A raíz de los mega-incendios forestales que arrasan las regiones de Maule, 'uble, Biobío y Araucanía, nos reunimos el 8 de Febrero de 2023 frente al Gobierno Regional del Biobío alrededor de cien personas de diversas organizaciones e individualidades que trabajan por la protección, conservación, restauración y defensa de los territorios, convocadas en conjunto por la Red por la Superación del Modelo Forestal, Coordinadora Socioambiental Biobío y ONG Defensa Ambiental.
En primer término, va nuestro abrazo a las comunidades y familias que han sufrido pérdidas humanas, de animales y agrícolas, de sus viviendas y bodegas, en tantas localidades y comunas que no suelen aparecer en los noticieros centralizados en la capital.
Somos una pequeña parte de las redes de solidaridad que se han tejido en esta catástrofe, y nos motiva unir esfuerzos en favor de la restauración socioecológica y superar el modelo forestal aplicado en Chile desde la dictadura.
Como comunidades organizadas, con experiencia en iniciativas socioambientales, estamos ayudando a las víctimas a levantarse y a prevenir más incendios en la Región del Biobío.
Junto con esto, llevaremos a cabo instancias para impulsar la restauración socioecológica en terreno, con un fuerte componente pedagógico y también a nivel institucional y legislativo. Seguiremos saliendo a terreno con nuestras organizaciones, para acompañar, para sensibilizar, para colaborar en lo que esté a nuestra mano y capacidades.
Sépase que de las 2.068.401 hectáreas de monocultivos forestales existentes en Chile (Censo Nacional Agrícola y Forestal 2022) la Región del Biobío concentra 608.660 hectáreas, correspondientes al 44,8% de la superficie física regional, que a su vez la convierten en la región con más monocultivos de todo el país.
El enorme imperio privado manejado por las grandes forestales como un «Estado» aparte no habría sido posible sin el Decreto N° 701, mediante el cual el Estado de Chile subsidió a la actividad por casi medio siglo.
Mientras tanto, el bosque nativo se sigue reduciendo, superando sólo las 800 mil hectáreas en la región del Biobío.
Es muy doloroso ver cómo, luego de los mega-incendios calificados como "tormentas de fuego" del 2017, y a sabiendas de toda la evidencia existente sobre la crisis climática y los riesgos implicados en el uso de especies altamente inflamables como el eucaliptus globulus y el pino insigne, pocos años después tengamos nuevamente que padecer como sociedad una catástrofe que ya lleva, al menos, 24 fallecidos, más de 2.196 lesionados, 1.206 viviendas destruidas, 366 mil hectáreas quemadas, 5.419 damnificados, miles de animales muertos, la tierra quemada, el aire contaminado, las pocas fuentes de agua diezmadas o consumidas, las economías familiares arruinadas, y un enorme impacto ambiental y de salud mental que podría tardar años en ser reparado.
Denunciamos y responsabilizamos a los grandes grupos político-empresariales y a quienes integran su brazo lobbista -la CORMA- como los principales culpables de esta catástrofe. La combinación de industria forestal, negligencia de autoridades y conflictos de intereses, sumado al cambio climático y deterioro de la biodiversidad, viene produciendo cada vez más daño a las comunidades rurales, afectadas por las consecuencias del monocultivo que incluyen sequía, erosión, aumento de los mega-incendios, y destrucción de los modos de vida tradicionales y la agricultura familiar campesina.
Mientras las comunidades y los ecosistemas sufren los desastres ambientales de la industria forestal, esta sigue en impunidad anotando récords de utilidades y dejando, literalmente con nada a las familias de las zonas rurales.
Por la vida de todas las vecinas y vecinos, animales y ecosistemas, llamamos de manera urgente a todas las personas de buena voluntad y conscientes a presionar por hacer retroceder a las forestales de todas las zonas hoy afectadas o amenazadas por incendios, y comenzar desde ya a superar el modelo forestal extractivista impuesto en la dictadura del año 1974, a través de medidas inmediatas de recuperación de bosque nativo, conservación de humedales, fortalecimiento de las economías locales familiares y campesinas y definitivamente subir el nivel de exigencias a la actividad forestal a través de evaluación de impacto ambiental y mayores estándares sociales y ambientales.
A las autoridades nacionales, regionales y comunales les decimos, nuestras ciudades y poblados no deben ser zonas de sacrificio ni trampas de fuego. Es urgente actualizar las Estrategias de Desarrollo Regionales y los Instrumentos de Planificación Territorial para incorporar en estos el cambio climático y el riesgo de incendio, alejando, de esta forma, el monocultivo de los hogares y de los Parques, Humedales y Reservas, que son patrimonio de toda la sociedad y en especial de las futuras generaciones.
Llamamos al Gobierno del presidente Gabriel Boric Font a cumplir su compromiso en materia de recuperación del bosque nativo, agregando la superficie ahora siniestrada al millón de hectáreas que han prometido reforestar. Les invitamos a elaborar una hoja de ruta que garantice que este plan no será capturado por las mismas forestales y sus grupos políticos, sino que atenderá -al menos- a los principios del Buen Vivir, los saberes de la cultura campesina, la protección de los derechos de la naturaleza, el ecofeminismo y la participación indígenda y ciudadana.
Es fundamental que la reconstrucción se haga a partir de la participación de la sociedad civil y de las organizaciones sociales y ambientales, impulsando nuevas formas de vinculación y comunicación con el pueblo, sin depender de los grandes medios controlados por el empresariado forestal y las ayudas centralizadas, tardías e insuficientes. Proponemos un Decreto de restauración forestal ecológica que sustituya el actual fomento al monocultivo por incentivos a la restauración y rehabilitación de ecosistemas nativas para las zonas urbanas y rurales, el manejo sustentable a nivel de cuencas hidrográficas y la restauración de humedales urbanos, esto en beneficio de las economías rurales y familiares orientado a la agroecología, a través de acciones que incorporen a las comunidades y generen instancias de educación y vinculación social.
Ante el dolor y la devastación de una de las peores catástrofes, por causa humana, ocurrida en Chile, denunciamos la responsabilidad del modelo económico forestal en las graves afectaciones sobre las personas y los ecosistemas y la responsabilidad del Estado al no prevenir con medidas más eficaces que la mera inversión en equipos de emergencia.
Convocamos finalmente a una completa transformación del modelo productivo agroforestal que ponga en el centro la vida en la Tierra y limite las ganancias particulares al respeto de los Derechos Humanos y de la Naturaleza.
Ampliado de Organizaciones Sociales e individualidades, Concepción 11 de febrero de 2023.