El presidente Boric envió a fin de mayo al "buzón" del Congreso, un resumen propagandístico del complejo texto del Tratado Chile-Unión Europea. Los diputados y senadores sólo podrán votar a favor o en contra. Aunque en Europa falta la votación país por país del acuerdo, en la votación del europarlamento, las bancadas de toda la izquierda europea y muchos verdes votaron en contra del tratado, que fue aprobado por los partidos mayoritarios de la ultraderecha y de derecha y centro, junto a liberales y socialdemócratas. En las elecciones de junio del Parlamento europeo, la derecha (Partido Popular europeo) obtuvo el mayor número de votos, por lo que no se esperan cambios significativos.
La Unión Europea es cómplice del genocidio al pueblo palestino. En Chile las grandes mayorías, las mujeres, las y los estudiantes demandan el fin del genocidio a Israel. Pero de forma incongruente, el gobierno del presidente Boric, pese a sumarse a Sudáfrica en la demanda contra Israel en la Corte Internacional de Justicia, sigue persistiendo en alinearse con esta Europa subordinada a la OTAN. Ello arrastraría al parlamento a una postura pro Israel, al legitimar como socio de Chile a la Comisión Europea, y su política criminal. La UE negoció fundamentalmente con el gobierno de Sebastián Piñera, sin importar las muertes, prisión y traumas oculares sufridos por chilenas y chilenos. Ursula von der Leyen, Presidenta de la Comisión Europea, y miembro del Partido Popular Europeo, increpada a menudo en público por los europeos conscientes, podrá ser investigada por la Corte Penal Internacional por su complicidad en crímenes de guerra y genocidio contra civiles palestinos, a pedido, entre otros, del Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Ginebra (CIPRI). Ratificar este tratado es apoyar el genocidio.
Involucrar a Chile en guerras europeas
Además, los artículos de "cooperación en gestión de crisis" incluidos en el Tratado, involucran a Chile en las operaciones militares de la UE, y comprometen mano de obra militar para operaciones de la UE, generando un grave riesgo de involucramiento directo en las guerras en curso o futuras. La paz, la neutralidad chilena y su población quedaría en riesgo por esta alianza.
Este tratado neocolonial y extractivista nos convierte en una nación sometida a los negocios de una Unión Europea en decadencia económica y social. Así, entregamos nuestros bienes comunes naturales como el litio, acelerando la producción de hidrógeno «verde" para que los europeos puedan cambiar su matriz energética.
Habrá más zonas de sacrificio, más sequía y menos alimentos. Los planteles eólicos se instalan sobre tierras agrícolas, y el litio, como el hidrógeno verde se exportan, no se comen ni se beben, proveen escaso empleo y cero transferencia tecnológica.
Para que la UE cuente con litio e hidrógeno verde para sus autos eléctricos, Chile renuncia a su soberanía y su derecho a fijar el nivel de explotación de sus minerales estratégicos, como hace la OPEP. La explotación del litio destruye grandes salares, ecosistemas de inconmensurable valor ecológico. Chile se endeuda, cede terrenos fiscales, avala el alza de precios de los medicamentos por la extensión de las patentes a 11 años vulnerando el derecho a la salud; concede garantías a BayerMonsanto y otras semilleras para detener el avance de la agroecología, y profundiza la crisis hídrica, sacrificando nuestros bienes comunes, la biodiversidad y los derechos de pueblos indígenas y comunidades a lo largo del país.
La resistencia a esta nueva forma de colonización generará obstáculos a esos proyectos. El tratado permite a los inversores europeos demandar al Estado chileno en tribunales internacionales permanentes, que Chile debe costear cada año, sin derecho a demandar a esos inversores por daño ambiental o de otra naturaleza. La hipócrita Comisión Europea se retiró del Tratado de Energía para impedir demandas de inversores extranjeros contra ellos, pero en cambio, a nosotros, nos somete a sus expectativas de ganancia bajo amenaza de ser llevados a estos tribunales que se saltan la justicia chilena. Desde su mirada eurocentrista y sus intereses corporativos, nos tratan como a su periferia y colonias.
Otros costos en empleo
Las empresas europeas tendrán libre acceso al Mercado Público y a toda nuestra información financiera. Será una competencia desleal con las pymes, que afectará el empleo sobre todo de mujeres, y la producción nacional del área de salud. Se acortan los tiempos frente al avance de la crisis climática y el deterioro de la calidad de vida de las y los trabajadores y familias, por las continuas alzas de precios de los alimentos, combustibles y electricidad, la represión, y el imposible acceso a la vivienda.
El actual modelo neoliberal extractivista nos está dejando sin opciones para garantizar nuestra subsistencia y la de la naturaleza. Por ello, llamamos a los pueblos y comunidades, a las mujeres y jóvenes, a decir No a este Tratado rayando muros de sus barrios y de sus redes sociales, y demandando a senadores y diputados de sus territorios votar en contra, para defender la paz y reafirmar nuestro derecho a rescatar del extractivismo, el agua, el litio y los bienes comunes.
Buscamos poner la vida por delante de los negocios, y estimular una industria y producción nacional que respete los derechos de los trabajadores, las comunidades y la naturaleza.
¡Basta de saqueo neocolonial!
¡Por la paz, la soberanía alimentaria y energética y la vida!
¡Los Pueblos Votamos No al Tratado Chile-Unión Europea!
Julio 2024, Chile Mejor sin TLC
Puedes leer aquí el comunicado de prensa.