos en tierra. Ese 3% de agua dulce disponible debemos compartirlo con todas las plantas, los insectos, los reptiles, los peces y los demás mamíferos que habitamos en este planeta. Y, de hecho, ya los gobiernos, las Naciones Unidas y la unanimidad de los hombres de ciencia, coinciden en que es muy difícil encontrar la manera de disponer de suficiente agua dulce para todos.

Sin prestar atención a la imperiosa necesidad de agua dulce que tiene la ecología planetaria, ya sólo el brutal aumento de la población humana hace prever a corto plazo una crisis generalizada de abastecimiento.

Los ríos, los lagos y los acuíferos están quedando vacíos, se están secando o, en muchos casos, están siendo polucionados con basura, desechos y químicos industriales.

La China sólo dispone en forma natural de un 7% del agua dulce mundial, y ya está abocada a poner en marcha plantas desalinisadoras de agua de mar apuntadas a generar diariamente dos millones y medio de metros cúbicos de agua dulce.

Se calcula que en sólo 4 años más habrá 1.800 millones de seres humanos viviendo en condiciones de ínfimo abastecimiento de agua, y que a la vez la agricultura requerirá un abastecimiento adicional de un  millón de millones de metros cúbicos de agua dulce para abastecer de alimentos a la población mundial.

Oiga esa cantidad adicional de agua dulce que se necesita equivale a 20 veces el caudal total de un río como el Nilo o el Danubio.

En la India, el gobierno ha admitido que, en los próximos 10 años, necesitará disponer del doble de toda el agua dulce que tiene disponible actualmente. Y no está claro cómo espera producir toda esa agua.

Para Estados Unidos, se estima que, con una probabilidad de 85% se va a producir una sequía desoladora que arruinará por completo las llanuras del centro y el centro sur del territorio. Hablamos de una sequía que se proyecta para durar durante unos 35 años.

De hecho, en estos momentos, los estados del medio oeste norteamericano ya están sufriendo una sequía desastrosa, los estados de Arizona y Nevada están aplicando duras medidas de racionamiento de agua.

También los lagos alimentados por ríos y arroyos de las Montañas Nevadas están reducidos al mínimo, y se está buscando llegar a acuerdos para distribuir el agua que queda entre los estados de Arizona, California, Colorado, Nevada, Nuevo México, Utah y Wyoming.

 

Sabemos ya que en Chile, se acepta como inevitable el avance de la desertificación hacia la zona central del país, y se teme que la producción agrícola hasta más al sur de la Región Metropolitana, pueda estar destinada a desaparecer.

En el llamado Oriente Medio, desde Irak hasta Jordania, incluyendo a Israel, el abastecimiento de agua dulce se ha vuelto insuficiente. Incluso el Mar de Galilea, que es un lago en realidad, está ahora reducido a niveles mínimos y el propio tramo del río Jordán, donde se dice que Jesús fue bautizado, ahora no es más que una turbia franja de barro que apenas logra mantenerse húmeda.

En el reino de Jordania, donde en 1950 la población no llegaba ni a ¾ de millón de habitantes, ahora hay 10 millones de habitantes, 10 millones de seres humanos.

Y en el oeste de África, Egipto, Sudán, Sudán del Sur, Etiopía, Eritrea y Uganda, hay una población de casi 600 millones de habitantes que dependen del agua del río Nilo, cuyo volumen total es de 300 millones de metros cúbicos promedio diario.

Pero ¿acaso el calentamiento de los océanos por el cambio climático, no debiera tener por efecto un aumento de la evaporación del agua marina, con la consiguiente formación de nubes que serán la bendición de lluvia sobre la tierra sedienta?…

Por supuesto, los océanos son los generadores de la lluvia, de toda la lluvia de la Tierra, pero los rumbos que tomen las lluvias son determinados por los vientos y las corrientes marinas.

También esos rumbos están alterados por el cambio climático. En algunas regiones la temporada de lluvia llega con extraordinaria intensidad, provocando inundaciones desastrosas.

Asimismo, el calentamiento de la atmósfera derrite más rápido la nieve acumulada en las altas montañas, lo que provoca grandes crecidas de los ríos, seguidas luego por reducción del caudal necesario para sostener la agricultura.

En casos como el de Chile, cuya costa tiene la bendición de la corriente fría de Humboldt, que asciende hacia el norte desde el mar antártico con aguas ricas en oxígeno y por eso abundantes en peces, se produce también un río atmosférico de aire frío, del célebre viento sur capaz de condensar en lluvia las nubes que llegan del norte.

Pero también el cambio climático está produciendo que la baja presión propia del aire frío y seco, se encuentre cada vez más al sur con las altas presiones de las nubes que vienen del norte cargadas de agua.

sea, el cambio climático está haciendo que la lluvia se produzca más al sur, a costa de reducir la necesaria lluvia en la parte central del país.

 

¿En qué nos encontramos, entonces?… Una vez más, nos encontramos con que la explosión demográfica se vuelve devastadora. A un ritmo de 80 millones de personas más cada año, que requieren cada vez más energía disponible para adquirir cada vez más artículos que generan cada vez más basura y polución...

Que necesitan cada vez más agua dulce, que necesitan producir cada vez más comida... al extremo de que ya estamos comiendo gusanos en polvo como proteínas para enriquecer alimentos…

Bueno, en estos momentos, a la sombra del COVID19, se están produciendo fenómenos políticos profundos e inesperados. Por un lado, los países más ricos o más desarrollados, están legitimando imponer en forma autoritaria la limitación drástica de muchas de las libertades básicas de la gente.

De hecho, en Occidente la clase política en el poder está reduciendo y suspendiendo derechos civiles consagrados como la esencia de la democracia. Libertad de desplazamiento, libertad de reunión, libertad de opinión y de expresión... El individualismo que ha caracterizado a la cultura social europeo-americana, está siendo reemplazado por una creciente imposición de disciplina a la manera oriental.

En occidente, cada vez más, sobre el pretexto de parar la propagación de la pandemia en sus mutaciones que son cada vez más graves, y además, para prevenir males sociales como el racismo, la sexualidad inmoral, la instigación a la rebeldía y la violencia... la autoridad política está espiando más y más profundamente, más y más en detalle, lo que cada persona hace, piensa, prefiere y opina.

A través de los "cookies" insertos en todos los sistemas de comunicación, desde teléfonos hasta computadoras, y mediante  las ya innumerables cámaras de vigilancia dotadas de sistemas de reconocimiento visual, la clase dirigente ha acumulado ya enormes recursos para manipular las opiniones y la percepción de la realidad que tiene la gente común.

¿Qué efecto se producirá finalmente por esa acumulación de instrumentos que podrían robotizar las opiniones de la gente?…

Da la impresión, sin embargo, que la clase dirigente, en términos finales, es menos astuta de lo que cree, y precisamente de una política de creciente manipulación puede quizás surgir inesperadamente un tipo nuevo de conciencia individual y consciencia colectiva.

Una nueva moralidad contestataria, incluso dispuesta a la blasfemia contra la moralidad imperante.

 

Mientras tanto, cada vez más, tanto los policías matones como los rebeldes exasperados están volviéndose enemigos de los periodistas de los grandes medios.

Fíjese que en Estados Unidos y Europa hay cada vez más incidentes en que, por ejemplo, los policías golpean, fotografían en sus rostros e individualizan a los periodistas que están reporteando incidentes de protestas.

Y, a la vez, también hay cada vez más casos de periodistas que son atacados a piedrazos y palos por la gente que está realizando protestas y está exasperada por la forma en que los grandes medios se refieren a ellos.

¿Qué está revelando ese fenómeno?… La ira pocas veces da un fruto consistente.

Pero después de la ira suele darse la reflexión inteligente. Como decía Confucio, "cuando un clavo se empieza a desclavar, dale un buen martillazo en la cabeza"

¡Hasta la próxima, gente amiga! Cuídense, es necesario. Hay peligro....|

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