PODCAST | Crónica de Ruperto Concha: Razón y fuerza

Por Ruperto Concha / resumen.cl

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Con una noticia estruendosa, mala y escandalosa, Estados Unidos llegan a sus elecciones parlamentarias de Mitad de Gobierno y en las cuales se prevé que el Partido Demócrata sufrirá una grave derrota cuya primera víctima sería la actual presidente de la Cámara de Representantes, doña Nancy Pelosi, que tendría que abandonar su puesto.

Y, con esa extraña magia que a veces toman los sucesos, la mala noticia llegó a través del marido de doña Nancy, el próspero empresario financiero don Paul Pelosi, de 82 años, quien, según el periódico Santa Monica Observer, es conocido como un miembro no muy discreto del mundo gay californiano.

Además, don Paul tiene mala cabeza para el trago, y lo demostró peligrosamente el 28 de mayo pasado, al norte de San Francisco, cuando chocó su magnífico auto Porsche Carrera, nuevecito, contra un jeep deportivo, dejando los dos vehículos semi destruidos.

Según los policías, Paul Pelosi seguía sentado ante el volante, con la mirada perdida y tenía un nauseabundo olor a trago, y, cuando lo hicieron salir no lograba mantenerse en pie.

Se mencionó que un joven había estado en el auto con Pelosi, pero se había marchado rápidamente antes de la llegada de la policía. El chofer del jeep chocado, en cambio, era un hombre tranquilo, de unos 46 años, quien también se negó a revelar su nombre a los periodistas.

Tres meses después, Pelosi fue condenado a 5 días de detención, además, por supuesto, de pagar una multa y cubrir los daños del choque, fuera de una generosa compensación en efectivo por las molestias que había ocasionado.

 

 

Esta vez, pasada la medianoche del viernes 28 de octubre, Paul Pelosi fue atacado en su mansión por el canadiense David DePape, de 42 años, quien es conocido a su vez como un atlético prostituto que atiende tanto a damas como a caballeros.

Por supuesto, la noticia llegó como anillo pornográfico al dedo noticioso. Lo que primero se pensó fue que Pelosi invitó a DePape a ir a jugar algún jueguito en privado. De ahí se tomaron unos cuantos tragos, se sacaron la ropa... ¡y se pusieron a pelear quién sabe por qué!

Cerca de las 2 de la mañana, Paul Pelosi llamó a la policía con su celular y dijo que estaba con un amigo, que todo estaba bien pero que agradecería que echaran una mirada por su casa. El telefonista percibió que algo no estaba tan bien y de inmediato envió una patrulla al lugar.

Los policías tardaron menos de 10 minutos en llegar. Mientras se acercaban vieron encenderse las luces de la planta baja y, a través de una puerta ventanal de vidrio distinguieron a dos personas que parecían discutir o forcejear.

Una de las personas se acercó a la puerta. Era Paul Pelosi, que salió a recibirlos en calzoncillos. Inmediatamente detrás se asomó David, también sin ropa. Todos entraron y a partir de ahí hay una maraña de versiones distintas y a menudo contradictorias.

Al parecer David De Pape sólo había forcejeado de algún modo con Paul Pelosi, pero sin golpearlo o herirlo. Pero luego, en la planta baja, David había tomado un martillo que había allí, de propiedad de Paul. Con la entrada de la policía, David se mostró rabioso y alzó el martillo en forma amenazante mientras Paul forcejeaba tratando de quitárselo, pero en un momento David lo golpeó en la cabeza y él cayó aturdido durante varios minutos.

Los policías intervinieron entonces, y comenzó a salir una marejada de versiones cargadas de ira, de miedo, de vergüenza y de pasión política. Ello, porque el Procurador General del Distrito, Broock Jenkins, ordenó requisar todas las pruebas, indicios y declaraciones de testigos obtenidas por la policía, y mantener ese material bien custodiado y fuera del alcance de los periodistas,

 

 

Las reacciones siguientes de los políticos se alinearon instantáneamente en dos bandos. Los republicanos, que acusaron al gobierno demócrata de haber sumido al país en un clima de odios, y un aumento horrible de la violencia en las calles, en los parques, los robos y los asaltos.

Frente a ellos, los demócratas han sacado a relucir una supuesta confesión del propio David DePape, declarando que estaba iniciando una misión suicida contra el gobierno de Joseh Biden.

De hecho, el propio Paul Pelosi declaró públicamente que David le había anunciado su plan de arremeter contra el actual gobierno, incluso en una acción suicida. Y que se proponía torturar a Nancy Pelosi para hacerla confesar sus perversidades. Y, además, que si sospechaba que Nancy Pelosi estaba mintiendo, se proponía quebrarle las rodillas a martillazos.

Asimismo, un enjambre laborioso de demócratas urgidos estaba produciendo supuestos blogs y comentarios de odio contra el gobierno, que luego subían a las redes sociales e introducían en el blog personal de David.

Afortunadamente, se logró demostrar casi inmediatamente la impostura y la falsificación de opiniones violentamente racistas junto a un tono permanente de amenazas terroristas contra los negros, los chinos, los latinos y los árabes.

Pero ni los republicanos ni los demócratas pueden dejar de compartir un fondo de terrible vergüenza. Algo demasiado ridículo para ser tomado en serio. Una situación en que lo más urgente sería dejar de pensar en lo que pasó entre el señor Pelosi y el gigoló DePape, quien, además, parece estar padeciendo de rápido deterioro mental.

¿Por qué esa vergüenza?… ¿Quizás será porque estamos empezando a aprender algo.... algo que quisiéramos no tener que saber?

 

 

En el sitio web The Conversation, de Estados Unidos, la profesora Marjorie Herschey,de la Universidad de Indiana, cuenta  que en  1789, en Filadelfia, el Presidente de Estados Unidos, Thomas Jefferson tomó un ejemplar del periódico "La Gaceta de Estados Unidos". Lo examinó un rato, leyó unas partes y lo tiró a un lado exclamando: "este periódico es pura ultraderecha. Es monarquista, aristocratizante y opuesto a la gente común.... Y, sin embargo, yo lo protegería con pasión, porque defiendo el derecho de pensar, de informarse y tener opinión.... ¡Aunque sus opiniones me repugnen, nadie puede impedirles opinar!"

Entender ese derecho es inmensamente necesario si queremos vivir en democracia y justicia... Pero ese derecho implica que tendremos que aceptar también las informaciones dudosas y eventualmente las opiniones que suelen ser repugnantes. Leer la prensa, escuchar la radio, ver las noticias en la tele o el teléfono... ¡es necesario!… Pero a veces es también desagradable.

Por cierto, puede ser rico copuchar sobre el príncipe Harry y su señora ... es rico mirar cosas bonitas y entretenidas. Pero si realmente uno quiere defender la democracia y la libertad, uno tiene que estar dispuesto a conocer y entender lo que está ocurriendo en torno de uno, aunque no sea agradable.

Las empresas comunicacionales sólo son poderosas en la medida en que comunican a un gran número de personas. Necesitan probar que las comunicaciones que emiten llegan a un número elevado de gente en cada uno de los horarios en que estén funcionando.

Por eso, los directivos de esos medios tratan de que las comunicaciones sean agradables, entretenidas, ricas, la mayor parte del tiempo. Y sólo en algunos momentos más bien cortos, la comunicación se vuelve seria. Incluso puede llegar a ser angustiosa por un breve tiempo.

Y así, al menos para los más inteligentes, esas instancias de comunicación inteligente se convierten en fuerza. En capacidad de tomar decisiones. O sea, en libertad.

Y para generar esas instancias de comunicación inteligente... y no siempre agradable... ¡Existe el periodismo!

 

 

Sin embargo, ¿hasta qué punto los periodistas pueden atreverse a encontrar las verdades y entregarlas sencillamente a las personas?

El diario The New York Times, de Estados Unidos, es un verdadero monumento a la vieja gran prensa corajuda. Pero estamos en un tiempo extraño. Cambia el clima, cambian las líneas de fuerza... Hasta el New York Times cambia.

Y el 3 de noviembre recién pasado el venerable New York Times publicó un extenso artículo increíblemente estúpido, a partir de declaraciones del vocero de la Seguridad Nacional, don John Kirby, en que este hombre denunciaba en tono truculento que Corea del Norte está enviando secretamente armas y municiones para el ejército ruso que combate en Ucrania.

Y este empingorotado portavoz de la Inteligencia Militar y sus hallazgos en Ucrania, Corea del Norte y Rusia, aparece diciendo una idiotez inimaginable. Dice que "Los Coreanos del Norte tratarán de enviar sus armas y municiones por vía marítima, hacia África y el oriente Medio".

Es decir, ese alto jerarca de la Inteligencia Militar de Estados Unidos simplemente no sabía que Cora del Norte limita directamente con Rusia. Que bastaría subir esas supuestas armas y pertrechos al ultra rápido Ferrocarril Transiberiano que las llevaría hasta Crimea a una velocidad promedio de 120 kilómetros por hora.

Y desgraciadamente, al parecer ninguno de los periodistas presentes sabía cuáles son las actuales fronteras en el mundo. Por ejemplo, ¿quién sabe que en el Mar de Bering la distancia entre Rusia y Estados Unidos es de sólo 4 kilómetros?

Por cierto, cada medio de comunicación social, Internet, 5G, Televisión, Radio y Prensa, tiene su propio punto de vista. La prensa de derecha tiene derecho de parecerse a sí misma y repetir los puntos de vista de sus dueños derechistas.

Algunas agrupaciones de periodistas han logrado establecer medios informativos independientes del financiamiento por las corporaciones financieras neoliberales. Esos son los casos del sitio noticioso Intercept, con sede en Brasil, a partir del grupo de periodistas investigadores de Julian Assange. O de la Unz Review, de tendencia conservadora independiente, o las potentes Counter Punch, Politico, OpEdNews...

Y por supuesto también las Organizaciones de Prensa dependientes del Estado, como son USA Today, la BBC británica, la DeustcheWelle, la RAI y la France Press, de Alemania, Italia y Francia, y la Telesur, de Venezuela.

En fin...estamos en el dramático final de una Era de la Civilización Humana. Y no vendrán extraterrestres a salvarnos si no logramos aprender la lección de evolucionar nosotros mismos en todo. Incluso evolucionar en nuestros miedos.

 

 

Hasta la próxima, gente amiga. Cuídense, hay peligro.

Pero nuestros abuelos Neanderthal y Cromagnon fueron capaces de evolucionar, a pesar de que ellos eran mucho más débiles que nosotros.

Tenemos periodistas y tenemos democracia.

¿Tendremos también la Razón y la Fuerza?

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