El militar y diseñador de armamento ruso, famoso por haber desarrollado el fusil de asalto AK-47, «el arma perfecta para la defensa de la patria», murió a los 94 años. Estaba internado desde hacía más de un mes por problemas cardíacos en Izhevsk, en los Urales. Diseñó el arma a principios de los años 40 mientras convalecía en un hospital tras la invasión nazi a la URSS, durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Su nombre estará siempre asociado a su invención, el fusil AK-47, considerado el arma de asalto más popular del siglo XX. El primer AK-47 fue registrado oficialmente en 1947 y comenzó a ser empleado por los soldados del Ejército soviético dos años más tarde. Con el tiempo, su fiabilidad hizo que fuese adoptada por multitud de ejércitos y grupos de insurgentes del mundo. Ganó adeptos en la Guerra Fría y se popularizó con los movimientos de liberación de los sesenta y setenta.
El fusil automático AK-47, que ha conocido distintas variantes, cuenta con una munición específica (calibre 7,62mm) y es capaz de cargar hasta 30 balas, lo que le hace muy operativo. Compacto y algo pesado, es muy efectivo por su fiabilidad, bajo precio de construcción y fácil mantenimiento. En cambio, entre sus desventajas, se halla su poca precisión en distancias medias y largas.
Tras ser incorporada al Ejército soviético, el AK-47 se convirtió con el paso de los años en la herramienta de combate más popular del mundo. Sirvió como fusil de asalto de muchos ejércitos de liberación y grupos guerrilleros. Fue utilizado en la guerra de Vietnam, en las guerras de África y América y más recientemente, en Siria.
Es tal su popularidad que hasta Mozambique la introdujo entre sus símbolos nacionales, al formar parte del escudo del país.
Curiosamente, Kalashnikov, quien siempre quiso construir maquinaria agrícola, al final de sus días se arrepintió de ser el inventor de un arma que cuesta la vida a decenas de miles de personas cada año.