En América Latina estamos acostumbrados a esas transiciones que van desde una dictadura hacia su continuación con elecciones. En el reino de España (España como nación no existe) eso se expresó en el bipartidismo PP-PSOE. En América Latina estamos acostumbrados a que nos llamen a votar "contra la derecha" para luego aplicar sus mismas recetas. Eso ocurrió el 2010 en el reino cuando un gobierno socialista se allanó inmediatamente a dar un giro de 180% grados a sus políticas sociales. Pero fue exactamente ese el momento en que se comenzó a romper el bipartidismo y, por lo tanto, la transición.
Por Daniel Mathews /resumen.cl
El último acto del bipartidismo dinástico, conminado por las instituciones europeas, fue imponer, en agosto de 2011, la reforma constitucional del artículo 135 de la Constitución que favorecía el pago de la deuda a una banca privada irresponsable por encima de las más elementales necesidades de gasto público y social.
Sin embargo resulta preocupante que ninguno de los partidos haya mencionado siquiera esas instituciones europeas que parecen fijar la agenda sin importar quien gane. Ni siquiera Podemos habló de ellas. Y es que si hace poco se les daba como ganadores seguros, las expectativas de voto quedaron terriblemente dañadas con la capitulación de Tsipras en julio pasado tras ser sometido el gobierno griego a un obsceno chantaje por parte de la Comisión Europea y del BC. Aprendida la lección, resolvieron inteligentemente ahora guardar a Tsipras en el baúl de los (malos) recuerdos.
Romper el bipartidismo no significa ganar. Y de hecho ha ganado el PP. Aprovecho el miedo a lo nuevo. Y, sin embargo, tiene muchos menos escaños. Queda claro que existe una mayoría social que los quiere fuera. La corrupción y gobernar a favor de los ricos y contra las clases trabajadoras se paga. Esto es una buena noticia: detrás del cambio político, del nuevo reparto de poder parlamentario, hay una fuerte contestación social.
El que sí ha perdido es el PSOE. No es raro. Es de votos PSOE que se alimenta Podemos. El PSOE ha perdido en votos y en escaños. Pero, como bien dicen los compañeros de Anticapitalistas "sin movilización, es difícil seguir erosionando al PSOE". Las tareas del ala izquierda de Podemos son pues arduas. Se trata de seguir trabajando por un cambio político y social radical. Y eso supone superar la política de "centro" que quiere imponer Pablo Iglesias, sus titubeos en temas tan importantes como la autodeterminación de los pueblos. También hay que precaverse contra una corrida hacia el PSOE con el pretexto de combatir la política del PP en el gobierno.
El fenómeno Ciudadanos se ha revelado menor de lo esperado. Su cuarto puesto es un recordatorio de que la gente prefiere el original a la copia y de que el centro, en un contexto de polarización política, tiene serias dificultades para desarrollarse.