Revelan alarmante relación entre fungicidas y declive de abejorros y abejas

[resumen.cl] Los fungicidas se han revelado como los factores más importantes en el declive de las poblaciones de abejorros y abejas, sorprendiendo a los científicos y añadiendo nuevas amenazas a estos importantes polinizadores. Nuevos estudios revelan como estos químicos ampliamente usados en monocultivos de la agroindustria e industria forestal y cuyo objetivo son principalmente hongos, terminan afectando a la biota digestiva de insectos polinizadores, actuando de forma sinérgica junto a pesticidas tóxicos, aumentando la vulnerabilidad de los insectos ante una nutrición pobre a causa de la pérdida de hábitat para fines extractivos.

Los fungicidas comunes habían sido pasados por alto durante mucho tiempo, pero ahora han sido reconocidos como el factor más importante relacionado a la disminución abrupta de los abejorros en Estados Unidos, según señala un estudio recientemente publicado. Ahora, precisamente se está estudiando el proceso como los fungicidas matan a estos polinizadores, y las causas apuntan a que estos químicos actúan haciéndolas más susceptibles a enfermedades como el letal parásito Nosema o además exacerbando la toxicidad de otros químicos liberados en el ambiente, como pesticidas.

El estudio analizó el rol de 24 diferentes factores involucrados en el declive de los insectos, tales como: latitud, elevación, tipo de hábitat y daño, intervención humana, y uso de pesticidas. En el estudio se muestrearon 10.745 individuos de 36 especies de abejorros entre las cuales se encontraban: Bombus bifarius (considerado estable), Bombus occidentalis (considerado en declive) y Bombus vosnesenskii (estable) en el oeste de Estados Unidos; y Bombus affinis, Bombus pensylvanicus y Bombus terricola (todos en declive), y Bombus bimaculatus y Bombus impatiens (ambos estables)

 

 

Abejorro europeo Bombus terrestris, especie introducida por la agroindustria en Chile a finales de la década de 1990. Foto: Victor Cárdenas, Flickr.

 

 

Recientemente, otro estudio demostró que los fungicidas precisamente pueden empeorar la enfermedad de las abejas por Nosema probablemente porque matan a organismos intestinales beneficiosos para la nutrición de los insectos. La investigación encontró que el mayor uso del fungicida chlorothalonil fue el mejor predictor para la prevalencia del patógeno Nosema bombi en 4 especies de abejorros en declive. Nosema bombi ha sido hallado previamente en algunas especies de abejorros en declive en comparación con especies más estables. El gran uso de fungicidas fue el más fuerte predictor de disminuciones del rango geográfico en especies en declive.

El estudio señala que estos resultados se extienden a varios laboratorios y semi estudios de campo, que han encontrado vínculos sorprendentes entre la exposición a los fungicidas y la salud de las abejas. Específicamente, los datos de este estudio siguieren conexiones a escala de paisaje entre uso de fungicidas, prevalencia de patógenos y amenaza a especies de abejorros en peligro.

 

Chlorothalonil: fungicida comúnmente usado en la industria de monocultivos.

 

El compuesto chlorothalonil es un fungicida de amplio espectro utilizado también como protector en la madera, pesticida, acaricida, también en el control de bacterias, algas, mildiu y moho. Es usado en cultivos a nivel global, principalmente, en cultivos de maní, papas y tomates. También ampliamente usado como pintura antifouling, para evitar la incrustación de organismos marinos en estructuras portuarias, extractivas o de transporte.

En Chile es ampliamente usado en la agroindustria vegetal de monocultivos de exportación en los valles del norte semiárido, en el centro y sur del país, clasificado por el SAG como «un fungicida de contacto y es eficaz para el control preventivo de enfermedades causadas por hongos en cultivos, tales como hortalizas, cereales, frutales menores y mayores, árboles forestales y maderas de acuerdo al cuadro de instrucciones del uso». Según la institución, el chlorothalonil es «un fungicida de contacto de amplio espectro y de largo poder residual, efectivo en el control preventivo, principalmente de Tizón Temprano y Tardío, Botritis en especies hortícolas y frutales».

Por otra parte, las semillas de cereales que ingresen a Chile poseen requisito de ingreso sanitario por tratamientos con chlorothalonil, entre otros fungicidas.

La industria forestal señala utilizar una cantidad menor de pesticidas, herbicidas y fungicidas, en comparación a la agroindustria por el ciclo más lento de sus monocultivos. Sin embargo, las aplicaciones de estos han sido reiteradamente denunciadas hace años por comunidades junto a plantaciones o cerca de grandes acopios de madera aserrada.

Ante enfermedades como el daño foliar del pino (DPF) y especies de hongos oportunistas como Diplodia pinea, Dothistroma pini y Cyclaneusma minu, el SAG señaló en un documento que únicamente las empresas Bosques Arauco S. A. y Forestal Valdivia S. A. realizaron una campaña de aspersiones de fungicidas «en una superficie cercana a las 50.000 hectáreas en la Región del Bío Bío, 5.000 hectáreas en la Región de la Araucanía, y 4.000 hectáreas en la Región de Los Ríos, con el propósito de disminuir la carga de inóculos de estos hongos y eventualmente de otros agentes fúngicos que pudieran presentarse». El documento no señala cuales fungicidas específicos son los utilizados en estos procedimientos.

Estudios ya habían reportado que fungicidas se había aplicado con éxito contra hongos en plantaciones forestales de P. menziesii reduciendo la infección entre un 55 y un 93%. Sin embargo, otros estudios también habían advertido que la aplicación prolongada y en extensas superficies resulta «económicamente inviable, y ambientalmente podrían traer consecuencias nocivas para el ecosistema natural».

Un estudio de 2011 determinó la variabilidad espacial de los compuestos orgánicos semi volátiles en un gradiente latitudinal y altitudinal en Chile. Todas las muestras desplegadas en locaciones urbanas como Concepción, Angol, Arica/Azapa y Coyhaique, mostraron relativamente altos niveles de chlorothalonil, sugiriendo un amplio uso de este fungicida.

Otra investigación publicada recientemente apunta a que los fungicidas también pueden comprometer indirectamente la regeneración mitocondrial y la producción de ATP en abejas, lo cual limita la actividad de estas para extraer suficiente energía de los alimentos. El estudio señala que aunque los funcigidas tienen poca toxicidad aguda, pueden afectar la salud de las abejas interfiriendo con la detoxificación del compuesto celular quercetina, lo que compromete la regeneración mitocondrial y la producción de energía para las células en forma de de ATP. De esta forma, se confirma que el uso de de fungicidas pone en riesgo a las abejas de ser incapaces de extraer suficiente energía en un ambiente, que con la pérdida de hábitat e incremento de monocultivos, se vuelve cada vez más pobre nutricionalmente.

Recientemente se había demostrado que los antimicrobianos alteran la microbiota en el tracto digestivo de las abejas, resultando en un incremento en su suceptibilidad a patógenos y una mayor mortalidad de estas. Mientras que la mayor parte de los fungicidas son relativamente no tóxicos para las abejas, ahora se sabe que muchos interactúan de forma sinérgica con insecticidas o pesticidas aumentando su toxicidad.

 

Nuevas evidencias de efectos combinados entre pesticidas neonicotinoides y declive de abejas

Nueva evidencia que ha sido recientemente publicada, muestra daños a abejas causados por plaguicidas neonicotinoides actuando en forma combinada con otros factores. Un estudio concluyó que los pesticidas neonicotinoides junto a estrés nutricional reducen de forma sinérgica la sobrevivencia en las abejas. La investigación reporta que la sobrevivencia de las abejas es reducida de forma sinérgica por la combinación de una nutrición pobre y la exposición a los pesticidas y puede caer hasta en un 50%.

 

 

Apis melifera en flor de Curcubita

 

Otros estudios habían concluido que la agricultura intensiva con monocultivos de cereales, al modificar el uso natural del suelo, reducía los hábitats naturales y la diversidad de plantas, de esta forma decrecía la calidad y cantidad de nutrientes en el néctar y el polen. Así, el estrés nutricional juega un rol crucial en la perdida de abejas y en la pobre salud de las colonias.

 

 

Neonicotinoides: insecticidas de uso global

Los neonicotinoides son insecticidas derivados de la nicotina, que actúan en el sistema nervioso central de los insectos y, con menor toxicidad, en vertebrados como aves y mamíferos. Estos insecticidas pueden ser encontrados en el polen y néctar siendo altamente tóxico para las abejas y persistentes, siendo encontrados en reservorios como aguas y suelos. Por esta razón, los neonicotonoides pueden permanecer por años en las plantas y en el ambiente, resultando una prolongada contaminación.

Otro estudio recientemente publicado advirtió de los efectos en la exposición del neonicotinoide imidacloprida en la sobrevivencia e iniciación del nido en reinas de B. impatiens El estudio concluyó que la exposición a los neonicotinoides puede inducir efectos perjudiciales subletales en individuos y colonias de abejas, y puede tener impactos a largo plazo, tales como un deterioro en la alimentación, reducción de la longevidad y reducción de la cantidad de crías.

 

Bombus impatiens. Laboratorio de Monitoreo e Inventario de Abejas USGS, Beltsville, Maryland, EE.UU. Foto: Wikimedia Commons

 

Esta investigación es la primera que muestra los impactos directos de la imidacloprida a niveles relevantes en el ambiente sobre la sobrevivencia e iniciación de nidos en reinas de la especie Bombus impatiens. Esto indica que las reinas de esta especie son particularmente sensibles a los neonicotinoides cuando están directamente expuestas.

 

 

Fotografía principal: Bombus dahlbomii en cardón (Cynara cardunculus). Quebrada El Canelo, 2 km al sur de Los Vilos, Chile. Por: Pato Novoa, Flickr.

 

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