En el año 1984, un vendedor ambulante, un trabajador pesquero, un obrero jubilado, un cargador y un trabajador gráfico, decidieron conformar uno de los talleres literarios mas importantes y longevos de la región del Biobío: el taller literario de trabajadores Mano de Obra. Así se producía un hecho particular, la poesía, por lo general ligada a espacios universitarios, institucionales y elitistas, era ahora cultivada por trabajadores, los cuales se habían decidido y organizado alrededor de una práctica poética entendida como resistencia cultural ante la dictadura de Pinochet.
Vicente Lagos Isla / resumen.cl
Un año antes comenzaban, en todo Chile, las jornadas de protesta nacional, las cuales desestabilizaban con marchas, huelgas y barricadas el régimen dictatorial. También un año antes, pero ahora en Concepción, Sebastián Acevedo, en protesta por la detención de sus dos hijos, se rociaba un bidón de bencina y se prendía fuego en plena plaza de armas de Concepción. Un año antes era fundado el taller de poetas obreros Mano de Obra por los trabajadores: Esteban Carrasco, Juan Espinoza, Patricio Turra, Juvenal Vera y Juan Polizzi.
Para entender el surgimiento del Mano de Obra, primero debemos entender que sus fundadores eran activos participantes del movimiento sindical y poblacional en los años de la dictadura. Desde 1978 se agrupaban en el Taller de Análisis Social y Sindical (TASYS), en donde generaban distintas iniciativas organizativas ligadas a la resistencia contra la dictadura.
Este grupo, según nos cuenta Juan Polizzi, fundador del TASYS y posteriormente del Mano de Obra, se había constituido por la unión de diferentes trabajadores ligados a diversos oficios, así encontramos: trabajadores textiles de Chiguayante, los poseros que eran recuperadores del polvo del carbón en las minas de Lota, obreros de base que trabajaban en Huachipato (caso de Polizzi), trabajadores del sindicato gráfico de Concepción y del sindicato de locomoción colectiva.
En un comienzo el Taller de Análisis Social y Sindical (TASYS) era de carácter ilegal, ya que no existía una legislación que permitiera la organización de los trabajadores, no obstante fue creciendo y en 1983, con la ayuda de algunos fondos internacionales cristianos, sus participantes lograron arrendar una casa ubicada en la calle Heras N°855 en la ciudad de Concepción. La actividad, en esa casa, fue variada según nos cuenta Polizzi: se realizaban talleres de peluquería, comedores populares, reuniones sindicales, eventos culturales y otras actividades de índole social.
Es en ese inmueble donde precisamente se realizaran las primeras reuniones del taller literario de trabajadores Mano de Obra, el cual nació luego de una reflexión histórica de los integrantes del TASYS. Ellos tomaron conciencia, recordando las organizaciones culturales obreras de principios de siglo XX en Chile, de que el movimiento sindical en general siempre tuvo un ala cultural ligada al arte, en especial los grupos anarquistas de principios de siglo que conformaron decenas de grupos de teatro, musicales y literarios. Increíblemente, estos trabajadores, sin saber prácticamente nada de poesía, y muchos sin haber escrito un solo poema en su vida, se embarcaron en esta aventura.
En relación a las motivaciones de la creación del taller, nuestro entrevistado nos comenta que nace "de la necesidad, de tener una herramienta de lucha intelectual, de hacer poesía, de discutir literatura, de acercar la poesía y la literatura a la gente, al pueblo, a los sindicatos, a las juntas de vecinos, que era un espacio que no había, en dictadura no pasaba nada con la cultura en los barrios, de hecho los políticos tampoco, porque ellos se dedicaban más a las manifestaciones". Vemos una concepción militante de la poesía, en donde la práctica poética sirve a los intereses de diversos grupos que se veían marginados en esa época.
Las jornadas del taller se realizaban todas las semanas y poco a poco se fueron integrando nuevas voces, "con un único requisito: hermanarse-compañero un día a la semana". El taller, desarrollado en la sede del TASYS, prontamente fue generando sus propios boletines literarios, en donde se plasmaban los pensamientos y poemas de los trabajadores y trabajadoras del Mano de Obra. Cada tres meses, o cuando los ingresos económicos y la contingencia política lo permitía, surgía un boletín con aproximadamente 300 copias, el cual se distribuía como un pequeño tesoro entre los habitantes de Concepción y sus alrededores, en una época sin redes sociales y con mucha censura.
Diversos boletines del Mano de Obra se conservan hasta la fecha. Su confección es artesanal, son fotocopias tamaño oficio en blanco y negro, dobladas y corchetadas. El boletín, por lo general, tenía una extensión de 24 páginas (6 hojas oficio dobladas) y contaba con poemas o cuentos escritos por los participantes del taller, artículos de opinión y algunas editoriales. Según Polizzi, las fotocopias no siempre eran fáciles de conseguir, ya que se debía contar con alguien de confianza que las hiciera, en este sentido fue importante el contacto del TASYS con algunas individualidades y sindicatos ligados al trabajo gráfico, los cuales permitieron la reproducción del boletín. Estas dificultades son evidentes al leer el primer párrafo de la primera publicación del Mano de Obra, en 1984: "Siempre es difícil poner la primera piedra para cualquier construcción".
Siendo todos trabajadores y activistas, sus primeros integrantes sabían de lo difícil de empezar una construcción en el ámbito material y de las ideas, sin embargo la iniciativa proliferó. Decidieron elegir un símbolo para que representara al nuevo grupo que surgía, escogieron uno conformado por una pala y una pluma. Un artefacto que unía la idea del trabajador intelectual y el manual, el artefacto terminaba en una pala y su mango era una pluma para escribir. Por aquellos años los inconvenientes abundaban, pero el taller y su símbolo se abrían paso, como lo ilustran las bellas palabras del editorial del boletín número 4 del Taller, perteneciente al año 1985: "Mano de Obra a tropiezo limpio se abre paso en esta angosta y larga faja de cesantes, exiliados y relegados. Con esta pala-símbolo comenzamos a cavar nuestro cuarto cielo-número".
A medida que pasaban los años, el taller fue adquiriendo fuerza y sus integrantes eran invitados a diversas actividades políticas y culturales a leer sus poemas y compartir sus escritos en Concepción y otras comunas del Biobío. Diversas poblaciones de la región, fueron también escenario de las presentaciones del taller, el cual tuvo siempre una visión artística ligada a lo social. Al preguntarle a
por algunos ejemplos de actividades que él recordaba nos comentó "fuimos a la plaza de Lota y nos pusimos a recitar, así a capela no más, como los evangélicos digamos, estábamos apoyados allá por los dirigentes del Lota Green que era un sindicato, ellos estaban con nosotros coordinados, entonces nos apoyaron, nos llevaron pa´ allá y juntaron alguna gente, estuvimos recitando, entregando la revista. Y como eso hicimos… una vez tuvimos que salir cuete de Pedro Valdivia Bajo, ahí fueron unos compañeros, instalaron un camión. Llegó el camión, llegó con los parlantes, con toda la cuestión lista, y empezamos a darle cueca, y empezamos a leer nosotros, empezaron con nosotros, nosotros bajamos y empezaron a darle al guitarreo y llegaron los pacos y el camión tuvo que partir. Y bueno, negociaron con los pacos y tuvimos que salir cuete, cosas así pasaban. En Tomé también estuvimos en el cierre de la empresa que fabricaba paños", esto nos demuestra el nivel precario en el que desarrollaban sus actividades, en donde la calle, las poblaciones o fábricas eran los escenarios habituales de sus acciones, también presenciamos la constante tensión producto de la persecución política, considerando cualquier manifestación ligada al arte como posible espacio de subversión.
El lenguaje directo, explícitamente político es una de las características de la poesía de los integrantes del Mano de Obra. Esta es quizás una de las razones del alejamiento de este grupo literario con los círculos más académicos ligados a la poesía. Investigando es posible apreciar que entre la poesía de carácter académico, o sea producida por profesionales, estudiantes e intelectuales, y la poesía escrita desde la periferia, por ejemplo, desde trabajadores y pobladores, no existe un punto de unión, pareciera que las dos tradiciones se desarrollan sin comunicación durante el periodo de dictadura, y quizás incluso hasta hoy.
Juan Polizzi nos comentó que, durante una ocasión, los integrantes del Mano de Obra participaron en un encuentro literario organizado en la Universidad de Concepción, el cual estaba organizado por los círculos académicos ligados a la poesía. En esa ocasión los integrantes del taller tuvieron algunas discusiones con los participantes del encuentro: "Cuando debatimos, conversamos, me dijeron que la poesía nuestra y específicamente la mía era muy panfletaria, pero obvio, si para mí la poesía es un arma de lucha, jamás he ido a un concurso a poner mis cuentos ahí, no me interesa, ni que me vayan a publicar empresas o el gobierno, no me interesa, de alguna forma publico, pero nosotros tenemos que decirles a nuestra gente, al viejo que esta en la esquina parado".
Aquí se refleja la falta de unidad en la práctica poética de los diferentes sectores que producían poesía en la época de dictadura. Pareciera haber un distanciamiento grande entre la poesía producida para circuitos académicos y otra escrita desde una perspectiva más política y directa. Dice bastante en este aspecto el texto Las plumas del colibrí, un completísimo texto que aborda la poesía producida en Concepción durante dictadura, pero que ni siquiera menciona al taller literario Mano de Obra, sin embargo menciona a muchos grupos literarios de carácter universitario. Pareciera que, como bien dice Polizzi, "En ese tiempo a nosotros no nos pescaban no mas, no po, no nos pescaban no mas, la elite intelectual: nada"
La poesía que escribían los integrantes del Mano de Obra estaba empapada por un trasfondo político, así lo demuestra el tipo de personajes literarios que resaltaban. Por ejemplo en la revista literaria número 10 del taller se hace un extenso homenaje al poeta anarquista José Domingo Gómez Rojas. Este poeta es uno de los símbolos de la generación rebelde de los años 20, la cual se atrincheró en las universidades y conformó una juventud de singulares características contestatarias, la misma cuna que tuvo Manuel Rojas durante sus inicios literarios ligados al anarquismo. Gómez Rojas, además, fue detenido y torturado hasta su muerte en el interior de un hospital psiquiátrico en los años 20.
A mediados de la década de los 80 algunos integrantes del Mano de Obra intentaron hacerle un homenaje a este poeta. La idea era hacer un pequeño acto y poner una placa en una piedra situada en la Universidad de Concepción. Así nos lo relata nuestro entrevistado: "Reunimos plata, mandamos a hacer una plaquita, no me acuerdo de qué era la placa, de lata tuvo que haber sido, y la pegamos en la piedra. Y recitamos y hablamos de José Domingo Gómez Rojas, poeta anarquista muerto en la tortura y toda la cosa, frente al foro, en la bajadita del foro. Claro, duró la nada misma, la semana después no había placa, no había nada". En este tipo de actos puede verse el espíritu que tenía el grupo, el cual buscaba resaltar a aquellas figuras poéticas que tenían un compromiso político, ese era el norte del taller literario de trabajadores Mano de Obra.
Por último me gustaría hacer un pequeño comentario referido a la composición socioeconómica de los integrantes del taller literario. En 1995 se imprimió una antología del Taller, en la cual se recopiló el trabajo de muchos de los poetas que pasaron por él. En el texto se enuncian las profesiones u ocupaciones de los integrantes: de los 35 antologados: 16 desempeñan funciones de trabajadores sin título universitario, 8 tienen título universitario, 3 son estudiantes y por último encontramos otros 8 de los que el texto no da información. Aún así, es posible ver una mayoría de trabajadores no profesionales en el taller, por lo cual su composición socioeconómica es diferente a la de otros grupos literarios de la zona, los cuales tenían entre sus filas principalmente a estudiantes y profesionales.
La poesía que buscaban plasmar era de lenguaje claro, directo y sin mayores alardes lingüísticos, eran versos al alcance de cualquier mortal. Su poesía es un grito, un "¡yo estoy aquí!", una catarsis que el sujeto intentaba transmitir a sus congéneres en un periodo en donde la autoridad buscaba silenciar y atemorizar a cualquiera que transmitiera sus emociones y su ímpetu por cambiar el modelo. Al leer los versos de los integrantes del Mano de Obra, es posible observar un lenguaje que busca compenetrarse con el sujeto común, por eso su poesía contiene palabras de carácter coloquial, sin buscar mayores complicaciones en el entendimiento del lector.
Algunos poemas de los integrantes del Taller Obrero de Poesía "Mano de Obra"
Sinfonía en "M" (de Juan Espinoza)
La mierda se sube a la palestra
La mierda sabe inglés, francés… y otros idiomas Siempre se dice mierda al explotado
No siempre se dice mierda no me explotes Se aprieta entre los dientes
La mierda se acumula desde la mente al pecho La mierda es traicionera
Todo el mundo dice mierda Todos dicen mierda
Mierda que rabia dice la mierda La mierda dice:
Viva Chile mierda
Aún tenemos mierda ciudadanos
La mierda silba cerca de las señoritas vírgenes Se caga de la risa
La mierda también sueña
La mierda tiene delirio de persecución La mierda no duerme tranquila
Perdió su identidad
Perdió su confort…
La mierda se rebela
Que se caguen mierda La mierda tiene su estado en el sitio
Y algunos mueren con la mierda al cuello La mierda es burocrática
Con úlceras la mierda
La mierda tiene úlceras
La mierda no se anda con chicas Ella es una imagen lealmente desleal Donde manda mierda… no manda La mierda es dura
Semi dura Fusa
Informe diario (de Patricio Turra)
Ya los diarios no sirven para nada todos dan ganador al mismo equipo o entonan el estribillo
de alguna nueva canción participante de cualquier festival llámese este de las viñas
de las sandías, de las tunas y de toda fruta exportable
todo es gol, música y alegría
¡Ya los diarios no sirven para nada! aunque para ser justos debemos reconocer que, a veces sirven para envolver
alguna fruta no exportable o para cubrir el cuerpo
de alguien que no entendía de fútbol tampoco de música
y nunca conoció la alegría por no tener con que comprar el diario.