Las familias de la población Ruka Pehuen en el sector Michaihue de la comuna de San Pedro, llegaron el 25 de octubre del año pasado y en su mayoría provenían de Boca Sur, Candelaría y San Pedro Viejo. No llevan ni un año viviendo en las casas y ya sufren cotidianamente las consecuencias de una política de vivienda humillante.
Desde que se inició el invierno han golpeado numerosas puertas, pidiendo explicaciones por el aberrante estado de sus viviendas. Resumen conversó con Tatiana Díaz y Laura Bustos, representantes del comité vecinal de la población. Nos cuentan que sus casas de dos pisos y 37,8 metros cuadrados, las compraron bajo el programa Vivienda Dinámica Sin Deuda, pagando 420 mil pesos. Según el Cabildo (periódico municipal de San Pedro), la inversión fue de 93 mil UF, es decir, unos 2 mil millones de pesos.
Estas casas las construyó DISCOM y los pobladores fueron «asesorados» por la egis DIVAL (entidad de gestión inmobiliaria social). El asesoramiento por estas egis, es obligatorio al momento de solicitar un subsidio habitacional, y estas pueden declararse con fines de lucro (otro servicio público, hecho negocio).
Cuando les entregaron sus casas, se organizó un coctel por el que tuvieron que pagar mil pesos cada familia y se hizo entrega de las llaves y de un Manual, que contiene la manera en que las familias deben vivir en las casas. Según las vecinas, entre sus normas se impide cargar con mucho peso el segundo piso y se impide perforar las murallas que del contorno de la casa. Es decir, en el segundo piso sólo se podía poner una cama y un mueble y en las murallas no se podía colgar cortinas, ni cuadros y menos una repisa. La familia que no acata las normas, pierde la garantía de casa.
Se enteraron que los muros de sus casas reciben el nombre técnico de Hit, tienen 5cm de espesor y están hechos de gravilla, cemento, arena y una malla de acero por dentro. Por otra parte, la loza que sostiene el segundo piso es de 10cm de espesor.
El invierno recién comenzaba y el agua ya se filtraba por todos lados, el viento…para que decir… entraba hasta por enchufes. El agua que entraba a la casa, lo hacía por las uniones de los muros, por los marcos de las ventanas y por los enchufes, los que constituyó un extremo riesgo para la vida de las familias. También el agua lluvia a entrado por el piso mismo, demostrando que sus 5cm de espesor no son suficientes.
Mientras se inundaban, la loza que sostiene el segundo piso, cedía, se güatiaba, semana a semana. A una vecina se le cayó un pedazo de loza en plena mesa. La escalera, también va cediendo, pues está atornillada al muro Hit que está húmedo y va soltando los tornillos. El agua de la ducha se filtra de baño a baño (con la casa pareada), se rebalsa del desagüe y en algunos casos ha habido problemas con el alcantarillado. Para que hablar de una aislación acústica… un lujo.
Este 27 de julio conversaron con la Ministra de Vivienda, Patricia Poblete, quien les dijo que iba a tomar «serias medidas», pero hasta ahora no se ha visto nada serio. El Serviu ha echado silicona y pasta muro, y ahora están adosando a los muros, un revestimiento exterior, con el que, se supone, no se filtrará el agua. Pero este arreglo es cuestionado por los vecinos, ya que contradice el famoso Manual, en el hecho de que para colocar este revestimiento deben perforar los muros con clavos hilti que sujetarán el material de él mismo.
Un resumen
Esta es la situación de la mayoría de las casas, por ello han realizado numerosas manifestaciones, exigiendo respuesta. Los vecinos dicen que ya no creen en el Serviu, y que su director regional, Jaime Arevalo, les dijo que esas casas era todo lo que se había dado y que no había nada más que reclamar. Sin embargo, los vecinos no se conforman, y ahora iniciaron los trámites en la Contraloría General de la República para que investigue.
Resulta extraño leer las palabras del alcalde Audito Retamal, quien en la inauguración oficial de las casas, dijo a los pobladores que «lo importante ahora, es que entiendan que las viviendas son para vivir en ellas y no para arrendarlas ni menos pensar en venderlas».
Al parecer las instituciones coinciden en algo, en que dan a entender que las casas son de caridad o son un favor. Sin embargo, quienes las habitan son familias trabajadoras que paradójicamente trabajan más y ganan menos que las autoridades que creen ser los benefactores.
Surgen preguntas: ¿A donde fue la plata? ¿Quien se hará cargo de este desastre?
Hace unos meses se declaró que los departamentos «de lata» de Michaihue se demolerán, pues sus condiciones ya no soportaban a nadie viviendo ahí. Sus habitantes serán ubicados en nuevas poblaciones al interior de San Pedro y nadie se preocupa, porque paga el Estado. Lo inquietante es que se vuelve a abrir un ciclo donde distintas empresas sacan su mascada a costa de la «política social» del gobierno y quizás las razones de todo esto pueden encontrarse en los bolsillos de unos cuantos respetables.