[resumen.cl] En diversas cárceles del territorio ahora ocupado por Israel, unos 1500 presos han comenzado una huelga de hambre el 17 de abril, fecha en que se conmemora, desde 1974, el Día del Prisionero Palestino. Sus exigencias revelan las inhumanas condiciones a las cuales están sometidos por el Estado ocupante.
1.- La instalación de un teléfono público para prisioneros palestinos en todas las prisiones y secciones para que puedan comunicarse con sus familiares.
2.- Visitas
-Restablecer la segunda visita mensual que había sido suspendida por la Cruz Roja.
-Regularidad en las visitas cada dos semanas y no deshabilitarlas.
-Ningún pariente del primer y segundo grado será impedido de visitar a un preso.
-Aumento de la duración de la visita desde 45 minutos a una hora y media.
-Permitir al prisionero tomarse fotos con sus padres cada tres meses
-El tratamiento humano de los familiares que visiten la prisión.
-Permitir hijos y nietos menores de 16 años de edad en cada visita.
3.- Archivo médico
-Cerrar el supuesto «Ramla Prison Hospital» por no otorgar tratamientos necesarios.
-Terminar la política de negligencia médica.
-Realizar exámenes médicos periódicamente.
-Realizar operaciones rápida y excepcionalmente.
-Permitir el ingreso de médicos especialistas internacionales.
-Liberación de prisioneros enfermos, especialmente aquellos con discapacidad y enfermedades crónicas.
-No cobrar al prisionero el costo del tratamiento.
4.- Responder a las necesidades y demandas de las prisioneras palestinas, tanto de transporte privado y de reunión directa sin barrera durante la visita.
5.- Al Bosta [Nota de Resumen: Bosta es el nombre que reciben los vehículos del Estado de Israel destinados a trasladar presos desde las cáceles hasta tribunales u otros lugares. Sus condiciones imponen diversos tormentos y riesgos para los detenidos, como los de asfixia y caídas dentro de éstos.]
-Otorgar trato humano a prisioneros durante sus viajes en bus
-Retornar a los prisioneros a las prisiones desde las clínicas y tribunales, y no dejarlos en los cruces.
-Preparación de cruces para uso humano y otorgamiento de comida.
-Sumar canales satelitales adecuados a la necesidad de los prisioneros.
-Instalación de aire acondicionado en prisiones, especialmente en las prisiones de Megiddo y Gilboa.
-El retorno de cocinas para todos las cárceles y colocarlas bajo la supervisión de los prisiones palestinos.
-La introducción de libros, periódicos, ropa, comida y especiales propósitos de los prisioneros en visita.
-Fin a la política del confinamiento solitario
-Fin a la política de detención administrativa [Nota de Resumen: Esta es una figura jurídica a través de la cual el Estado de Israel ha justificado la detención y encarcelamiento de miles de palestinos por seis meses prorrogables indefinidamente, sin mediar juicio alguno. Hay presos que han pasado más de una década en prisión bajo esta figura.]
-Volver a permitir la educación a través de la Universidad Hebrea Abierta.
-Permitir a los prisioneros presentar los exámenes Tawjihi [de enseñanza secundaria] en la manera formal y acordada.
Durante el transcurso de los primeros doce días de la huelga de hambre, se han unido nuevos grupos de presos a ésta y otros han decidido resistirse a ingerir agua. En este contexto, el jueves recién pasado se llevó a cabo una huelga general en toda Palestina en apoyo a los presos. Durante esta jornada, el ejército israelí atacó con armas de fuego y proyectiles metálicos recubiertos de goma a los manifestantes, quienes se defendieron con barricadas, piedras y cócteles molotov. Días antes, un grupo de israelíes se había reunido afuera de la cárcel de Ofer, en Cisjordania, donde un grupo de prisioneros permanece en ayuno, para asar carne y burlarse de ellos.
Según Addameer, [Asociación de Derechos Humanos y Apoyo a los Presos Palestinos], hasta fines del 2015 habían unos 6.500 presos palestinos, de los cuales 450 eran niños y 587 permanecían detenidos bajo la figura de "detención administrativa".
Desde la cárcel, el vocero de los presos, Marwan Barghouti [uno de los organizadores de la primera Intifada], hizo pública una carta donde expone las razones que les han inducido a tomar esta determinación. Aquí copiamos la misiva.
Después de pasar los últimos 15 años en una cárcel israelí, he sido tanto testigo como víctima del sistema ilegal de arrestos arbitrarios en masa y del maltrato a presos palestinos por parte del gobierno de Israel. Cuando ya no quedaban más opciones, decidí que el único camino era resistir estos abusos por medio de una huelga de hambre.
Unos 1.000 presos palestinos han decidido participar en esta protesta que comenzó el 17 de abril, conmemoración del "día de los prisioneros palestinos". La huelga de hambre es la forma más pacífica de resistencia. Solo causa dolor a los que participan en ella y a sus seres queridos, con la esperanza de que sus estómagos vacíos y su sacrificio ayuden a que su mensaje resuene más allá de los confines de sus oscuras celdas.
Décadas de experiencia han demostrado que el inhumano sistema de ocupación colonial y militar de Israel tiene como objetivo destruir la voluntad de los presos y de la nación a la que pertenecen, infligiendo sufrimiento a sus cuerpos, separándolos de sus familias y comunidades, utilizando medidas degradantes para forzar su subyugación. A pesar de este tipo de trato, no nos rendiremos.
Israel, la potencia invasora, ha violado las leyes internacionales de varias maneras durante casi 70 años pero sigue gozando de impunidad por sus acciones. Ha cometido violaciones graves contra los Convenios de Ginebra en contra del pueblo palestino; los presos --hombres, mujeres y niños-- no son la excepción.
Tenía apenas 15 años cuando caí preso por primera vez. Con solo 18 años un israelí me obligó a separar las piernas para golpearme en los genitales mientras estaba desnudo en una sala de interrogación. Me desmayé del dolor, y por esa caída llevaré para siempre una cicatriz en la frente. Después, el israelí se burló de mí y me dijo que nunca procrearía porque la gente como yo solo engendra terroristas y asesinos.
Unos años después volví a estar preso en una cárcel israelí y, mientras dirigía una huelga de hambre, nació mi primogénito. En lugar de los dulces que solemos distribuir para celebrar ese tipo de noticias, repartí sal entre los otros presos. Cuando tenía apenas 18 años, mi hijo también fue arrestado y pasó cuatro años en las cárceles israelíes.
Ahora el mayor de mis cuatro hijos es un hombre de 31 años. Sin embargo, yo sigo aquí, prosiguiendo esta lucha por la libertad junto con miles de presos, millones de palestinos y el apoyo de muchas personas alrededor del mundo. ¿Tanta es la arrogancia del invasor y opresor, y de los que lo respaldan, que hacen oídos sordos ante esta simple verdad? Nuestras cadenas se romperán antes que nosotros, porque la naturaleza humana presta atención al llamado de la libertad sin importar el coste.
El gobierno ha construido casi todas sus cárceles dentro de Israel en lugar de en los Territorios Ocupados. Así, ha encarcelado ilegal y violentamente a civiles palestinos, y esta situación se utiliza para restringir las visitas familiares e infligir sufrimiento a los presos por medio de largos trayectos en condiciones atroces.
Convirtieron los derechos básicos que deberían garantizar las leyes internacionales en privilegios que sus servicios carcelarios deciden otorgarnos o quitarnos, incluidos algunos que se han ganado dolorosamente por medio de huelgas de hambre.
Los presos y detenidos palestinos han sufrido torturas, tratos inhumanos y degradantes y negligencia médica. Algunos fueron asesinados mientras se encontraban detenidos. Según los últimos datos de la Asociación de Presos Palestinos, desde 1967 han muerto cerca de 200 prisioneros por este tipo de acciones. Los palestinos y sus familias siguen siendo el blanco principal de la política israelí de imposición de castigos colectivos.
Con nuestra huelga de hambre, buscamos terminar con estos abusos. Según el grupo de derechos humanos Addameer, en las últimas cinco décadas, Israel ha encarcelado o detenido a más de 800.000 palestinos, el equivalente al 40 por ciento de la población masculina de los territorios de Palestina. En la actualidad, casi 6.500 siguen en prisión, entre los cuales hay algunos que cuentan con la funesta distinción de contar con los récords mundiales de años de encarcelamiento como presos políticos. Difícilmente hay una familia en Palestina que no haya tenido que vivir el sufrimiento que provoca el encarcelamiento de uno o varios de sus miembros.
¿Cómo se explica esta increíble situación? Israel ha establecido un régimen legal dual, una forma de apartheid judicial que otorga impunidad virtual a los israelíes que cometen crímenes contra de palestinos, mientras que criminaliza la presencia y resistencia palestina. Los tribunales de Israel son una farsa de justicia, instrumentos evidentes de la ocupación militar y colonial. Según el Departamento de Estado de EE UU, la tasa de condenas para los palestinos juzgados en tribunales militares es de casi el 90 por ciento.
Entre los cientos de miles de palestinos que Israel mantiene cautivos se encuentran niños, mujeres, parlamentarios, activistas, periodistas, defensores de los derechos humanos, académicos, figuras políticas, militantes, transeúntes y familiares de prisioneros. Y todo con un solo objetivo: sepultar las aspiraciones legítimas de toda una nación.
Sin embargo, en vez de que eso suceda, las cárceles israelíes se han convertido en la cuna de un movimiento permanente a favor de la autodeterminación palestina. Esta huelga de hambre demostrará una vez más que el movimiento de los presos es la brújula que guía nuestra lucha, la lucha por la Libertad y la Dignidad, el nombre que hemos escogido para este nuevo paso en nuestro largo camino hacia la libertad.
Israel ha intentado etiquetarnos como terroristas para legitimar sus violaciones, entre las que hay arrestos arbitrarios en masa, torturas, medidas punitivas y restricciones severas. Como parte de la estrategia de Israel para socavar la lucha palestina por la libertad, un tribunal me sentenció a cinco cadenas perpetuas y 40 años de cárcel en un juicio político y mediático que denunciaron los observadores internacionales.
Israel no es la primera potencia colonial o invasora que recurre a ese tipo de medidas. Cada movimiento de liberación nacional de la historia enfrentó prácticas similares. Por este motivo hay tanta gente que ha luchado a nuestro lado en contra de la opresión, el colonialismo y el apartheid. En 2013, desde la celda donde estuvo preso Nelson Mandela en Robben Island, uno de los patriarcas de la lucha contra el antiapartheid en Sudáfrica, Ahmed Kathrada, y mi esposa, Fadwa, inauguraron la campaña internacional por la liberación de Marwan Barghouti y los presos políticos palestinos, que ha recogido el apoyo de ocho ganadores del Premio Nobel de la Paz, 120 gobiernos y cientos de líderes, parlamentarios, artistas y académicos en todo el mundo.
Su solidaridad expone el fracaso político y moral de Israel. Un opresor no concede derechos. La libertad y la dignidad son derechos universales inherentes a los seres humanos, y los deben disfrutar cada nación y todos y cada uno de los seres humanos. Los palestinos no serán la excepción. Solo con el fin de la ocupación se terminará esta injusticia y nacerá la paz.