[resumen.cl] Las empresas del rubro forestal y papelero, en Chile y en el mundo, se han valido de diversos mecanismos destinados a reproducir sus ganancias de la manera más barata y fácil posible. Por ello es que los millones de hectáreas de plantaciones industriales de árboles y las decenas de plantas de fabricación de pulpa de celulosa se emplazan en países como el nuestro, con leyes ambientales y laborales absolutamente permisivas y funcionales a sus propósitos, y también con instituciones comprometidas con la optimización y sofisticación de sus procesos productivos.
El conocimiento del genoma de especies arbóreas más utilizadas, como Pinus radiata, Eucalyptus glóbulus y Eucalyptus nitens, constituye un paso fundamental para la industria forestal y papelera, pues sus avances le permitirían concretar sus planes de crecimiento, al modificar genéticamente los ejemplares que serán plantados y, de este modo, adecuarse al actual contexto de expansión de monocultivos hacia zonas con características adversas al crecimiento de estas especies y, por otra parte, mostrar resiliencia ante la escasez hídrica y la degradación ambiental que sufren los lugares que seguirán siendo forestados con monocultivos.
Con el propósito de generar un espacio de transmisión de experiencias y establecimiento de acuerdos orientados a impulsar la modificación genética de árboles es que, desde el 4 al 9 de junio, se realizará en Concepción el Congreso de Biotecnología de Árboles 2017 de IUFRO [Unión Internacional de Organizaciones de Investigación Forestal, por sus siglas en inglés]. El evento está organizado por la Universidad de Concepción, el Gobierno Regional del Bío Bío, el Centro de Biotecnología de la UdeC e IUFRO. Además, está auspiciado por empresas como la australiana Gondwana Genomics, la brasileña Suzano Papel e Celulose, la sueca SweTree Technologies, la chilena Celulosa Arauco y por el Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico [Fondecyt], dependiente del Estado de Chile.
En su presentación, IUFRO indica que esta conferencia internacional es bianual y se orienta a presentar los últimos avances y desarrollos en biotecnología forestal. Agrega que congregará a unos doscientos asistentes, extranjeros y locales, incluyendo científicos, tomadores de decisiones [de instituciones públicas y privadas], estudiantes y empresas, reunidos para intercambiar experiencias en investigación e innovación en torno a biotecnología de árboles.
De este modo, el presente Congreso constituye una instancia de intercambio de datos y establecimiento de convenios entre empresas forestales y papeleras; empresas de biotecnología; e instituciones estatales, las cuales bregarán por desarrollar diversos programas de investigación en el ámbito genómico de árboles, los que incluirán la modificación genética de ejemplares. Esto es extremadamente riesgoso para los habitantes de los territorios donde se realizarán estos planes y finalmente se plantarán los árboles sometidos a estas transformaciones.
En los últimos años, la investigación en biotecnología vegetal ha avanzado en la región del Bío-Bío, principalmente en universidades y centros de investigación asociados a la industria privada. Únicamente, en la Universidad de Concepción, se han desarrollado en su Centro de Biotecnología y otras facultades, varias líneas de investigación orientadas entre otras temáticas, a facilitar aplicaciones para la industria forestal. En esta casa de estudios se realiza investigación de las características estructurales de la lignina, buscando mayor extracción en el proceso industrial, y mayor rendimiento en la fabricación de pulpa de celulosa. Se desarrolla también la fabricación de biocombustibles en base a monocultivos forestales, buscando un nuevo mercado energético para las empresas forestales. Se desarrollan aplicaciones de biocontrol para enfermedades en las especies usadas en monocultivos, ya que en zonas forestadas con estos se han perdido las especies que controlaban ciertas plagas. También se cultivan bacterias para promover el mayor crecimiento y mejor enraizamiento de plantas de monocultivos.
Varios temas de investigación se desarrollan en función de la modificación genética de pinos y eucaliptos, siempre buscando una mayor tasa de crecimiento, un mejor rendimiento en la producción de celulosa y una mejor extracción de compuestos de interés para la industria. Además se busca que los futuros árboles plantados tengan mayor tolerancia a cambios ambientales, con el objetivo de prevalecer en los nuevos escenarios climáticos que se proyectan para las próximas décadas. También se desarrollan aspectos de bioseguridad asociados a este uso de árboles modificados genéticamente.
Para saber del peligro que representan los organismos genéticamente modificados (OGM), es necesario constatar que resultan de una serie de intentos de añadir genes al ADN de una célula, en este caso, de un árbol. Esta incorporación genética no habría sido posible por mecanismos naturales y, de hecho, gran parte de los intentos fracasan. Sin embargo, hay ocasiones en que el o los genes extraños son recibidos por la célula y, cuando esto ocurre, la interacción de éstos con el resto de genes de la célula puede ocasionar alteraciones no previstas al interior de la molécula de ADN, los cuales, en consecuencia, podrán causar efectos no controlados cuando el o los árboles genéticamente modificados sean liberados al ambiente, colocando en peligro la habitabilidad de los lugares afectados y, por consiguiente, la vida de sus habitantes y las especies el lugar.
Por ello, insistir en proyectos de facilitación de procesos industriales extractivistas, como la modificación genética de árboles, bajo el manto falaz de una actividad científica neutral, desentendida y disociada de la injusticia que representa ser un país con una matriz económica primario exportadora, constituye un crimen. Es también, una acción infame que aprovecha la desinformación de una comunidad empobrecida, coaccionada a destinar gran parte de sus energías a conseguir lo necesario para sobrevivir.
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Los propios organizadores de este evento indican que el 24% de la superficie de la región del Bío Bío está plantada con eucaliptos y pinos, lo cual dejaría al negocio forestal como una de las actividades más preponderantes de ésta. No obstante, no hablan de los múltiples trastornos ambientales ya provocados por la expansión de esta industria, como la escasez de agua que afecta a más de 40 comunas de la región, o la fácil ocurrencia y explosiva propagación de grandes incendios forestales. Tampoco se refieren a la contaminación de esteros, ríos y zonas costeras debido a la actividad de los complejos industriales de producción de pulpa de celulosa y papel. No mencionan las emisiones tóxicas que afectan a la población de Constitución, Ránquil, Laja, Nacimiento o Laraquete, ni la sostenida pérdida de fuentes de subsistencia por parte de comunidades costeras que han visto cómo los desechos tóxicos de las plantas de fabricación de pulpa de celulosa han contaminado los espacios donde tradicionalmente recolectaron mariscos para subsistir. Tampoco explican lo ocurrido con comunidades campesinas, imposibilitadas de sostener actividades agrícolas o ganaderas de subsistencia, producto de la contaminación, la falta de agua y escasa fertilidad del suelo.
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El hecho que la Universidad de Concepción sea una de las instituciones organizadoras de este Congreso no es algo baladí o anecdótico, y es necesario exponer una interpretación de esta situación, reiterada en las diversas universidades del país: Con la imposición de políticas neoliberales, las universidades dejaron de recibir el financiamiento del Estado que les permitía funcionar, por cuanto sus directivas, en contubernio con el poder político y económico, han buscado financiarlas a través del cobro de aranceles a estudiantes y la venta de servicios a las empresas privadas. Así es como, la universidad, que podría ser un polo de desarrollo de conocimiento en beneficio de la sociedad, hoy constituye un centro al servicio de la sofisticación de técnicas y productos que facilitan las inversiones extractivistas y amenazan la vida de nuestras comunidades. Por ello, acabar con la mercantilización de la educación y el modelo de las universidades empresa, donde solo sus gerentes deciden qué se hace en ellas, es fundamental.
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Todos los nuevos avances tecnológicos que faciliten la explotación ambiental y social de la industria extractiva, serán nocivos a largo plazo para los ecosistemas afectados y la población que vive en ellos. Para el caso de la biotecnología y la modificación genética, estas son técnicas altamente especializadas que están al alcance de pequeñas minorías, al servicio de los intereses de grandes grupos económicos. Lejos de potenciar líneas de investigación que reproduzcan este elitismo, deberíamos depositar nuestra energía en fomentar proyectos en donde el conocimiento no sea un monopolio de pequeños grupos. Frente a esto, resulta importante visibilizar formas, conocimientos y prácticas que puedan de forma no elitista generar los adelantos que, como comunidad, nos permitan suplir las necesidades reales de la población, ya sea de alimentación, hogar, salud y energía, y no de la gran industria exportadora.
Finalmente, debemos plantear lo imperante que es implementar un principio precautorio en toda la normativa destinada a regular los proyectos genómicos, lo cual implicaría la prohibición de todos los que tengan repercusiones imprevistas en el ecosistema. Esta es una medida fundamental que podría resguardar el equilibrio de los ambientes de un nuevo foco de amenaza.